Marco Antonio Suástegui Marco Antonio Suástegui: la estirpe guerrera de los yopes Vidulfo Rosales Sierra Marco Antonio Suástegui Muñoz, hijo de Pedro Suástegui Valeriano y Noelia Muñoz Rodríguez, campesinos de La Parota. Los Suástegui son los fundadores del núcleo comunal de Cacahuatepec, ellos y otras familias pelearon para la creación de los bienes comunales. Más tarde otros líderes serían cooptados por los priistas de la Confederación Nacional Campesina (CNC), una de las figuras caciquiles fue Eduardo Valente Navidad. Estos líderes corruptos ponían y quitaban comisariados y vendían las tierras al mejor postor. En el año 2000 el gobierno federal empezó hablar de varios proyectos de infraestructura de gran calado. Aeropuertos y grandes represas para generar energía y dotar de agua a ciudades y pueblos, se edificarían. Uno de estos se haría en Guerrero. Se trataba de la presa hidroeléctrica La Parota. Tendría una extensión de 17 mil hectáreas y 190 metros de altura. Abarcaría los municipios de Acapulco, San Marcos y Juan R. Escudero. El vaso de la presa sería utilizado como lago para ecoturismo. La bahía de Acapulco se uniría con la presa La Parota. En el 2003 con René Juárez como gobernador, ingenieros de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) empezaron a construir los pozos y casas muestras, helipuertos y demás obras básicas, sin consultar a la comunidad. Los campesinos se empezaron a inquietar y obtuvieron información de los perjuicios de la obra. Los poblados de Garrapatas, Arroyo Verde y San José quedarían sepultados bajo el agua. Eso los preocupó y en sus asambleas decidieron instalar un plantón en El Fraile para evitar el paso de la maquinaria y al personal de CFE. Los campesinos fueron a ver a Marco Antonio y Felipe Flores para que los asesoraran y fortalecieran el movimiento. Marco Antonio no lo dudó ni un momento. Se fue al plantón. Junto con Felipe Flores empezaron a organizar la lucha, recorrieron varios pueblos de los bienes comunales, los ejidos de Dos Arroyos y Los Huajes. Marco Antonio era un joven afromexicano, recién egresado de arquitecto, bragado y con una oratoria nata que cautivaba a las masas campesinas. Le dio nuevos bríos al Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La Parota (Cecop), construyó una narrativa que resignificaba la historia de lucha por la tierra del general Juan Dorantes, la importancia de la tierra, los bienes naturales y el río Papagayo, a la que estaba indisolublemente ligado. La tierra y el agua eran su hábitat. El río Papagayo los alimentaba y les aseguraba la vida, allí curaban a los enfermos. Tenía una dimensión sagrada que garantizaba el ciclo de la vida. Hacer la presa representaba morir lentamente y eso no lo iban a permitir. El grito de Marco Antonio era estridente y resonaba en los cerros y llanuras de Cacahuatepec: ¡la tierra no se vende, se ama y se defiende! El temple y la bravura de Marco Antonio fortaleció a los campesinos. Ya no los iban a engañar ni intimidar como lo hizo Rubén Figueroa cuando construyeron el sistema de Agua Papagayo II que abastece de agua a los turistas de Acapulco. En esa ocasión llegó el gobernador con los guachos, a La Parota. Allí en un árbol estaba una soga. Categórico les dijo: “pídanme lo que quieran y el que no esté de acuerdo en que se haga la bocatoma que alce la mano para ahorcarlo ahorita”. Nadie alzó la mano. El proyecto se hizo y las promesas no se cumplieron. Eso ya no iba a suceder, iban a defender el río a toda costa y ahora contaban con un líder carismático y valiente que los acompañaba. La prueba de fuego se presentó el 14 de agosto de 2005. Ese día el gobierno desplegó toda la fuerza del Estado con miles de granaderos que resguardaban la asamblea a realizarse en el poblado de El Campanario, una comunidad ubicada cerca de San Marcos, lejos del bastión de los pueblos en resistencia, Marco Antonio y la gente del Cecop como pudieron llegaron hasta allá. La multitud enardecida rebasó a la policía y los organizadores reventando la asamblea donde se iba autorizar la expropiación y ocupación de las tierras para la presa. La valentía de Marco y la fuerza del Cecop despertó la simpatía de los comuneros, esa acción significó un triunfo del movimiento. El proyecto del sexenio neoliberal se empezaba a desmoronar. Aunque posteriormente las asambleas agrarias se impusieron a la fuerza, ya estaban viciadas de origen y los tribunales agrarios le dieron la razón al Cecop declarándolas nulas de pleno derecho. Estos reveses del gobierno implicaron que no tuviesen los permisos legales para iniciar los procesos de licitación. Las empresas vieron una inversión riesgosa y así se descarriló el proyecto hidroeléctrico de la presa La Parota. La osadía de Marco Antonio y el Cecop no iba a quedar así. El líder campesino pronto empezó a ser perseguido. En el 2005 fue encarcelado acusado de privar de la libertad a unos ingenieros de CFE y robar maquinaria. Con Ángel Aguirre le fabricaron delitos de robo y daños en supuesto agravio de un empresario gravillero, sin fundamento legal fue llevado al penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit, violando su derecho de defensa y lejos de su familia como un castigo por desafiarlos. Con Héctor Astudillo de nueva cuenta se le trató de implicar en un multihomicidio que no cometió. Nunca le comprobaron ningún delito. Los jueces lo absolvieron de todos los cargos falsos que los gobiernos le imputaron. Cuando parecería que todo volvía a la calma, lo cimbró la desaparición de su hermano Vicente Iván Suástegui Muñoz, también dirigente del Cecop. El 5 de agosto del 2021 Vicente fue llevado con violencia por hombres armados. Hasta la fecha no se sabe su paradero. Marco Antonio inició las búsquedas y exigencias de justicia. De manera abierta denunció a los que lo desaparecieron, eso le valió nuevas amenazas. Hasta la playa Icacos donde trabajaba prestando servicios turísticos llegaban a querer matarlo, decenas de veces denunció y pidió protección al gobierno del estado y el federal. Nunca lo escucharon. Desdeñaron sus denuncias y este 18 de abril fue agredido por un pistolero que con toda impunidad abrió fuego en plena playa contra el líder del Cecop. En un hospital luchaba por vivir. Al estar escribiendo este texto el líder histórico y defensor del agua perdió la vida. Su muerte cala en lo más profundo del alma. Marco es un ícono de la lucha social. Es de esos líderes que no claudicaron, no se arredró ante nada ni nadie. Su vida la puso al servicio de los pobres de los bienes comunales de Cacahuatepec. Enfrentó a los poderosos para restituir la dignidad de los de abajo. Marco venció a los que pretendían saquear el río Papagayo. Exigimos justicia por su artero asesinato. ¡Honor y gloria a Marco Antonio Suástegui! Share This Previous ArticleEn el abandono, familias de Tilapa en la Montaña exigen reubicación al gobierno de Guerrero No Newer Articles 17 horas ago