Tlapa, abril 7 del 2020.
Ana querida:
En esta tormenta aciaga
no hay puerto seguro que nos salve.
Nuestra fragilidad humana
naufraga en este mar de la iniquidad.
Tu recuerdo es más vivo.
Sobre todo, cuando el Covid 19
quiere arrebatarnos el futuro
y oscurecer el horizonte de justicia.
Ana:
Con el corazón lloroso
conmemoramos el día de tu partida.
Fue muy triste e impactante
tu separación.
Aún no lo digerimos.
Sigues viva en la memoria colectiva.
En los recuerdos gratos, donde aprendimos a caminar en la adversidad y a compartir los tragos amargos de la ruindad del poder.
La gesta titánica por los derechos humanos nos marcó para siempre.
En nuestro rincón huraño,
surcado por el olvido y
la melancolía,
nos iluminó
tu sonrisa y optimismo.
La niebla, la llovizna y las barrancas,
te llevaron.
Los vientos que arrastran los árboles frondosos,
nublaron nuestra vista,
y te perdimos para siempre.
Ana,
Aquí, en esta infranqueable Montaña,
vivirás.
Donde forjaste tu espíritu
inquebrantable y amoroso.
El tiempo nos hermanó
y nos cobijó con tu gran
generosidad.
Tu sabes que en Tlachi
siempre ocuparás un lugar excelso.
Gracias porque en todo momento
nos llevaste en tu corazón.
Las y los Tlachis