Abel Barrera Hernández
Don Juan Pérez Gómez junto con el padre Marcelo han trabajado con ahínco en las comunidades de Pantelhó y con la Organización Sociedad Civil Las Abejas de Acteal, para sanar las heridas de la masacre de Acteal y reconstituir la vida comunitaria. Don Juan, un hombre de fe que se forjó en el campo y que como catequista le ha apostado a la reconciliación comunitaria, promovió en su hijo Simón Pedro ese espíritu de lucha y de persistencia para no sucumbir ante las agresiones sistemáticas del ejército, los paramilitares y ahora por el crimen organizado.
En este ambiente bélico, los grupos de la delincuencia organizada se han transformado en los ejecutores de las acciones delincuenciales promovidas por grupos políticos de la cabecera municipal de Pantelhó. En todo momento se han empeñado en destruir a quienes denuncian y ahora a la organización de Las Abejas de Acteal, intentado despojar de sus tierras. La gente identifica muy bien quiénes son sus jefes políticos. Sabe que el grupo del PRD, que ha ostentado la presidencia en los últimos trienios, se coludió con el crimen organizado para controlar el municipio causando terror entre las comunidades indígenas.
Crearon grupos de choque para impedir la organización de las comunidades de manera autónoma.
En el pasado proceso electoral se alentó la confrontación al grado que propiciaron un enfrentamiento con comuneros indígenas de San José Tercero. Aprovecharon la división que hay en esta comunidad, para que elementos de la delincuencia contaminara los manantiales de la comunidad con el fin de causar daños severos a la población. Esta acción criminal provocó la reacción de la comunidad que salió al paso para defenderse. Se dio una confrontación armada, que duró varias horas, sin que las autoridades intervinieran. Lo insólito fue la inacción del ejército que se encuentra a menos de medio kilómetro de San José Tercero. Hasta la fecha se desconoce el número de muertos que hubo de cada grupo, y solo se sabe que fue en abril pasado.
Las elecciones estuvieron controladas por gente de la delincuencia vinculadas con el Partido de la Revolución Democrática y la presidencia municipal. A pesar de que las varias comunidades no simpatizan con los partidos políticos, la compra del voto y el amedrentamiento, doblegaron a varios ciudadanos y ciudadanas, que le dieron el triunfo a quienes usurpan el poder. Este clima de violencia ha fragmentado y debilitado a las comunidades que resisten y que son el blanco de ataques, por atreverse a construir procesos autonómicos para defender los derechos del pueblo.
Desde la masacre de Acteal, donde fueron asesinadas 45 personas más 4 aún no nacidos, el 22 de diciembre de 1997, es una herida que sigue desangrando a las comunidades, por falta de justicia y por la guerra que el gobierno les ha declarado a quienes simpatizan con el proyecto autonómico de los zapatistas. Con la sangre de los mártires de Acteal se fortaleció la organización de Las Abejas que, a más de dos décadas, han podido construir una red de 27 comunidades de los municipios de Chenalhó, Pantelhó y Simojovel. A través de su organización pacifica, sus integrantes nombran en asamblea a compañeros y compañeras que tienen un compromiso claro con la construcción de la Otra Justicia-Lekil Chapanel. Es ejemplar el trabajo que realizan las mujeres artesanas, los promotores y promotoras de salud, las y los jóvenes que trabajan en el campo de la educación. Es muy valiosa la capacidad que han demostrado estudiantes para elaborar materiales de comunicación y dar a conocer la situación que enfrentan como comunidades asediadas por agentes del Estado, en contubernio con grupos del crimen organizado. También las mujeres han sabido administrar la caja de ahorros y varias jóvenes, además de desarrollar actividades artísticas, realizan talleres para promover los derechos humanos y la no violencia entre las comunidades. Han encontrado en el trabajo comunitario, la clave para alcanzar resultados que dignifican la vida de las familias. La Mesa Directiva es el eje que articula todos estos esfuerzos, por eso las compañeras y compañeros escogen a las personas más idóneas.
Simón Pedro, hijo de Juan Pérez Gómez, desde pequeño siguió los pasos de su papá como catequista y como un defensor de la comunidad. Siempre reconocieron en Simón a un joven decidido para impulsar la organización comunitaria. No solo tenía el don de la palabra, sino el carisma para convocar y unir a las diferentes comunidades que forman parte de Las Abejas de Acteal. Le apostó al trabajo comunitario para fortalecer a los diferentes equipos que le dan vida al proyecto autonómico. Siempre tuvo respuestas firmes ante las amenazas de los narcos y los políticos. En lugar de confrontarlos optó por trabajar al interior de las comunidades y generar formas de resistencia pacífica para no caer en la provocación.
La ausencia de las instituciones del Estado ha sido parte de esta guerra silenciosa, que busca desmantelar a los procesos construidos desde la base comunitaria y articulados a esta red de comunidades zapatistas. No ha cambiado la estrategia del gobierno federal de mantener al ejército dentro de los territorios en resistencia, para vigilar y ejercer presión, a través de grupos de choque con el fin de diezmar los esfuerzos de las comunidades zapatistas.
El artero asesinato de Simón Pedro forma parte de esta cadena de crímenes del narco poder, que se han suscitado desde la masacre de Acteal. No solo han sumido en el olvido a estas comunidades que luchan contra el coloniaje, sino que el gobierno les hace la guerra y se colude con los partidos políticos y los grupos del narcotráfico, para asesinar a quienes organizan y defienden a las comunidades indígenas. En la región de los Altos de Chiapas se ha normalizado la violencia y se ha adoptado la estrategia de guerra de contrainsurgencia como una forma de gobierno. La consigna es continuar con las políticas etnocidas, sembrando terror y derramando más sangre entre quienes claman justicia por los mártires de Acteal.
Los caxlanes siguen asumiéndose como los encomenderos de la colonia que quieren mantener sometidos a los indígenas. Se sienten los elegidos para gobernar, estableciendo alianzas con el ejército para impedir que las comunidades se liberen de las cadenas del oprobio. Los ladinos encontraron en los partidos políticos y en el negocio del narcotráfico, la fórmula más efectiva para implantar un gobierno delincuencial, que además de lucrar con el presupuesto público utiliza las armas para destruir todo intento de emancipación y rebelión de los pueblos indígenas.
Simón Pedro deja en la orfandad a 7 hijos pequeños. El narco poder truncó sus sueños por querer vivir dignamente en el territorio de sus abuelos y abuelas. A pesar de que solo terminó la primaria, logró cultivar la cultura milenaria basada en el respeto a la vida de sus hermanos y hermanas, y a la madre tierra. Nunca se arredró ante los caxlanesy los asesinos enquistados en la presidencia municipal de Pantehló. Siempre luchó para que las comunidades de Las Abejas de Acteal vivieran de manera digna y autónoma, liberada de los yugos impuestos por el gobierno, los partidos políticos, el ejército, los narcos policías y el crimen organizado. Nos unimos al clamor de justicia de la organización civil Las Abejas y del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, para exigir un alto al fuego y que pare la guerra contra las comunidades indígenas zapatistas de los altos de Chiapas. Justicia para Simón Pedro.