Nota Informativa 43 páginas dolorosas de lucha, esperanzas para encontrarlos Ciudad de México, a 26 de diciembre del 2024. A 123 meses de la desaparición de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, las madres y padres de familia realizaron una caminata de la Glorieta de Peralvillo a la Basílica de Guadalupe para exigir a las autoridades federales verdad y justicia. El obispo Raúl Vera enérgicamente dijo que no se puede permitir la mentira, ni la confianza del poder militar que ha ocultado la verdad y reconoció la lucha de las familias que ha iluminado la conciencia de los mexicanos. En medio de las fiestas decembrinas con decenas de turistas, a las 2 de la tarde las familias con el rostro de sus hijos recorrieron la calzada Guadalupe. El eco de las consignas rebotaba de banqueta en baqueta: ¡ahora, ahora se hace indispensable presentación con vida y castigo a los culpables! ¡26 de septiembre, no se olvida! ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos! Las miradas de las madres y padres denotaban la ausencia de sus hijos, les cala el alma estas fechas donde las familias viven momentos de felicidad. Llevan el dolor y la incertidumbre como una loza en su espalda, y aun así tienen que salir a las calles para exigir el regreso de los 43 estudiantes. A las cuatro de la tarde, después de unos minutos fueron recibidos por un obispo a nombre de Raúl Vera, quien ofició la misa en el altar mayor de la Basílica de Guadalupe. Al entrar las madres y padres la gente que se encontraba ahí miraba con curiosidad, algunas con interrogantes por los reflectores de las cámaras de periodistas y a otras sólo les importaba la misa. El obispo Raúl Vera pidió para que las madres y padres encuentren a sus hijos y se esclarezca el caso Ayotzinapa. Resaltó la responsabilidad de las autoridades mexicanas que estaban “comprometidas en la desaparición” de los estudiantes y la obstrucción de justicia al encubrir al ejército mexicano. Habló sobre el autobús que abordaron los estudiantes en la terminal el 26 de septiembre del 2014, sin saber que “había algunos autobuses cargados de droga, apoyados por las autoridades, porque tanto estaban comprometidos en esa desaparición las autoridades federales y las estatales, como el ejército mexicano y las policías municipales”. “Hemos escuchado en la primera lectura del Evangelio como también los primeros cristianos que eran amantes de lo justo, que seguían el Evangelio y que incluso lo predicaban y luchaban por que fuera conocida la verdad; que debemos vivir dentro de nuestras familias y también en todas, en las ciudades, en las calles, desde local como a nivel estatal y también a nivel del Estado mexicano. Este es el ejemplo que nos dan ustedes. No se cansen. Sean firmes y sigan buscando la verdad. Es un gran beneficio que le dan a nuestra patria. Que sepan las autoridades que no pueden quedar impunes sus atrocidades. Que existen en México ciudadanas y ciudadanos con una conducta recta. Nos están ayudando a todo el Estado mexicano que quien quiera el poder político y ocupar un puesto es para garantizarnos a todos nuestros derechos, que tenemos derecho a la justicia y a los demás derechos humanos, que debemos disfrutar de todas las garantías de seguridad en nuestra vida. Desde hace diez años han iluminado la conciencia de los mexicanos, que no debemos ser pasivos y sumisos. No debemos de ninguna manera permitir la mentira ni la confianza que tienen (las autoridades) en el poder militar, en el poder policial para ocultar una desaparición que sólo ellos pueden explicar. Porque fueron ellos los que para proteger a los traficantes de droga hicieron lo que hicieron. Al rescatar camiones que ustedes, inocentemente, habían tomado. Es un crimen que para proteger a criminales debemos estar sentados encima de gente inocente”, relató el obispo. También señaló que “gracias a las familias la exigencia de justicia y la lucha por la presentación con vida de los normalistas sigue viva, a costa de su sufrimiento, a costa de sus desvelos, a costa del acoso que ustedes han vivido de parte de las autoridades mezquinas que reciben el poder público, reciben de los mexicanos sus salarios con los que pagan los impuestos. Las autoridades tienen que garantizarnos la justicia, el respeto a todos nuestros derechos. La virgen de Guadalupe eligió a un indígena como su principal servidor para recordarla por siempre. Un indígena que en ese momento era de los últimos como hoy. Hasta hoy nuestros hermanos indígenas siguen luchando por su identidad. Recientemente se empezaron a reconocer sus derechos, después de tantos años de la Revolución Mexicana y las decisiones de 1917 que puso en función todas las garantías por las que lucharon en la Revolución Mexicana para que todos tuviéramos derechos e ingreso a la protección. Entonces estaba garantizando nuestra vida en todos los sentidos y haciéndonos capaces de denunciar sus injusticias a las estructuras que deben defender nuestros derechos”. Siguió, “ustedes han escrito una página muy dolorosa, pero han escrito bellísimas páginas de la historia de nuestra lucha por los derechos fundamentales a las que tenemos los pueblos de esta nación. No hay diferencias de clase, según eso lo declara la Constitución, y, sin embargo, apenas nuestros hermanos indígenas han entrado finalmente a que se les reconozcan todos los derechos de los ciudadanos que deben tener. Es algo que acaba de pasar en los últimos meses, para que veamos hasta dónde está el trabajo por la justicia de nuestros señores políticos que se llevan muy buena parte de nuestros impuestos en sus salarios y mucha mayor parte en los robos cuando están administrando en cualquier nivel de este país. Una de las injusticias es la no búsqueda, el ocultamiento de criminales que se ocuparon esa noche de detener a sus hijos, y que no hay cuenta de ellos, pero sabemos bien que en eso se ha explicado el ejército mexicano, a las autoridades civiles, a nivel estatal y nacional, porque no han dado respuesta”. Después entró el presidente que ya terminó (Andrés Manuel López Obrador). Dijo que serían ustedes los primeros que tendrían derecho a la verdad, ¿y qué pasó? Se fue para atrás cuando se dio cuenta que el ejército estaba implicado, el ejército no cuidaba. Parece una decisión difícil, se notó, no lo pudo ocultar porque las investigaciones iban a encontrarse con estas personas que fueron las primeras que detenían a los criminales que reclamaban sus camiones llenos de droga, que los hijos de ustedes inocentemente habían tomado para venir a apoyar la marcha del conflicto y donde se recordaba que el terrible genocidio que el ejército mexicano perpetró y ejecutó en la plaza de las Tres Culturas”. Les animó para que no pierdan esa personalidad moral que han adquirido dentro de toda “nuestra nación y más allá de los límites de nuestra nación porque ustedes se siguen manifestando contra las injusticias, la deshonestidad e inmoralidad de nuestras autoridades. Nuestra madre santísima de Guadalupe los ve con mucho cariño, lo demostró viniéndonos a visitar cuando estaba la conquista de México por los invasores europeos”. El obispo Raúl Vera habló sobre la canonización de Juan Diego por el Papa Juan Pablo II en el 2002. “Era impresionante, había muchos medios de comunicación de todos los países transmitiendo al mundo entero que un indígena estaba siendo canonizado. Los obispos estábamos presentes para liberarnos con toda la iglesia mexicana, porque Juan Diego, un pobre indígena, un pequeñito nacido muy pobre, llegaba a los altares. La Virgen de Guadalupe lo eligió para iniciar el conocimiento de la gran bendición que Dios nos había hecho, dejando un testimonio muy grande en esta imagen que hoy veneramos. Había venido a proteger este pueblo, estaba cayendo ya en manos de una nación poderosa para que un día fuera independiente, y no se equivocó el cura Miguel Hidalgo, tomó el estandarte de María de Guadalupe. Fue el indígena guadalupano quien nos daba la libertad, la Virgen de Guadalupe nos daba la libertad, tomando el destino libre, a este indígena que era el testigo oficial de María Santísima para decir por qué estaba esa imagen de ella, que bajaba del cielo y se grabó en su vestido humilde. Esto no debe ser otra cosa que nos haga pensar. María puso su confianza en los pueblos originarios, en nuestros pueblos pobres, en el diácono de los más pobres. No fue en los que se creen los grandes de este país, al nivel del dinero, a nivel político, a nivel empresarial”. El mensaje terminó con palabras de esperanza para las familias. “No tardarán en que esto se esclarezca, y que ustedes vienen a conocer la verdad de dónde están sus hijos. Sí, esto es algo muy hermoso que hacen ustedes, y que nos hace admirar nosotros en la presencia de ustedes. Se los digo con mucho cariño”. A las cinco de la tarde concluyó la misa. Las madres y padres se dirigieron a los autobuses para su regreso a Guerrero. 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