No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

Informe XXX | Memoria imbatible, corazón de acero

Memoria imbatible, corazón de acero

 

 

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En el maremágnum de la violencia

 la paciencia colmó los ánimos

 de hombres y mujeres

 que esperaban de los gobernantes

 sensibilidad y sapiencia.

 

La fuerza y la metralla

siempre acompañaron

a los caciques desalmados.

No toleraron que el pueblo

los increpara

ni que desenmascarara sus tropelías.

Enfurecían

por sentirse intocables,

a pesar de su pésimo desempeño

y detestable comportamiento.

 

Hace 5 décadas

el mar se tiñó de rojo

con los vuelos de la muerte.

La sierra se transformó

en el campo de batalla

contra los que levantaron la voz,

ante tanta infamia y perversidad.

 

Hombres y mujeres del campo y la ciudad

actuaron con mucha civilidad,

demandaron respeto a los derechos del pobre

y emplazaron a la autoridad

para garantizar un ambiente de gobernabilidad. 

 

Los militares investidos de gobernadores

arremetieron contra maestros y estudiantes

que demandaban la autonomía universitaria.

Con estos agentes usurpadores

la llama de la rebeldía se expandió

en todos los sectores de la sociedad.

La represión no contuvo la ira de la población.

Salió a las calles para tumbar a los gobernadores.

 

Las balas quisieron acallar la rabia de los insumisos,

pudo más el poder popular que la bota militar.

El pueblo de Guerrero demostró

que en cada familia hay hijos dispuestos

a pelear con dignidad.

 

La historia rebelde de nuestra entidad

escrita con sangre de los caídos,

nos devela que la fuerza revolucionaria

es capaz de cimbrar al poder caciquil.

De romper las cadenas de la esclavitud

y sacar del palacio de gobierno

a los traidores.

 

Los gobernantes sanguinarios

emprendieron la persecución encarnizada

contra los alzados.

Los militares tuvieron permiso para matar

y los pistoleros disfrazados de policías

sembraron el terror

para ultrajar y torturar

a quienes se osaron

en empuñar las armas

para contener la barbarie.

 

Remontados en la intrincada serranía

las células guerrilleras

crearon sus redes clandestinas

para enfrentar la política gansteril

de gobiernos que cobardemente

contrataba huestes asesinas.

 

En la densa niebla de la montaña

formaban sus círculos de reflexión

para fortalecer la organización

y afianzar las bases de la rebelión.

 

Su valor fue inconmensurable

y su heroísmo lo forjaron

con el acero de su dignidad.

Fueron aguerridos e indoblegables.

Fieles a sus ideales de justicia

e implacables contra los forajidos

del mal gobierno.

 

Guerrero fue el cuartel

de los generales torturadores.

Su infamia no tuvo límites,

asesinaron a sangre fría

en las mazmorras de los policías,

para acallar a los defensores del pueblo.

 

Las familias pagaron la osadía

de sus esposos e hijos.

Cercaron sus comunidades

para debilitar su resistencia

y doblegar sus ideales de justicia.

Las mujeres bravías nunca sucumbieron,

siempre cumplieron su encomienda

de preparar alimentos para nutrir la resistencia.

La solidaridad fue la red invisible

tejida con ternura y amor

impulsados por el motor

de sus hijas e hijos. 

 

Los militares quemaron casas

y violaron mujeres,

destruyeron cultivos

y se llevaron a los hombres.

Fue una guerra de exterminio

para apagar el fuego de la rebeldía

e imponer el dominio

de la oligarquía. 

 

Hace 50 años

desaparecieron a Rosendo Radilla,

por componer corridos a Lucio y a la guerrilla

y recibir en su casa a los alzados.

El gobierno aplicó su plan telaraña y el rastrilleo

llevándose a las autoridades

y a la gente del campo

para matar a los peces quitándoles el agua.

 

Los testimonios valientes

de madres, esposas e hijas,

coinciden que a sus familiares

los desaparecieron en 1974.

La furia del Estado por el secuestro de Figueroa

Implantó el terror y desencadenó

la represión más cruenta. 

 

Acosta Chaparro, el general sanguinario,

disparaba en la nuca

a los detenidos en pie de la cuesta.

Los aviones arava de origen israelí

surcaron el pacífico hasta las costas de Oaxaca,

para tirar al mar a los insurrectos.

Los vuelos de la muerte

dejaron una cicatriz imborrable

en las familias de Atoyac.

 

Han pasado 5 décadas,

 y ningún gobierno ha hecho justicia a las víctimas.

Todos han encubierto al ejército.

Lo han colocado en un nicho

para que nunca rindan cuentas por sus crímenes atroces.

Las promesas de investigar estos hechos deleznables

y castigar a los responsables,

fue un discurso hueco del presidente Obrador.

En lugar de colocar a los militares

en el banquillo de los acusados,

los defendió como los paladines

de la cuarta transformación.

 

Los sobrevivientes y familiares

enfrentaron con aplomo las simulaciones

del huésped de palacio nacional.

Forjaron su lucha en la clandestinidad

fueron perseguidos y criminalizados.

Resistieron los embates de los mismos perpetradores

y del aparato represivo de los gobernadores.

 

Nunca sucumbieron,

y desafiaron en todo momento

las trapacerías de un poder impune.

Su lucha sigue viva y pujante

con el corazón ardiente

y la pasión incandescente.

 

La batalla sin cuartel

del líder guerrillero Lucio Cabañas,

cabalga en las sierras y montañas.

Es un torrente inagotable

de resistencia y reciedumbre.

Un símbolo nacional.

Resplandece su ejemplo

por la congruencia y rectitud de su lucha,

por su valor y compromiso con los pobres,

por su entrega y arrojo.

Su lucha sigue vigente

en los parajes del olvido

y en la tierra que lo vio nacer.

 

Las causas son como las rocas

de la Montaña,

infranqueables e inamovibles por la impunidad.

Por mantener los pactos del silencio

con los bellacos del régimen.

 

La pobreza sigue cobrando vidas

y pisoteando los derechos

de los descartados por el sistema capitalista,

que se afianza por encima

de los gobiernos conservadores

y progresistas.

 

En los 30 años

hemos tenido el privilegio

de acompañar a los pueblos indígenas y afromexicanos.

De estar al lado de las víctimas,

luchando palmo a palmo,

padeciendo el desprecio y la animadversión.

Hundidos en el pantano de la violencia y la discriminación.

 

La militarización se enseñoreó en Guerrero

con los gobiernos de todos los colores

sin excepción alguna se han plegado a sus dictados macabros

siendo cómplices de sus atrocidades.

Han dejado en sus manos manchadas de sangre

la seguridad del pueblo guerrerense

y les han otorgado la facultad de investigar los delitos.

El poder militar desangra nuestro estado

porque mantiene intocada la estructura delincuencial

enquistada en el aparato gubernamental.

 

En lugar de investigar a los violadores de derechos humanos,

la guardia nacional indaga a los ciudadanos.

La construcción de la paz

en Guerrero es una simulación

que busca desarticular las luchas

del movimiento social. 

 

Las personas desaparecidas

siguen vivas en la memoria colectiva,

siempre están presentes

y el grito de “vivos los queremos”

retumba en los palacios de gobierno.

 

Las autoridades han ignorado a las víctimas.

y cerrado las puertas del diálogo.

Para el poder

son personas incómodas e intransigentes,

irreverentes ante el presidente.

Son firmes y veraces,

duros y estridentes.

Son la piedra en el zapato de los gobernantes. 

 

2024 marcó la década de la impunidad,

con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador

optó por colocarse en las filas del perpetrador.

Denostó a los abogados e ignoró los hallazgos del GIEI,

presentando un informe desolador.

 

Su gobierno defendió al ejército hasta el último instante,

nunca lo obligó a entregar los 800 folios.

Pudo más el poder militar

que la palabra presidencial.

 

Las madres y padres de los 43

lograron vencer todos los obstáculos y traiciones del poder.

Tuvieron la fortaleza para soportar las crudas revelaciones

de los perpetradores.

A pesar del sufrimiento extremo

su memoria es imbatible y su corazón de acero.

El amor por sus hijos es eterno: 

 

Hijo yo nunca te abandonaré.

Escucharé siempre tu voz,

acariciaré tu rostro en mis sueños

y sentiré en todo momento los latidos de tu corazón.

En México y otros países,

miles de amigos y amigas

están junto a nuestro corazón

y exigen al gobierno

que sea veraz y transparente.

 

La razón nos asiste,

las mentiras de los presidentes se derrumban

y sus traiciones quedan bajo el escrutinio del pueblo,

del que tanto hablan. 

 

Nadie me arrebatará el derecho de estar a tu lado,

de contemplarte en mis noches de aflicción

y de colmarte de bendiciones.

Esperaré pacientemente

tu regreso a la casa que te vio nacer.

 

 

 

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