No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

FOTOGALERÍA | La amapola ya no es una válvula de escape a la pobreza

La pobreza se va y llega dependiendo el precio de la amapola. Así se mitiga el hambre. Pese a que en Guerrero hay 160 mil 740 plantíos de amapola y en la Montaña la siembra es mucha, hay reportes de plantíos destruidos en 55 de los municipios, y en los primeros 15 está el 94.4% del total, y 92.5% de las hectáreas siniestradas o fumigadas”, de acuerdo a la nota del periodíco el Sur del 26 de febrero de 2019. La única fuente de ingresos de las familias campesinas termina pulverizándose con el corte de la amapola que realiza el ejército, supuestamente para su erradicación en el marco de la llamada guerra contra el narcotráfico.

Juquila Yucucani: una comunidad Ñuu Savi, perteneciente al municipio de Tlacoachistlahuaca, enclavada en la región de la Montaña de Guerrero. Cuenta con 403 habitantes, hablantes del Tu’un Savi. La localidad se ubica a cinco horas de la cabecera municipal.

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2010 realizado por el INEGI, Juquila Yucucani, es una de las comunidades catalogadas con muy alto grado de marginación y alto grado de rezago social, también cuenta con el 100% de la población de 15 años y más con educación incompleta y el 97.27% sin derechohabiencia a servicio de salud. Se cuenta con una escuela primaria donde dos maestros se hacen cargo de los niños de todas las edades.

Los habitantes de la comunidad comentan que hay una crisis porque el precio de la «goma» está en 5 pesos el gramo, situación que preocupa porque no hay dinero para la escuela de las niñas y niños ni para comer. Ante sembraban más amapola porque el precio de la «goma» llegó hasta 25 pesos el gramo. «Sembrar es complicado porque se tiene que regar con manguera, pero sobre todo porque llega la plaga y no se da bien. Además no hay quien compre, algunas personas tienen la cosecha del año pasado sin poder darle salida», señaló Doña María.

Para ayudarse y poder comer con la familia siempre han tenido que sembrar maíz, frijol, calabaza, cilantro, rábano y en ocasiones se busca quelites para poder subsistir. Este año, los habitantes, señalaron que no se sembró mucho porque no hay ganancias ni compradores, sumado que el precio está muy bajo y el esfuerzo, el trabajo es mucho. En los campos de la comunidad sólo se puede ver sembradíos de milpa, sólo un par de sembradío de amapola con plagas.

Doña Silvia atiza su fogón para calentar unas tortillas y con una bola de frijol molido come con sus hijos e hijas. Antes había ido a juntar yerbamora (quelite) al campo para comer al siguiente día.

En tanto el hambre azota las comunidades indígenas de la Montaña de Guerrero, el Estado ausente. ¿Cuál es la propuesta para la construcción de una sociedad más justa?

 

 

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