Tlapa de Comonfort, Guerrero a 14 de agosto del 2019
Amigas y amigos:
La Montaña es mágica, porque nos abriga con sus nubes y nos acaricia con su lluvia. El azul turquesa de sus cielos nos atrapa y nos contagia con su hermosura. Los días y las noches del 9 y 10 de agosto fueron densas, plenas, cargadas de muchos sentimientos encontrados y de símbolos que nos remiten a la dimensión sagrada de la vida y de la madre tierra. La palabra de las compañeras y compañeros que han entregado todo para encontrar a sus familiares desaparecidos, fue como el rayo de la madrugada que retumba en lo alto de la Montaña. Sus voces fueron como las aguas bravías de las cascadas, que serpentean sobre las barrancas para arremolinarse en los ríos rebeldes.
Las historias y testimonios que nos conmovieron, son las palabras de vida y los caminos de esperanza. Son los rostros luminosos del porvenir.
Con su presencia encantadora los días se vistieron de gala, por la constelación de estrellas que iluminaron el firmamento de nuestras ilusiones. Fueron inolvidables los momentos, en que a una voz, todos rezábamos por nuestras hermanas y hermanos caídos, desaparecidos y desplazados. También fue estremecedor nuestro grito para que llegue la verdad y la justicia. Al final, cantamos y bailamos los sones guerrerenses, a imagen del jaguar que pelea en lo alto de la Montaña, para que brote la planta del maíz y florezca la justicia.
Con ustedes vibramos de alegría. Nos hicieron sentir que vale la pena trabajar por los derechos humanos, porque en esta lucha la gente nos enseña a ser más sencillos, sensibles, solidarios y festivos. Sin ellos, sin ellas y sin ustedes naufragaríamos y sucumbiríamos ante cualquier peligro. Con su cobijo podemos decir que es posible alcanzar el sueño de la justicia cuando se lucha con pasión y mucho amor.
Gracias por su amistad y su cariño, y por llevarnos en su corazón.
Atentamente
Las y los Tlachis
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