12 Días en Defensa de Nuestra Vida y Libertad Día 10. Cano Morales Antonia Esta es la décima de doce biografías de defensoras y defensores del sistema de seguridad y justicia indígena del estado de Guerrero; doce entregas enmarcadas en la campaña «12 Días por la Defensa de Nuestra Vida y Nuestra Libertad». Día 10. Cano Morales Antonia. Policía Comunitario de la Coordinadora Regional Autoridades Comunitarias – Policía Comunitaria (CRAC-PC) de la Casa de Justicia de El Paraíso. Cano Morales Antonia es un joven Na Savi originario de Chacalapa, Municipio de Ayutla de los Libres, Guerrero. Nació el 28 de enero de 1984, es el mayor de dos hermanos. Desde temprana edad Cano aprendió a sembrar la tierra junto a su padre Don Ambrosio, de quien conoció el arduo y significativo trabajo de hacer crecer la milpa. Sin darse cuenta, Cano, al ver, escuchar e imitar el trabajo de su padre, reproducía el conocimiento ancestral que existe en nuestros pueblos originarios sobre el cuidado de la tierra. Doña María, madre de Cano, nos cuenta lo que su padre siempre le repetía al mayor de sus hijos: «es mejor sembrar, porque el maíz está muy caro y ¿quién nos los va a regalar? Mejor sembramos, aunque no de mucho». Cano no pudo ir a la escuela, porque en México el Derecho a la Educación no está garantizado a quien no puede pagarlo. Es por eso que desde muy pequeño Cano prefirió –quizás porque era su única opción- aprender en la escuela del campo, la que inicia sus clases a las cinco de la mañana, la que no tiene descanso, la que se aprende en la práctica y sin libros. De manos fuertes y correosas, Cano se formó limpiando el terreno de la familia, desde los primeros días de enero acompañaba a su padre a hacer la guardarraya alrededor del campo de cultivo. Aprendió a identificar los días en que haría viento para ese día no se quemara el monte, aprendió a tomar el machete y el gancho para chaponar la tierra de donde saldría el maíz, el frijol y la calabaza. Aprendió a utilizar los palos, el mecate, los burros y el arado, herramientas fundamentales de cualquier campesino. Don Ambrosio al ver que Cano tenía un gusto y una habilidad especial en el trabajo del campo, le decía que el terreno iba a estar a su cargo, y que tenía que aprender a sembrar y cuidar las matas de plátano para tener algo que vender en el mercado de la cabecera municipal de Ayutla. Cano disfrutaba mucho de estar con su padre, permanecía junto a él durante la petición de lluvia el 24 de abril, escuchaba con atención al rezandero y la banda de viento. Cuenta Doña María que a Don Ambrosio le gustaba hacer exámenes con regularidad a Cano para saber si le ponía atención mientras les explicaba los secretos de la tierra y el maíz. «¡A ver Cano! ¿cuándo se siembra la tierra?» preguntaba Don Ambrosio. «En mayo, después del grito de San Marcos, porque la tierra se pone más flojita y es más fácil meter el arado» respondía Cano con seguridad. «¿Y cuál es la mejor semilla para sembrar?» lanzaba Don Ambrosio la segunda pregunta. «La que sale de la mazorca más grande, la que tenga los surcos más derechos, los granos en la parte central de la mazorca, ahí está lo mejor». Así, Cano enfatizaba su conocimiento sobre la siembra de la milpa y se mostraba preparado para asumir la responsabilidad que más temprano que tarde llegaría. A los 15 años la vida de Cano cambió de manera repentina. La muerte de su padre le obligó a convertirse en el hombre de la casa y asegurar el sustento para su madre y su hermano menor. Después de tres temporales, a los 18 años Cano se vio obligado a salir a trabajar a San Luis Acatlán, se contrató como peón en la siembra de maíz. Eran terrenos muy grandes, más grandes que el que les había dejado su padre. Le pagaban cien pesos por día, más el almuerzo y la comida, dependiendo del tiempo de trabajo. La jornada de trabajo oscilaba entre las seis y ocho horas diarias. Después de regresar de San Luis Acatlán, Cano se interesó en participar de la comunidad, en 2009 fue fiscal de la iglesia y en 2011 se hizo auxiliar del Comisario Municipal de Chacalapa. En diciembre de 2012, lo eligieron mediante asamblea como Policía Comunitario de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de la Casa de Justicia de El Paraíso, en Ayutla de los Libres. Cano fue detenido el 27 de agosto de 2013 en Cruz Grande, junto a otros 2 compañeros, cuando participaba en una marcha multitudinaria de la Policía Comunitaria de la Casa de Justicia de El Paraíso, junto a integrantes de otras comunidades adscritas a esta Casa de Justicia. La marcha fue una respuesta espontánea para exigir el cese de los operativos y las detenciones arbitrarias contra integrantes de la Policía Comunitaria; paradójicamente Cano fue detenido por demandar que no detuvieran a más compañeros y compañeras. Hoy Cano se encuentra privado de su libertad en el reclusorio de Acapulco acusado del delito de portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército, dentro de la causa penal 54/2013, que instruye el Juzgado Sexto de Distrito de Acapulco, Guerrero. Cano se organizó con su comunidad para ejercer su derecho a la seguridad y la justicia, sin embargo, al igual que el derecho a la educación, en México, la justicia es un derecho al que solo acceden quienes puede pagarlo. Cano y su familia, al igual que las familias de quienes fueron asesinados por organizarse, y al igual que las familias de quienes resisten la cárcel de manera injusta, hoy se dan cuenta de que el sueño de la justicia se hace a mano y sin permiso, arando el porvenir con fuerza y organización comunitaria, para cosechar justicia, vida, tierra y libertad. Share This Previous ArticleDía 9. José Leobardo Maximino Next ArticleDía 11. Gonzalo Molina González 10 diciembre, 2013