Esperanzas que vuelan en el tiempo,
en los surcos de jitomate o chile,
en las barrancas de la comunidad de Llano de la Rana,
en las escuelas abandonadas,
en el futuro casi perdido de los senderos de estas montañas.
Enero no fue nada alentador no solo por la ola de asesinatos y desapariciones que genera la violencia de los grupos de la delincuencia organizada en el estado de Guerrero, sino por el descontento social expresada en 85 protestas sociales para exigir la falta de maestros y maestras, plazas, salarios y construcción de escuelas.
En la Montaña de Guerrero, a pesar del histórico abandono por parte de las autoridades, las comunidades indígenas tienen una espantosa esperanza de que tarde o temprano llegarán maestros o maestras para que las niñas y los niños por fin acudan a las abandonadas escuelas.
En la comunidad Ñu’u Savi de Llano de la Rana, municipio de Metlatonoc, desde mayo de 2021 las niñas y los niños no han tenido clases porque no cuentan con docentes. Las autoridades comunitarias y el comité de padres de familia han solicitado maestras y maestros, pero no han sido escuchadas. “No hay educación para nuestras hijas e hijos. La profesora quería que fuéramos a un plantón para que manden maestros, pero les dijimos que no porque en otras ocasiones hemos ido, pero no resuelven nada, sólo llegan en septiembre y en octubre se van”, señalaron madres y padres de familia.
El presidente de la Asociación del Comité de padres de familia Rufino Guerrero Ortiz, el secretario Moisés Cano Vázquez y el tesorero Paulino Cano Aguilar relataron que las familias están “esperando que las autoridades manden maestras o maestros para que ya inicien las clases, principalmente en el preescolar porque las aulas están vacías. Entregamos los papeles de nuestros hijos e hijas, acudimos a una reunión donde estaban presentes 28 niños y niñas, ahí nos dijo la maestra que ya no iba a regresar porque su contrato ya había terminado. –Platiquen con el supervisor para que mande otra maestra porque yo vengo nada más por contrato, nos dijo”.
A pesar que el Centro de Educación Preescolar Indígena «Cuitláhuac» de la comunidad Llano de la Rana cuenta con clave de centro de trabajo 12DCC0055Z, la supervisora Gregoria y la jefa de zona 033 Angelina, acudieron en una ocasión para decirles que “la gente espere a la otra maestra” para que entregara los certificados a las niñas y niños que iban a terminar, pero nunca llegó. “Varios niños y niñas se quedaron sin la posibilidad de seguir sus estudios a la primaria por falta de una constancia”, señaló don Rufino Guerrero.
El 16 de septiembre hubo cambio de comité de padres de familia, sin la presencia de las maestras, sin embargo, la esperanza estaba en la supervisora. Con el tiempo los niños y las niñas se quedaron en sus casas con sus libros y cuadernos abiertos para que no quedaran rezagados en su formación básica. Otras familias tuvieron que migrar a los campos agrícolas de Sinaloa para trabajar en el corte de chile, jitomate y verduras chinas.
Todas las niñas y niños empezaron a acompañar a sus papás y mamás al trabajo cotidiano porque se les hacían eternas las horas y el día se prolongaba dejando un ambiente de melancolía. Las familias que migraron volvieron a la comunidad. Llegó el 2022, pero sólo el viento de las montañas pasaba haciendo remolinos de polvo por las calles. Las aulas permanecían en silencio.
Fue hasta septiembre de 2022 cuando llegó “la supervisora sólo para pedirnos de favor que fuéramos a un plantón, pero no era posible porque nos prometen y no cumplen”, reiteró una madre de familia.
A finales de septiembre de 2022 el comisario, así como el comité de padres de familia de la escuela preescolar “Cuitlahuac” y la primaria de la comunidad Ñu’u Savi acudió a las oficinas del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan porque a la niñez se le niega el derecho a la educación.
El 24 de noviembre de 2022 integrantes de Tlachinollan acudieron a la localidad de Llano de la Rana para recabar información y observar en qué condiciones se encontraban las escuelas en ese rincón de la Montaña. Las familias estaban preocupadas por la educación de sus hijas e hijos. Las familias comentaban que posiblemente porque está lejos e incomunicado las maestras y maestros no llegan.
Al contrario, “las maestras que se fueron no entregaron calificaciones ni certificados a las niñas y niños que estaban en tercero. Son 28 alumnos de preescolar, de estos solo faltan dos que andan en Chihuahua, pero ya van a llegar. La última maestra que estuvo se llevó todo, hasta el sello y la llave. La maestra Gregoria nos dijo que hubiéramos ido al plantón para hablar con la profesora que se fue para que renovara su contrato. La verdad es que ya estamos desesperados porque nuestros hijos no pueden seguir estudiando”, dijo don Moisés Cano.
Los habitantes de Llano de la Rana recuerdan que el preescolar “Cuitlahuac” se abrió entre el 2005 y 2006. Que Yazmidali Néstor Vidal ha sido la única maestra que ha tardado siete años. Después mandaron a la maestra Gregoria, pero como no hablaba Tu’un Savi los niños no le entendían. Luego estuvo tres años el maestro Samuel Camilo. La última fue Senorina que, con clave de primaria, dio clases en preescolar durante cinco años. En los últimos años las niñas y los niños han estado abandonados.
En la primaria es la misma historia. El 23 de septiembre de 2021 las niñas y los niños no han podido tener clases porque la maestra simplemente dijo que se iba, mientras que otra maestra se cambió porque los alumnos se fueron a los campos agrícolas. Sin embargo, varias niñas y niños se quedaron en la comunidad, pero en ocasiones ávidos de conocimiento acuden a las instalaciones educativas, se sientan en sus butacas y abren sus cuadernos.
La maestra que había quedado “no sabía cómo atender a todos” y terminó por “irse sin avisar al comisario, llevándose el sello. Ante la ausencia de docente, llegaron dos estudiantes de maestría para hacer su práctica profesional y sin percibir sueldo por su trabajo se hacen cargo de más de 40 estudiantes. Se dividieron de tres grupos, y dentro de un aula están los de primero, segundo y tercero, en la otra aula de cuarto a sexto. La escuela primaria no es multigrado, pero está funcionando con esa modalidad.
La realidad de las niñas y niños de la comunidad de Llano de la Rana es complicada y compleja porque de acuerdo con estimaciones del Censo de Población y Vivienda 2020 de INEGI hay un alto grado de marginación. Los 179 habitantes viven en condiciones de pobreza. Metlatonoc es el municipio más pobre no sólo de la región de la Montaña, sino de México. El 97.7 por ciento de su población vive en condiciones de pobreza; el 67.8 por ciento en pobreza extrema y el 30 por ciento en pobreza moderada, según datos de CONEVAL.
No solo es la precarización de las familias y las pocas oportunidades de trabajo en las comunidades indígenas de la Montaña, sino el abandono de la niñez por parte de las autoridades municipales, estatales y federales. El titular de la Secretaría de Educación en Guerrero, Marcial Rodríguez Saldaña, ha señalado que en el ciclo escolar 2022-2023 fueron entregadas 721 plazas, pero persiste el problema. La falta de maestros y maestras ha sido histórica en esta región golpeada por el olvido, la violencia, la discriminación y el desprecio de los gobiernos.
El caso de la comunidad de Llano de la Rana evidencia la problemática que padecen las niñas y los niños indígenas de la Montaña. Es urgente que las autoridades educativas atiendan la grave situación de falta de maestros y maestras. Las autoridades estatales y federales están obligadas a respetar las leyes y deben garantizar los derechos básicos en los términos que marca el artículo tercero de nuestra constitución política, así como los tratados internacionales para que no se siga violentando el derecho a la la educación de la niñez en la Montaña de Guerrero.