Opinión Guerrero la tierra que arde En memoria de David Cervantes Peredo, subsecretario de la Sedatu. A un año de su fallecimiento recordamos el compromiso que asumió con los pueblos indígenas de la Montaña para impulsar la construcción de viviendas con la participación de las jefas y jefes de familia.Fue una experiencia exitosa que la Sedatu debe replicar. En nuestro país el calor nos sofoca y nos impide realizar nuestras actividades con normalidad. Para variar nuestro estado se ubica en los primeros lugares donde el calor es extremo. En la Tierra Caliente la temperatura llegó a 46 grados centígrados, expandiéndose la ola de calor en la zona Norte, Acapulco, la Costa Grande y Costa Chica. Este sofocamiento no sólo causa un malestar generalizado entre la población que se encuentra con el ánimo alterado, de mal humor, deshidratado y desganado para realizar las actividades cotidianas, sino que causa enfermedades y hasta decesos. Nadie acepta este clima adverso y todos demandamos que la lluvia llegue para que humedezca la tierra y corra el aire fresco. Esta ola de calor tiene fuertes impactos en la salud humana, por la deshidratación y golpes de calor que padece la población. Sus efectos pueden ser mortíferos, particularmente en infantes y adultos mayores. La Secretaría de Salud informó este fin de semana que hay un registro de 100 casos de dengue, ubicando al puerto de Acapulco como una de las tres ciudades donde el contagio es mayor en el país.La secretaria de salud, Aidé Ibarez, declaró que el dengue representa un problema de salud a nivel mundial y que en México se han registrado 2 mil 998 casos, ocupando el estado de Guerrero el cuarto lugar con 187 registros. Los incendios forestales aumentan en frecuencia y en intensidad, no sólo en los países de América Latina, también en el norte del continente como en Canadá y Estados Unidos. En estos días la población americana se ha alarmado por el fuego que se expande de los bosques de Canadá. El humo está causando estragos en varias ciudades del este de Estados Unidos, desde Nueva York hasta Carolina del Norte y del Sur. La gente siente que se asfixia y empieza a entender lo que significa la destrucción de los bosques, que amenaza también la vida en las ciudades. La preocupación de los grandes empresarios gira alrededor de sus negocios, se alarman por la suspensión de vuelos, de partidos de futbol y de beisbol. Es mayor la preocupación por la pérdida de millones de pesos por estos eventos que los millones de árboles muertos de calor que son consumidos por las llamas. En esos países se calcula que peligran 75 millones de personas por más de 400 incendios activos que han obligado a los gobiernos a desplegar bomberos, a incrementar el número de naves aéreas cargadas de agua para sofocar estos incendios, sin embargo, la furia de la naturaleza nadie la puede contener. Las autoridades se lavan las manos diciendo «esto es culpa del cambio climático», como si esa respuesta nos ayudara a ubicar las causas de la catástrofe. Los gobiernos no cuestionan las formas irracionales de la explotación del agua destinada a la minería y a la urbanización salvaje. En varios países se ha comprobado que la quema de bosques es para sembrar pasto para ganado o monocultivos de soya. Estos incendios exterminan los microbios benéficos y los hongos que son la base del bosque. Terminan con insectos y aves que polinizan, y contaminan los cuerpos de agua. Lo grave de estos incendios es que el bosque nunca podrá reponerse. Varios investigadores y defensores de los árboles han denunciado que los incendios se han convertido en un arma de la agroindustria para expandirse sobre los bosques y selvas en los territorios de los pueblos indígenas, donde florece la vida comunitaria. En nuestro estado se han registrado 162 incendios forestales que han afectado a una superficie de 29 mil hectáreas, siendo los municipios de Acapulco, Chilpancingo y Coyuca de Catalán los más afectados. La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil informó que en este periodo de estiaje se han suscitado 321 incendios suburbanos, 158 incendios en lotes baldíos y 22 incendios registrados en basureros municipales. En la madrugada del 5 de junio el mercado de Acapulco quedó en ruinas a causa de un gran incendio que fue imposible sofocar. Las reservas boscosas de Guerrero dejaron de ser los santuarios sagrados donde los pueblos indígenas y campesinos mantenían el control territorial y protegían los mantos acuíferos, la gran diversidad de plantas nativas y prevalecía entre los comisariados de bienes comunales y ejidales el cuidado de los bosques. Un caso emblemático fue el de los campesinos ecologistas de la sierra de Petatlán que ante el saqueo indiscriminado de maderas preciosas por parte de empresas canadienses y estadunidenses como la Boise Cascade, se organizaron y bloquearon los caminos para impedir que los camiones troceros bajaran de la sierra. Se trataba de un mega negocio avalado por gobernador Rubén Figueroa, por el cacique regional Rogaciano Alba y los mandos militares que encubrían el tráfico de maderas preciosas, el tráfico de armas y el trasiego de la droga. Por asumirse como defensores del bosque, el Ejército detuvo y torturó a los líderes ecologistas Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera. Posteriormente fue encarcelado Felipe Arriaga, otro líder ecologista acusado de homicidio. Los tres campesinos fueron declarados por Amnistía Internacional como presos de conciencia. Después de un proceso plagado de irregularidades salieron libres, demostrando que su lucha era justa y que no permitirían la destrucción de su hábitat, para que las empresas extranjeras lucraran con la riqueza forestal que pertenece a todos los guerrerenses. Desde 1999 la defensa de los bosques por parte de las comunidades campesinas e indígenas es una lucha sin tregua contra los caciques, los líderes políticos, los ganaderos, los empresarios madereros, las empresas mineras y los grupos del crimen organizado. Todos ellos han hecho causa común para despojar de estos bienes naturales a la población que se encuentra asentada en estos nichos ecológicos. Hay una amenaza permanente contra los dueños de la tierra que tratan de cooptar a sus autoridades agrarias, alientan la división de los miembros del núcleo comunal y el mismo gobierno les impone programas para que se supediten a normas secundarias orientadas a legalizar el despojo y privatizar sus territorios. El grave problema que existe en nuestro estado es que la violencia se ha enseñoreado en las zonas serranas donde se encuentran las grandes reservas de agua, bosque y minerales que han despertado la codicia de empresas extranjeras, de políticos arribistas y de grupos criminales. Estos actores se han coludido con las autoridades municipales para causar terror entre la población, propiciar el desplazamiento forzado de las familias y legalizar el despojo. Esta depredación corre aparejada con la violencia, que al igual que los incendios, se expanden y se intensifican. En este primer semestre de 2023 Guerrero registró 705 homicidios, ubicándose en el número 7 a nivel nacional. Acapulco, Iguala, Taxco, Chilpancingo y Zihuatanejo, son los municipios más violentos de Guerrero, destacando el puerto de Acapulco que recientemente se ubicó en cuarto lugar a nivel nacional. El grave problema que existe en nuestro estado es que la violencia se ha enseñoreado en las zonas serranas donde se encuentran las grandes reservas de agua, bosque y minerales que han despertado la codicia de empresas extranjeras, de políticos arribistas y de grupos criminales. Estos actores se han coludido con las autoridades municipales para causar terror entre la población, propiciar el desplazamiento forzado de las familias y legalizar el despojo. Esta depredación corre aparejada con la violencia, que al igual que los incendios, se expanden y se intensifican. En este primer semestre de 2023 Guerrero registró 705 homicidios, ubicándose en el número 7 a nivel nacional. Acapulco, Iguala, Taxco, Chilpancingo y Zihuatanejo, son los municipios más violentos de Guerrero, destacando el puerto de Acapulco que recientemente se ubicó en cuarto lugar a nivel nacional. Según datos de la Secretaría de Seguridad Pública en el estado hay un registro de 4 asesinatos por día. El mes de mayo fue de los más violentos del año al contabilizar 138 asesinatos. La crueldad de estos casos nos coloca en un estado de barbarie, por la inacción de las autoridades, su insensibilidad ante la tragedia que enfrentan las familias, la complicidad que persiste dentro de las instituciones de seguridad y de las agencias del Ministerio Público, así como el negocio de la justicia, que impide que los responsables de estos crímenes sean castigados de manera ejemplar. Este mismo domingo 18 de junio, en las primeras horas del día fue hallado sobre El Jale de Tlapa un hombre asesinado a pedradas frente a una bodega de abarrotes y junto a los sitios de taxis colectivos que salen a la Montaña. Sus familiares lo identificaron y solicitaron al Ministerio Público la entrega del cuerpo para evitar su traslado al Semefo de Chilpancingo. Para muchas familias estos trámites, además de costosos, causan mayor dolor y sufrimiento, a causa de que en la región de la Montaña no existen estos servicios médicos forenses. De los 705 homicidios acaecidos en Guerrero, hay un registro de 55 mujeres asesinadas y sólo 3 casos fueron catalogados como feminicidios. Para colmo de males en la colonia Buena Vista de esta ciudad de Tlapa se tuvo el registro más reciente de una mujer de aproximadamente 35 años que fue asesinada a puñaladas. Se encontraba dentro de una bolsa de plástico negra, desnuda, con lesiones por arma blanca y hasta el momento se desconocía su identidad. Estos hechos deleznables quedan en la impunidad, y con el paso de los días nos malacostumbramos a padecer estos crímenes que se multiplican diariamente. El desastre de nuestra vida pública se debe a que la clase política del estado forma parte de una mafia y con triquiñuelas se aferran a los cargos públicos. Su obsesión por el poder y el dinero los obnubila. Pierden el sentido de la realidad y se olvidan de la gente que sobrevive y lucha contra el fuego de la violencia. Guerrero es un territorio en llamas por la depredación ambiental y la indolencia de las autoridades que han dejado a la deriva el cuidado de nuestros bienes naturales que para los pueblos indígenas son sagrados. Somos un estado que arde, no sólo por las altas temperaturas que nos desquician, sino por la violencia acendrada, que con el fuego de las armas de los grupos criminales destruyen vidas para extraer la riqueza de nuestros yacimientos, que son las venas abiertas de un pueblo combativo, que lucha contra los malos gobiernos. Foto: Amapola Periodismo Share This Previous ArticleViolencia y trabajo infantil en la Montaña Next ArticleUna crónica de la ausencia en la Montaña 19 junio, 2023