La mañana de este 17 de octubre de 2024 doña Catalina, su hija y sus nietas, originarias de la comunidad me’phaa de Loma Tuza, municipio de Acatepec, Guerrero, dieron un sorbo de café en el patio porque su casa fue derrumbada por el huracán John. Están tristes porque el único terreno de siembra se desgajó por las lluvias, la escasa cosecha traerá el hambre. Lo peor de todo es que los servidores de la nación no quisieron apoyar porque ya habían pasado por esa comunidad.
La cocina está en el patio de la casa que se desplomó. “El huracán estuvo muy feo. La lluvia duró más de una semana y con viento. Las paredes de la casa de adobe de mi mamá y la mía se empezaron a cuartear. Atrás de la casa está un cerro que se vino la tierra y rompió la pared, quedaron los adobes en el piso. Donde sembramos se deslavó la tierra y se llevó la milpa que ya lo reportamos. Pero los servidores de la nación no nos quisieron apoyar en censar nuestra vivienda. Dijeron que mi mamá tenía una casa de material y ahí puede refugiarse porque sólo registran a quienes no tienen nada, aun cuando su casa de adobe se cuarteó. A mí me dijeron que no podían ayudarme porque recibo el programa Sembrando Vida. Nos quedamos tristes, pero que le vamos hacer”, comentó Flor, hija de la señora Catalina.
Flor señaló que “la tierra de siembra donde se derrumbó es la única que alimenta a la familia. Ahí se da más el maíz, frijol y calabaza que comemos. Es una tierra caliente, tenemos otro pedacito al lado donde vivimos, pero hace mucho frío y casi no da mucho elote y mazorca. Ahora quizá vamos a sacar poquita cosecha, pero solo va alcanzar para unos tres meses”.
Este jueves doña Catalina de 58 años tuvo que caminar tres horas a la comunidad de Zontecomapa, municipio de Acatepec, donde estaban censando y tomando fotografías los servidores de la nación para pedirles que la apoyaran. Lo que le dijeron es que ya no pueden ir en las comunidades que ya pasaron. Les quiso reclamar en lengua, pero no le hicieron caso. Regresó a su casa después de mediodía sin esperanzas.
Más tarde a Flor le avisaron que este 18 de octubre el técnico de Sembrando Vida va a llegar a la comunidad de Loma Tuza para hacer el reporte de los daños de su casa y la siembra. Espera que sea verdad, y con su esposo van a plantear la situación de su mamá. » A ver que dicen», dijo.
Doña Catalina no sólo ha padecido la pobreza extrema, sino que experimenta la discriminación de los funcionarios. El 24 de agosto de 2014 su hija Florencia fue víctima de feminicidio. Cuando acudió con el ministerio público al hablar el me’phaa no le hicieron caso. Tuvo que acudir a Tlachinollan para poder interponer la denuncia. Florencia nunca imaginó terminar de esa manera. Todo empeoró con la demanda de pensión contra su esposo en la sindicatura de Acatepec. Saliendo su esposo la amenazó.
Días después escuchaban por la radio que su esposo hablaba con detalles cómo la iba a matar. Con el miedo Florencia cuidaba a sus dos pequeñas hijas. Esa tarde de agosto estaba una fuerte lluvia, pero tenía que ir a la clínica por una papilla para una de sus niñas. El agua arreció y creció una de las barrancas cuando iba de regreso a la casa de su mamá doña Catalina. Sin más alternativa tomó el camino a la casa donde vivía con su ex esposo para pasar la noche. No se percató que su esposo y tres personas más la seguían sigilosamente. Había pasado una media hora de haber llegado a la casa para guarecerse hasta la mañana cuando entró su ex pareja, atrás iban los demás… La agredieron sexualmente de manera tumultuaria, y con mucha saña la asesinaron con un martillo. Una niña lloraba atrás de su mamá, pero con un golpe de su padre azotó contra la pared de la casa. Al día siguiente la niña abrazaba a su madre.
A los responsables se les iniciaron las investigaciones y un año después se consignó el expediente penal a su ex pareja de Florencia en el Juzgado de Primera Instancia en Materia Penal en Tlapa por el delito de feminicidio. Es el primer caso en la Montaña que se tipifica como feminicidio. El 14 de mayo de 2017 se logró procesar a un responsable y quedaron pendientes tres más. En todo el proceso se desencadenaron una serie de amenazas contra los familiares. En junio de 2021 un agresor fue condenado a 27 años, pero se apeló y en junio de 2022 modificaron la sentencia a 30 años de prisión por el delito de feminicidio. Tres más quedan pendientes.
Doña Catalina emprendió el camino para luchar por la justicia con muchas dificultades. Ha tenido que hacer sus memelas para ir a los tribunales y a reuniones. Para conseguir algo de dinero tiene que ir de peón al campo y en ocasiones pedir prestado. Sobrevive con 500 pesos al mes. En temporadas de lluvia come quelites y tortillas. Sin embargo, este año el huracán John acabó con la mitad de su siembra, con eso se iba a sostener por unos meses. La desgracia parece que sigue a los pobres.