Derecho a la verdad Historias luminosas en tiempos de infortunio En el marco del 30 aniversario del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan se realizó un encuentro de familiares de personas desaparecidas del país, denominado Historias luminosas en tiempos de infortunio. Las experiencias fueron aterradoras por las funestas acciones del Estado y los grupos de la delincuencia organizada. Desde los 60 hasta la actualidad se ha implantado el terror y políticas de contrainsurgencia. El recorrido de los testimonios a través del tiempo fue crudo y doloroso. Las lágrimas de rabia, coraje, impotencia marcaron las palabras, pero también luces de esperanzas en un camino arduo de lucha. Los colectivos de desaparecidos se dieron aliento de esperanza, se abrazaron y coincidieron que tienen que seguir buscando a sus seres queridos. Las madres y padres de familia dibujaron la geografía del dolor. Los lugares turísticos y considerados mágicos se convirtieron en fosas clandestinas. Son lugares de silencio, pero que las buscadoras de México lo han quebrado. El modelo estractivista es arrancar la vida. No nos vamos a someter, vamos a luchar y gritar. La voz de las hijas como Tania Ramírez del Colectivo H.I.J.O.S de la Ciudad de México que desaparecieron a su papá. Los militares lo llevaron al campo militar número uno. La última vez lo vieron muy lastimado. “Nuestros padres no sólo son desaparecidos, son revolucionarios”. El Colectivo H.I.J.O.S México se fundó hace 24 años para luchar contra el olvido y el silencio. Tania fue escuchando historias parecidas en Colombia, en Chile y en otras latitudes del mundo. “Poco a poco fuimos descubriendo que era terrorismo de Estado. Eso era un eco en todos los países de una doctrina de Estados Unidos, donde se enseñaba a matar… Fuimos observando la transición democrática, había expectativa después del PRI, pero fuimos viendo que esos otros gobiernos de izquierda necesitábamos nuevas formas de reflexión. En la actualidad no han podido salir de la crisis de derechos humanos. Se han destruido las vidas. Implementamos una estrategia de denuncia social en las calles y en espacios públicos. Las calles que llevan los nombres de asesinos como Luis Echeverría, Gustavo Díaz Ordaz las fuimos cambiando, nombrándolas distinto. También salíamos en el centro de la ciudad con tendederos y se repartían volantes. La gente veía las fotos de los desaparecidos y pensábamos lograr la conciencia social”. Las desapariciones forzadas fueron instrumentadas por el Estado, pero en los últimos años la práctica se ha acentuado en los grupos del crimen organizado en colusión con las instituciones. En Guerrero el ejército llevó a cabo estrategias de contrainsurgencia con el propósito de eliminar la guerrilla de Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas. Saúl de la comunidad de El Quemado, municipio de Atoyac, narra la ola represiva de los años 70. “Era un 5 de diciembre de 1972 cuando el ejército llegó a nuestra comunidad El Quemado. Citó a una reunión a todos los campesinos en la cancha central para un informe supuestamente, pero la sorpresa fue que traían unas listas que ellos habían elaborado de campesinos. Los empezó a nombrar, realizaron detenciones y utilizaron las casas de la misma comunidad como cárceles para luego ahí torturarlos y sacarles la verdad, acusándolos de pertenecer a la guerrilla de Lucio Cabañas Barrientos. El saldo fue de 90 campesinos detenidos, muchos de ellos de la tercera edad quedaron bajo la tortura. Algunos tardaron meses detenidos, pero los sacaron sólo para morir porque estaban muy golpeados. Muchos tuvieron problemas audiovisuales y problemas de trastornos mentales. Otros tenemos la triste realidad que jamás volvieron, se habla que fueron de los que participaron en los famosos vuelos de la muerte, de los que echaron al mar. Los que están en calidad de desaparecidos son aproximadamente 32 compañeros. Los que quedaron en la cárcel bajo arresto fueron sentenciados a 30 años, pero salieron en el 86 por una amnistía”, relata Saúl. La desaparición forzada es muy dolorosa. Es una herida abierta, así como las luchas. En esa continuidad de larga data de las desapariciones vino Ayotzinapa. Para revertirla es importante apostarle a la organización. No se puede hablar de verdad sin justicia, agregó Tania Ramírez. Doña Cristina Bautista habla de que “el caminar para encontrar a nuestros hijos ha sido muy difícil. Con el informe de los expertos del GIEI señalaron que fue un crimen de Estado porque fue una acción coordinada de las autoridades para desaparecer a nuestros 43 hijos. Es difícil porque no sabemos si comen, duermen o están enfermos. Son 10 años y dos meses de dolor, pero vamos a seguir buscándolos hasta encontrar la verdad”. “Tlachinollan nos ha acompañado, así como el Centro Pro, Serapaz y Fundar. El grupo de expertos llegó en el 2015, pero ya no pudieron seguir en el 2016. Qué están haciendo nuestros hijos o qué les están haciendo. Son 10 años y dos meses, han fallecido madres y padres sin encontrar a sus hijos. Con Enrique Peña Nieto fueron puros engaños. Con Andrés Manuel López Obrador tardó un año para conformar el equipo de la Comisión de la Verdad. Las búsquedas continuaron, pero no encontraron nada. Los avances son porque hay restos encontrados de otras familias. En 2021 encontraron los restos de dos estudiantes, pero sus padres tienen la esperanza de que sus hijos estén vivos porque uno puede vivir sin un dedo o pie”. María de Jesús recordó cuando le llegó la noticia de que los estudiantes habían sido atacados en Iguala. Había mucha gente en la cancha techada y los padres estaban esperando que regresaran sus hijos. Ahí empezó el dolor y la angustia. Fue impactante cuando algunos padres pudieron abrazar a sus hijos, pero otros quedaron esperando. Doña Hilda Hernández contó: “Nunca imaginamos una desaparición, hasta el momento no sabemos explicarlo. Nos dijeron que estaban detenidos y que iban a salir porque siempre eso pasaba. Tantos años esperando sin saber nada. Cada cumpleaños es muy doloroso. Mi hijo sufre de gastritis, alergia para respirar. Nos preocupamos hasta la fecha”. El Colectivo Lupita Rodríguez señaló que el fin último de las desapariciones forzadas es generar terror. La Fiscalía de Guerrero no está haciendo investigaciones, son las familias quienes tienen que buscar información y pelear para que el Congreso del estado legisle una ley sobre desaparición forzada, donde es clave un Centro de Identificación Humana. Las familias han tenido que buscar a sus seres queridos porque las instituciones no hacen nada. Los legisladores y legisladoras les gana su visión racista. En la entidad hay 4 mil 281 desaparecidos. Son pocos los que denuncian. “El año pasado encontramos 10 cuerpos”. Una buscadora describió a Chilapa como una zona de silencio donde todos callan por temor. Las Madres Igualtecas también contaron historias desgarradoras. Con las lágrimas en el rostro retrataron el viacrucis que han tenido que pasar para encontrar a sus hijas, hijos, padres y madres. Una de ellas contó que en julio de 2021 “mi hermano fue levantado con lujo de violencia como todos. Hoy no tengo miedo. Tengo mis brazos y mis manos para escarbar. Tengo ojos para traspasar las piedras y tierra para encontrarlo. Nadie te dice siento lo que tu sientes. Siempre me preguntaba por qué rayan, por qué gritan, rompen los estudiantes de Ayotzinapa… ahora lo haría mil veces”. Los colectivos de Guanajuato, Veracruz, Estado de México, Ciudad de México, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, entre otros, coinciden que las autoridades no están del lado de las personas buscadoras, al contrario, las criminalizan y las dejan en el abandono. Han tenido que arriesgar la vida para buscar a sus seres queridos. Las fosas y los cuerpos que han encontrado son cientos. México es una fosa. El dolor, pero también la esperanza se resume en el grito: ¡por qué los buscamos, porque los queremos! ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! Share This Previous ArticleCondenan a 36 años de prisión al militar feminicida de Melani Next ArticleMemoria imbatible: ¡corazón de acero! 5 días ago