Historias de vida Desaparecidas de la Montaña de Guerrero: la historia de la niña Esmeralda Esperar en la tortuosa agonía la esperanza que se llevó la tarde en silencio. La inenarrable ausencia, donde no hay metáfora, la experimenta doña Catalina como un balde de agua fría en sus cartílagos, dejando un chorro de tristeza, mirando el sol disiparse en el horizonte desde el filo del pedregoso cerro de San Isidro, anexo de Santa María Tonaya, municipio de Tlapa. El atardecer transcurría con el alboroto de las aves, el ruido de los carros y los quehaceres cotidianos de la familia. El lúgubre 12 de enero de 2023 había empezado a las seis de la tarde, cuando la niña Me’phaa Bathaa Esmeralda Genaro Camilo, de 7 años y medio, se encontraba en la cama acostada con una blusa roja. Miraba el techo sin parpadear, no había palabras. En la comunicación le ayudaban sus hermanas o su mamá, doña Catalina, porque no se podía sostener por sí misma en este mundo. Su hermana mayor es quien la apoya cuando su mamá no está para vestirla o darle de comer. Esta vez pasó lo mismo cuando su hermana la cambió de pantalón. Su mamá aprovechó para ir a recoger la ropa que había tendido en el patio, luego se dirigió a la cocina para hacer la comida y lavó los trastes. Después de unos minutos vio que la niña estaba parada en la puerta de la casa. Traía la misma blusa roja con un estampado de Minnie y pantalón rojo. Doña Catalina no imaginó lo que estaba por suceder, así que prosiguió con sus actividades diarias. A las 7 de la tarde las sombras del tiempo cayeron sobre el techo de la casa de adobe. El presentimiento de un mal augurio y el canto de la lechuza hizo que doña Catalina subiera unos 15 metros a su casa para abrazar a su niña Esmeralda. En la puerta ya no estaba, pero tampoco en su cuarto. Empezó a preguntar con sus dos hijas mayores, pero no supieron dar razón de su paradero. Su abuela Juana no se dio cuenta de nada. Preocupada, doña Catalina empezó a buscarla debajo de la cama, en las esquinas de la casa, salió al patio, miró el cerro y dio más de 20 vueltas, pero no la encontró. Sintió miedo, pero la esperanza de dar con el paradero de su hija estaba a unos pasos, en la casa del comisario de la comunidad, don Daniel Barrera, quien rápidamente la buscó, pero no hubo nada. Don José Faustino, padre de Esmeralda, se fue a buscar a las comunidades desde Juanacatlán hasta San Juan Puerto Montaña, y avisar a las autoridades comunitarias para que anunciaran a través de una bocina a los habitantes si veía a su hija le brindaran información. Regresó a las 10 de la noche a su casa sin noticia. A las 11 de la noche llegó a Tlapa para dar aviso a la policía municipal de que su hija se “había perdido”. Las autoridades municipales tomaron nota, pero no se movilizaron. Las búsquedas de doña Catalina, junto con sus dos hijas, desesperadamente continuaron en las barrancas, cerros y casas de los vecinos. Sería la una de la mañana cuando decidieron parar porque les dio miedo seguir. Al día siguiente, a las 6 de la mañana volvieron a las barrancas, pero fue imposible encontrarla. Sin embargo, a las 9 de la mañana viajó a Tlapa para pedir ayuda el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan para presentar la denuncia en el ministerio público. El sábado 14 y domingo 15 de enero la policía estatal subió a la comunidad de Santa María Tonaya, pero no se pudo realizar búsquedas porque era noche. La policía se ha jactado de realizar volanteo en las principales calles de Tlapa. El 25 de enero la Fiscalía General del Estado (FGE) emitió la Alerta Amber para localizar a la niña Esmeralda, describiéndola con los datos personales. La fiscalía regional ha realizado dos búsquedas, una el 31 de enero y otra el 2 de febrero sin éxito. No hay rastro de la niña. Eran sus primeros pasos descifrando el mundo, caminando en sus tierras y con las esperanzas para poder hablar con su mamá. Las únicas limitantes son las palabras, así no puede expresar sus sentipensares, sus miedos, sus risas o la sensación del frío que traen esas olas de la ausencia. Ahora podría gritarle al viento para que la regrese a casa. La desaparición de la niña Esmeralda ocurre en un contexto de violencia en la región de la Montaña, donde también desaparece Yazmín Hernández Peral, de 15 años de edad, en la comunidad de Tecoyame de Guadalupe, municipio de Tlalixtaquilla de Maldonado, el 15 de enero; Itzel de la Luz Silva González de 20 años de la comunidad de Alcozauca, desaparecida el 16 de diciembre de 2022; Silvia Abelina Navarrete Soriano de 58 años, originaria de Axoxuca, municipio de Tlapa. En redes sociales se denunció la desaparición de un total de 12 personas de diciembre de 2022 a enero de 2023, 4 mujeres continúan desaparecidas, entre ellas la niña Esmeralda, así como 4 hombres, mientras una niña y un niño fueron localizados con vida. Sin embargo, don Margarito y Pedro que fueron reportados como desaparecidos el 31 de diciembre, el 23 de enero se supo que fueron localizados sin vida a causa de un accidente. Las familias indígenas de la Montaña esperan que vuelvan sus desaparecidas. Viven con el miedo porque estos tiempos se han tornado complejos por la violencia que generan los grupos de la delincuencia organizada. Las autoridades brillan por su ausencia. Los presidentes municipales tienen otros intereses. El gobierno de Evelyn Salgado ha dado muestras de que está rebasado por el festín de los grupos de la delincuencia organizada que han tenido confrontaciones álgidas en Teloloapan, Apaxtla, Petatlán, Buenavista de Cuellar, Zihuatanejo, Coyuca de Benítez, Iguala, Cocula, Tepecuacuilco, Huitzuco, Acapulco, Chilpancingo, Zapotitlán Tablas, además de la violencia en el municipio más pobre de México: Cochoapa el Grande, en la región de la Montaña. Guerrero está minado. El estado está en alerta roja no sólo por los asesinatos, sino por las desapariciones de mujeres y niñas. La desaparición de la niña Esmeralda es el reflejo de que hay una crisis de derechos humanos que está lejos de las promesas de la construcción de la paz, y si las autoridades continúan navegando en las aguas turbias de la violencia las olas serán catastróficas. A pesar de que se declaró en Alerta Violeta o la Alerta Amber ante las mujeres y niñas desaparecidas las acciones son magras. No hay respuestas. ¿Dónde están las desaparecidas indígenas de la Montaña? ¿Dónde está la niña Esmeralda? Share This Previous ArticleEducación negada en la Montaña: la niñez indígena de Llano de la Rana Next ArticleLa OCSS: ejemplo de combatividad y persistencia 10 febrero, 2023