Violencia de género Más de 3 años sin justicia para Kenia y Abelina (XXII microhistoria) Dominga: seis años de ausencia clama justicia (I Microhistoria) Dominga era del pueblo Ñuu´Savi, originaria de Metlatonoc. Nació el 15 de octubre de 1991 bajo las espesas nubes que abrazan las montañas. En los últimos años radicaba en Tlapa, Guerrero. Era madre de un niño de diez años de su primer matrimonio. Dominga tenía una relación de pareja con Hermelindo N, un hombre mayor con quien vivió más de dos años. A pesar de que estaban en la misma casa que rentaban, sus papás de la tercera edad no se percataron de la violencia física que ejercía el agresor celoso, posesivo y violento. Una ocasión no sólo la maltrató verbalmente, sino que se le fue a golpes hasta que la dejó en el piso de tierra. Tuvieron que pedir ayuda con la policía estatal y fue detenido Hermelindo N por las lesiones que le había generado a Dominga. Se separaron, pero Dominga no quiso presentar cargos contra el agresor por miedo a las represalias, porque sabía que era una persona peligrosa y constantemente la amenazaba con hacerle daño. Después de un mes Hermelindo insistía en ver a Dominga. El 17 de febrero del 2019 entró una llamada a su celular, era su ex pareja. Acordaron verse en la tienda Super Che, pero con los minutos se trasladaron a una casa de huéspedes que se encuentra sobre la carretera Tlapa-Chilapa. Se quedaron durante la noche. Sin embargo, al siguiente día por la mañana cuando personal de la casa de huéspedes se disponía a hacer el aseo en la habitación Dominga fue encontrada sin vida. Fue asfixiada. Después de cinco años del feminicidio de Dominga, el 8 de julio del 2024 vincularon a proceso a Hermelindo N por el delito de feminicidio. Actualmente se encuentra detenido. La lucha de sus padres, monolingües de la lengua Tu´un Savi, fue inclaudicable para buscar justicia. Pudieron realizar sus propias investigaciones para que se diera con la ubicación del feminicida. Su vulnerabilidad no fue un impedimento, y entre la pobreza y marginación hicieron lo posible para acudir repetidas veces al ministerio público a preguntar por los avances de la carpeta de investigación. Lamentablemente tuvieron que transcurrir cinco años para su ubicación y su detención. Dominga tendría 33 años. Este 17 de febrero de 2025 cumplió seis años de su feminicidio. El camino de la justicia sigue y “no vamos a parar hasta que haya una sentencia contra el que asesinó a nuestra hija”. Abigail quería ser maestra, pero le cortaron las alas (II microhistoria) Abigail tenía 16 años, joven indígena nahua originaria de San Lázaro, municipio de Olinalá. Su sueño era ser maestra. En su comunidad sólo había una primaria, así que tenía que caminar más de un kilómetro aproximadamente, una hora de camino todos los días a Temalacatzingo para estudiar en el colegio de bachilleres, donde cursaba el primer año. Un lunes 25 de septiembre de 2006, Abi venía de regreso de la escuela, cuando en su camino encontró a cuatro vecinos en estado de ebriedad, uno de ellos era su tío. Fue llevada a la fuerza a una casa abandonada, donde fue víctima de violencia sexual y múltiples golpes en el cuerpo. La privaron de la vida de manera brutal. Sus familiares se preocuparon porque no había llegado a la hora que siempre lo hacía. Las horas pasaban con la incertidumbre y decidieron realizar una búsqueda por los caminos para dar con su paradero. Acudieron con las autoridades, pero sólo la revictimizaron. A pesar de la enorme omisión de las autoridades sus padres no desistieron. Siguieron buscando a su hija. Días después dieron con el hallazgo de Abigail. Los agresores fueron procesados, actualmente tres de ellos se encuentran cumpliendo una condena de sesenta años de prisión por el delito de homicidio calificado y violación tumultuaria, en el sistema tradicional. El feminicidio de Abigail conmocionó a toda la comunidad, dejó consigo una herida que a 18 años continúa el dolor en sus corazones. Víctima de feminicidio, le quebraron las alas y sus sueños le fueron arrebatados. A los familiares reconocemos su fortaleza en este caminar por la búsqueda de justicia. Abigail, tu nombre que no olvidamos. Griselda: “Sus alumnos quedaron sin maestra, sus papás se quedaron sin una hija y yo me quedé sin una amiga” (III microhistoria) Griselda era una joven de 29 años originaria de Tlacuiloya, municipio de Tlapa, del pueblo indígena nahua. Gris por sus propios medios estudió para ser maestra de inglés, ahí conoció a su novio, quien era cuatro años mayor que ella. Su relación la formalizaron en noviembre de 2023, meses después se fueron a vivir a casa de uno de sus hermanos. Familia y amistades comenzaron a darse cuenta del control que ejercía su novio, al grado de prohibirle la comunicación con ellos. Su pareja tenía vinculado el número de celular de Griselda para saber con quién establecía contacto. Fueron más de cuatro hechos graves de violencia. Ante los ciclos de violencia, los papás de Gris hablaron con su novio para decirle que si no la quería que mejor se alejara de ella. Tenían conocimiento de que tenía problemas de consumo de alcohol y drogas. En enero del 2024 la convenció de irse a rentar un cuarto enfrente de la Preparatoria #11. El 22 de febrero de 2024 venía de regreso de su comunidad donde laboraba, cuando se comunicó con su amiga para decirle que ya había terminado definitivamente con su novio, porque la había golpeado hasta provocarle lesiones en el cuerpo. Ese día le habló por teléfono insistentemente diciéndole que necesitaba verla. Gris acudió sin saber que era su último día con vida. Nunca imaginó que su agresor había planeado su muerte. No le tembló la mano para sostener el cuchillo y asesinarla con veintinueve lesiones, la herida en el cuello fue la mortal. Pese a las movilizaciones y demandas de colectivas feministas para dar con el paradero del feminicida a la fecha nada se sabe de los avances de este caso. Catalina y Teresa: les arrancaron las esperanzas (IV microhistoria) En el 2014, Catalina de 29 años, su mamá Teresa de 43 y su papá de 55 años, una familia jornalera originaria del pueblo Me´phaa de Santa María Tonaya, municipio de Tlapa, Guerrero, fueron privados de la vida con arma blanca, en el interior de su domicilio. Después de estar seis meses en los campos agrícolas habían regresado a la comunidad. Amado, pareja de Catalina, originario de Cochoapa el Grande también había regresado. Ese mismo día por motivo de su regreso a casa el padre de Catalina, su yerno Amado y más familiares convivieron ingiriendo bebidas alcohólicas. Nada parecía extraño, sin embargo, al llegar la noche los testigos refieren que los familiares de Amado ingresaron al cuarto de los padres de Catalina para robarles el dinero que habían ahorrado trabajando como jornalero. Los padres de Catalina se percataron del robo, pero al tratar de evitar fueron agredidos con una navaja. Comenzaron a pedir ayuda. Catalina escuchó los gritos y fue a ver qué pasaba. Se dio cuenta que su propio esposo y sus familiares estaban agrediendo a sus padres. Trató de defenderlos, pero no fue posible porque Amado llevaba un arma con la que disparó en 9 ocasiones, privandola de la vida. Catalina tenía un embarazo de 35 semanas de gestación. La escena violenta resultó totalmente traumatizante para sus tres hijos que fueron testigos presenciales y que quedaron en la orfandad, pues fue su propio padre quien privó de la vida a su madre y abuelos. El responsable del feminicidio de Catalina permaneció en prisión por aproximadamente dos años, mientras los agresores de la muerte de sus padres continúan prófugos de la justicia. Ha pasado una década sin que haya investigaciones para que se castigue a los responsables. Aurelia, 10 años de impunidad (V microhistoria) Aurelia, tenía 27 años, originaria de la comunidad nahua de Ayotzinapa, municipio de Tlapa, Guerrero. La pobreza la orilló a que desde niña acompañara a su mamá a los campos agrícolas para ganarse un dinerito, al menos para no morir de hambre. Vivió un tiempo con su esposo y procrearon a dos hijos. Sin embargo, la violencia aumentó en su hogar. Su pareja la maltrataba verbalmente y la golpeaba seguido. Cuando la violencia llegó al clímax, Aurelia decidió separarse. Su ex pareja iracundo la amenazó con quitarle a sus hijos. Tuvo que acudir al DIF municipal de Tlapa para demandarlo que diera la pensión de sus dos hijos. El 22 de septiembre de 2014 firmaron un acuerdo donde el padre de los niños le daría 800 pesos y la convivencia. Prefirió llevarse a sus hijos, donde vivía con otra mujer, para no darle dinero a Aurelia. La obligaba a ir hasta su pueblo por los niños sabiendo que no tenía dinero para sus pasajes. Un día su ex pareja le llamó por teléfono en la caseta del pueblo con el pretexto de que su niño mayor de cinco años estaba enfermo y quería verla. Aurelia se preocupó y como pudo se fue. Al regresar no le dio al niño mayor, solo trajo en brazos al de dos años, pero nunca llegó a su casa. El 20 de julio del 2015, Aurelia fue encontrada tirada cerca del crucero de Ayotzinapa. Tenía el tiro de gracia en la cabeza. Fue una noche lluviosa que duró hasta la madrugada. Su niño de dos años de edad se encontraba pegado a sus brazos, moribundo por el frío. Actualmente, el pequeño tiene 11 años y vive con su abuela. A casi una década del feminicidio aún no hay castigo para el responsable. El feminicida se pasea impunemente por las calles. Lo peor es que le ha dicho a su hijo mayor que su abuela ya murió. Las autoridades no investigan, dejaron en el olvido el caso. Justicia para Aurelia. Más información: https://www.tlachinollan.org/mi-papa-mato-a-mi-mama/ Justicia para Maurilia (VI microhistoria) Maurilia, mujer me’phaa. Tenía 73 años. Vivía al lado de su nieta y bisnieta en un paraje denominado Majagua del Toro, anexo de Barranca Nopalera, municipio de Tlacoapa, Guerrero. En octubre de 2021, con la mañana fría Maurilia y su nieta se encontraban alistándose para empezar sus actividades cotidianas cuando llegaron Rogelio e Ismael a tocar su puerta, vecinos del pueblo. Le pidieron a Maurilia que los acompañara para que les enseñara la colindancia de su terreno. Maurilia los acompañó al pedazo de tierra, pero al llegar la empezaron a agredir. Trató de defenderse, sin embargo, fue atada a un palo de encino y estrangulada. Su nieta preocupada fue a buscarla porque había pasado mucho tiempo. Al llegar se percató del feminicidio. Los agresores la siguieron, Rogelio trató de matarla con un machete para que no hubiera testigos. A pesar de que se defendía, la estuvieron siguiendo por más de media hora hasta que la lesionaron en la cabeza. A punto de desmayarse buscó fuerzas para escapar con su pequeña hija de tres años. El proceso jurídico del feminicidio de Maurilia continúa. En la audiencia intermedia fue reclasificado a feminicidio en agravio de Maurilia y tentativa de feminicidio en agravio de su nieta. Al mediodía de este martes 25 de febrero de 2025 está programada la audiencia de juicio oral para presentar medios de prueba. Para la nieta, quien estará en la audiencia, es traumatizante porque no sólo es testigo, sino también víctima. A 3 años y cuatro meses sus familiares exigen justicia para Maurilia. El túnel de violencia que vivió Flor (VII microhistoria) Flor, originaria de la comunidad Me’phaa de Loma Tuza, municipio de Acatepec. Tenía 23 años. Madre de 2 niñas de 5 y 3 años. Ante la violencia machista, Flor se separó de Marcelino porque siempre la golpeaba. En agosto de 2014 acudió a la Sindicatura de Acatepec para solicitar los gastos de alimentos para sus hijas. Su ex pareja estaba muy molesto porque lo había demandado y no estaba de acuerdo con darle para los gastos. Sin embargo, acordaron la cantidad de dos mil pesos mensuales. Al salir del ayuntamiento, Flor recibió amenazas directas por su osadía. Días después escuchaban por la radio que su esposo hablaba con detalles cómo la iba a matar. Con miedo, Flor cuidaba a sus dos pequeñas hijas. Esa tarde del 24 de agosto una fuerte lluvia se desgajaba de las nubes negras, pero tenía que ir a la clínica por una papilla para una de sus niñas. El agua arreció y creció una de las barrancas cuando iba de regreso a la casa de su mamá, Catalina. Sin más alternativa tomó el camino a la casa donde vivía con su ex esposo para pasar la noche. No se percató que su esposo y tres personas más la seguían sigilosamente. Había pasado una media hora de haber llegado a la casa para guarecerse hasta la mañana cuando entraron los agresores. La agredieron sexualmente de manera tumultuaria, y con mucha saña la asesinaron con un martillo. Una niña lloraba detrás de su mamá, pero con un golpe de su padre azotó contra la pared de la casa generándole un traumatismo craneal. En la actualidad, Marcelino está cumpliendo una condena por el delito de feminicidio de 30 años de prisión. Es el primer caso en la región de la Montaña que se juzga por el delito de feminicidio en el sistema tradicional. En todo el proceso se desencadenaron una serie de amenazas contra los familiares de Flor. Pese a ello, su madre Catalina nunca se arredró, al contrario, con más fuerza exigió justicia. El feminicidio de Gloria, una herida pendiente (VIII microhistoria) Gloria, tenía 23 años. Era de una comunidad perteneciente al municipio de Malinaltepec. Llegó a Tlapa para buscar trabajo. Rentaba en la colonia Caltitlán con su pareja. El 08 de abril de 2015 se encontraba en su cuarto. La versión de su esposo es que él salió un momento y cuando regresó encontró a Gloria en el suelo. Luego vio salir a una persona. Tenía más de treinta y cinco lesiones de navaja (arma blanca) en diferentes partes del cuerpo. Las investigaciones apuntaron a su cónyuge como responsable. Se inició la averiguación previa por el delito de homicidio doloso. Mary Tere: no fue homicidio, fue feminicidio (IX microhistoria) Mary Tere, originaria y vecina de Tlapa, Guerrero. Tenía 22 años. El 16 de enero de 2016 su esposo la golpeó hasta que la dejó ensangrentada. Corrió a la calle para salvarse, pero las agresiones con arma blanca siguieron hasta que fue asesinada. Su niña de siete años fue testigo del atroz crimen. La carpeta de investigación la iniciaron por delito de homicidio. A pesar de que su niña acudió ante el Tribunal para dar su testimonio, donde eran evidentes las razones de género, no la tomaron en cuenta. El agresor está trás las rejas, pero no fue condenado por feminicidio. La habitación de Maricela en un torbellino de violencia (X microhistoria) Maricela del pueblo indígena náhuatl, era originaria y vecina del municipio de Copanatoyac, Guerrero. Tenía 32 años. Le gustaba ser maestra de danza en la secundaria del pueblo. Al ritmo del viento dejaba caer sus pasos en la cancha de la escuela para mostrarle a sus estudiantes. En 2010 inició una relación de pareja con un médico. Con el tiempo tuvo tres niñas de 5, 3 y 2 años. Poco a poco la violencia física y psicológica en su contra fue ganando terreno. El ambiente hostil siguió, porque su pareja era posesivo y controlador. Acudió con el Juez de Paz en febrero de 2016, donde acordaron que iban a continuar con su relación sin violencia, pero su esposo no cumplió. Las agresiones no cesaron. El primero de junio de 2016 tras una discusión no le permitió salir del domicilio. Sus familiares la fueron a buscar, pero al no salir decidieron entrar. Nunca imaginaron encontrarla en la recámara tapada con una sábana sin signos vitales. Inmediatamente dieron parte al ministerio público y Semefo. Los peritos determinaron que murió de asfixia por estrangulamiento. El agresor tenía su consultorio médico en el interior de la casa de su suegra. Trató de borrar toda evidencia para ocultar el crimen. Encontraron en el cuarto varias cartas que el médico le escribía a Maricela para decirle cuánto la amaba y que cambiaría para ser mejor persona. Cuando se fue de la casa se llevó el vehículo de la víctima. A 8 años del lamentable feminicidio no se ha detenido al agresor. La violencia militar contra Mariela (XI microhistoria) Mariela, era originaria de la comunidad me’phaa de Tres Cruces, municipio de Acatepec, Guerrero. Tenía 18 años. Radicaba en Tlapa. El 19 de agosto de 2016 encontraron a Mariela sobre la carretera Tlapa-Metlatonoc, con cuatro impactos de bala en la mejilla derecha, mandíbula, cuello y abdomen. Presentaba señales de tortura sexual. Su pareja, un militar, fue el agresor. Se inició la carpeta de investigación por el delito de homicidio doloso por arma de fuego y no por feminicidio. La justicia para las mujeres en la Montaña es letra muerta, permanecen en la indiferencia gubernamental. Las autoridades dejaron en la impunidad al militar feminicida. Aleida, vivir en un territorio minado por la violencia le costó la vida (XII microhistoria) Aleida, mujer nahua, tenía 33 años. Era originaria y vecina de Chiaucingo, municipio de Cualac, Guerrero. El 21 de julio de 2019 fue encontrado su cuerpo sobre la carretera rumbo a la colonia Zapotales del municipio de Tlapa. Fue decapitada, y aun lado de su cabeza dejaron un narcomensaje en el que decía: a la gente de Olinalá y Chiaucingo dejen de mandar viejas, Tlapa tiene dueño y se respeta. Este es el primer caso en el que se encuentra a una mujer degollada, causando zozobra al interior del municipio. Alberta: su feminicidio en el olvido por las autoridades (XIII microhistoria) Alberta, originaria del municipio de Tlacoapa. Vivía con su esposo en la comunidad de Linda Vista. Tenía 50 años. El fin de semana, el 19 de octubre de 2019 fue a la cabecera municipal de Tlacoapa porque era la encargada de la caja de ahorro que tenían varias mujeres de la localidad. Después de la reunión pasó a hacer algunas compras en el tianguis. En su morral de estambre llevaba todos los documentos de la reunión y sus compras. A pasos apresurados se encaminó a su casa porque tenía que pasar un puente con la luz de la tarde parda. Eran más de las siete de la tarde, pero no llegaba donde la esperaban sus hijos. Con la preocupación fue a esperarla en el puente donde la oscuridad es densa y sólo el ruido del río distrae el pensamiento. El horror no es el bullicio de las aguas bruscas, sino que desde varios años atrás asaltaban y violaban a mujeres. Su esposo esperó por varias horas y nunca llegó. Al día siguiente 20 de octubre con la primera luz de la mañana volvió a salir en busca de Alberta hasta la cabecera municipal. Las mujeres que habían estado en la reunión les dijeron que se fue como a las seis de la tarde. La vieron caminando rumbo a su choza de adobe y lámina de cartón. Cuando regresó pensó en buscar abajo del puente. Ahí estaba tirada Alberta, sin su ropa flotando en el río. Tenía varias lesiones en su cuerpo, pero la mortal fue un golpe en la cabeza. Por más que buscaron no encontraron su mochila. Nunca dejaba a sus tres hijos que quedaron en la orfandad, uno de ellos con una discapacidad. Siempre atenta con su familia. Los habitantes del pueblo cuentan que desde hace años varios hombres han abusado sexualmente y asesinado a mujeres. Uno ha sido identificado como autor material no sólo del feminicidio de Alberta, sino también de Maurilia y de atentar contra su nieta en octubre de 2021. Hay una carpeta de investigación que se inició por el delito de feminicidio, lamentablemente no hay testigos y la carga de la prueba se la dejaron a los familiares, pero la Unidad de Investigación Especializada en Feminicidio que se creó en 2018 la archivó al no haber ministerio público. Melani, una batalla ganada contra la violencia militar (XIV microhistoria) Melani era originaria de Hermosillo, Sonora. Nació bajo las sombras de una casa de cartón. En medio de la pobreza fue creciendo con la ilusión de mejorar sus condiciones de vida. Tuvo que trabajar para pagar sus estudios. Había iniciado sus estudios en la carrera de ingeniería en minas, cuando conoció a José Luis, piloto aviador de las fuerzas armadas. Sin embargo, a los cinco meses de que se casó por el civil empezó la violencia doméstica. Por el trabajo de su esposo se trasladó al puerto de Acapulco, Guerrero. Los maltratos verbales y físicos incrementaron. Cuando tenía doce semanas de embarazo, su esposo la agredió físicamente y fue a parar al hospital militar donde el médico certificó la violencia. Melani se comunicaba por teléfono con su amiga para contarle que José Luis la trataba muy mal, la denigraba porque no tenía una profesión y decía que le había echado a perder su vida. El 28 de noviembre de 2017 José Luis llamó al celular a Martín y Jovita, padres de Melani, para decirles que lo perdonaran porque su hija había tenido un accidente. Les comentó que se cayó de las escaleras y murió, todo porque bajó por el biberón de su bebé al ver que estaba llorando. Inmediatamente les dijo que su última voluntad había sido que la cremaran. Don Martín y Jovita, alarmados viajaron a Acapulco. Cuando llegaron estaban en proceso de cremarla, pero con la intervención de la ministerio público rescataron el cuerpo de su hija, y exigieron que se iniciaran con las investigaciones porque ya la tenían embalsamada en la funeraria Porcayo. Para la necropsia, los peritos la llevaron al SEMEFO. La sepultaron en su tierra natal. A Melani le realizaron dos necropsias, pero fueron irregulares porque no se aplicó el protocolo con perspectiva de género. La carpeta de investigación se remitió a la Fiscalía de feminicidios. La última necropsia realizada el 3 de junio del 2021 fue determinante porque concluyó que tuvo fractura del hueso hioides con asfixia manual. Varios peritajes demostraron que el responsable del crimen fue José Luis: la prueba de luminol de escaleras y recámara principal donde se detectaron manchas de sangre; el orificio en la recámara principal; un certificado de las causas a modo estableció que la muerte fue natural; testimonios de antecedentes de violencia. Todos los medios de prueba apuntaron al único responsable: el esposo. Sin embargo, desde el 12 de abril de 2024 que inició el juicio oral, la Jueza Evelina Ramírez Venegas fue parcial en el proceso jurídico, favoreciendo al feminicida y desechó los testimonios, así como el ciclo de violencia que vivió Melani. La presión mediática cambió de postura a la Jueza. La audiencia se difirió por dos ocasiones, pero el 2 de diciembre de 2024 dictó el fallo condenatorio contra el militar José Luis Martínez por el delito de feminicidio. El cinco de diciembre la Jueza Evelina Ramírez, del Tribunal Unitario de Enjuiciamiento Penal en Acapulco, dictó sentencia de 36 años de prisión al piloto aviador de la fuerza aérea con grado de teniente, José Luis, a quien encontró responsable del feminicidio de Melani, siete años después. Sus padres quedaron con la ilusión de conocer a su nieto, pero la Jueza Segunda de Primera Instancia en materia Familiar del Distrito Judicial de Tabares en Acapulco de Juárez, Guerrero, decidió de manera irregular otorgarle la guarda y custodia a la abuela paterna. Más información ➡️ https://www.tlachinollan.org/a-siete-anos-del-feminicidio-de-melani-exigimos-que-la-jueza-resuelva-con-imparcialidad/ https://www.tlachinollan.org/condenan-a-36-anos-de-prision-al-militar-feminicida-de-melani/ https://piedepagina.mx/los-suenos-rotos-de-melani/ https://piedepagina.mx/melani-un-resplandor-de-justicia-contra-el-militar-feminicida/ Las autoridades fueron cómplices del feminicidio de Ricarda (XV microhistoria) Ricarda era originaria de Coatlaco, municipio de Cualác, Guerrero. Se trasladó al municipio de Alpoyeca de donde es Kristian Isaías N, quien lo había conocido en los campos agrícolas de Chihuahua. Con el paso del tiempo la violencia de su pareja marcó profundamente el espacio familiar. La violencia física y verbal no cesó. Al contrario, incrementaron las agresiones al grado que sus hijas de 20 y 18 años defendían a su mamá. En varias ocasiones acudieron con la síndica municipal de Alpoyeca donde habían levantado diversas actas, pero su pareja nunca cumplió las órdenes de restricción. La síndica le sugirió que fuera a la Agencia del Ministerio Público Especializada en el Delito de Violencia Familiar para que le dieran medidas de protección, sin embargo, cuando fue le dijeron que no le otorgarían medidas de protección a menos que fuera golpeada. No tomaron en cuenta los antecedentes de violencia y las actas que llevaba Ricarda para acreditar los maltratos de Kristian Isaías N. Con impotencia salió de la oficina con las lágrimas en su rostro. La última ocasión su ex pareja entró con un machete y destruyó la máquina de coser que tenía. El 24 de diciembre de 2017 aprovechó que sus hijas mayores se encontraban en una convivencia y sus dos pequeños hijos se encontraban en su domicilio, para entrar con cautela por la ventana mientras dormían. Ricarda terminaba de escribir un mensaje de texto a un familiar, cuando se le lanzó con navaja en mano para acuchillarla. Los niños despertaron por los gritos de auxilio y a pesar de que le gritaban que no le hiciera daño, al agresor no le importó. Agonizaba, pero alcanzó a decirle a su niña de ocho años que pidiera ayuda con una vecina. Kristian Isaías N, sin remordimiento emprendió la huida, «en ningún momento mostró arrepentimiento, ni quiso ayudar a mi madre para la atención médica». Sus familiares quisieron salvarla, pero ante las múltiples heridas en su cuerpo, murió cuando iban saliendo de Alpoyeca. Las autoridades no investigaron, dejaron este feminicidio en la impunidad. Han pasado 7 años y dos meses sin que hayan detenido al responsable. Sus hijas exigen justicia, pero en el horizonte sólo se pintan las sombras del crimen. Las instituciones del Estado mexicano permiten y reproducen los esquemas patriarcales que terminan con las vidas de mujeres. No estaba segura, la violencia llegó donde trabajaba Jose (XVI microhistoria) Jose era una mujer nahua de 32 años, originaria de la cabecera municipal de Copanatoyac, pero vivía en La Providencia, municipio de Tlapa, Guerrero. Trabajaba como estilista. El 2 de mayo del 2018 se encontraba en su trabajo, cuando de pronto se acercaron tres sujetos que descendieron de una camioneta. Uno de ellos se aproximó a la puerta de la peluquería, y con un pie puesto sobre el primer escalón de la entrada le hizo señas para que saliera, sin embargo, Jose no salió porque no los conocía. Otro de los hombres con un arma en la mano la llamó. Con el corazón acelerado, las manos de Jose temblaban mientras trataba de cortar el cabello de un niño. Al no salir, uno de los sujetos entró y la obligó a salir. Luego la subieron a la camioneta y se marcharon con rumbo desconocido. Al día siguiente fue encontrada muerta, amordazada y con un semblante terror. Su cuerpo estaba tirado en un terreno de Tenango Tepexi, municipio de Tlapa. A casi siete años no se sabe nada de las investigaciones que ha hecho la Fiscalía. Lo peor de todo es que los responsables no han sido detenidos por su feminicidio. Sus tres niños quedaron en el desamparo, y continúan esperando justicia. A Isabel le arrebataron la vida con el filo de la violencia (XVII microhistoria) Isabel de 35 años, era originaria de la comunidad me’phaa de Tapayoltepec y vecina de La Taberna, municipio de Malinaltepec, enclavado en la Montaña de Guerrero. Desde niña creció en las laderas montañosas, sembrando el tlacolol con sus padres. No tuvo oportunidad de estudiar. Con el tiempo fue madre de siete hijos. El 7 de marzo de 2017 se encontraba lavando ropa en el patio de su casa. Su hija de ocho años estaba jugando con su sobrinito de 4 años, pero escuchó cuando su papá Joviniano, que estaba tallando una madera, le estaba pidiendo a su mamá que le pasara unos clavos. No fue posible porque Isabel estaba lavando la ropa. La falta de respuesta le molestó a Joviniano y con el machete que minutos antes se había bajado le asestó el golpe en la espalda. Isabel corrió a la carretera, pero fue alcanzada por otro machetazo que la dejó tirada en el piso de tierra, llena de polvo en el rostro. A pesar de que se defendía con sus manos los golpes continuaban sin piedad. Las heridas por todo el cuerpo sangraban y pintaban las piedras en la calle. Fueron 11 cortadas en diferentes partes del cuerpo, le cercenaron una mano y la otra quedó colgando… En medio de la ola violenta, su niña le decía: “papá, no le pegues a mi mamá”, pero Joviniano iracundo le gritaba “cállate, si no voy a regresar contigo”. Agonizando, Isabel le pidió a su hija que fuera a pedir ayuda. Con los ojos inundados de lágrimas corrió para que los vecinos auxiliaran y fue avisar a sus hermanas mayores que habían ido a trabajar al campo. Les alcanzó a decir a sus hijas que el agresor era su padre. Trataron de llevarla a curar a Tlapa, pero tanto la autoridad comunitaria como el personal médico del Centro de Salud de Tapayoltepec demoraron en llegar. Las lesiones graves provocaron una hemorragia, causando su muerte. Doña Isidora madre de Isabel, mujer de la tercera edad, siempre pidió justicia para su hija y castigo para Joviniano; “yo quiero justicia para Isabel, porque mataron a mi hija no a un perro”. Después de seis años Isabel alcanzó la justicia. Su hija menor de edad, testigo presencial, fue ante el Juez Unitario para narrar el atroz crimen. Señaló a su padre como el responsable para que fuera sentenciado a 50 años de prisión por el delito de feminicidio. Este fue el primer caso que se condena por el delito de feminicidio de una mujer indígena en la región de la Montaña, en el nuevo sistema penal acusatorio. 27 MAYO DEL 2021. METLATONOC GUERRERO. FOTOS PARA ILUSTRAR EL TRABAJO SOBRE LA VENTA DE NIÑAS EN LA MONTAÑA DE GUERRERO. FOTO SALVADOR CISNEROS SILVA/EL UNIVERSAL Los sueños rotos de la niña Oly (XVIII microhistoria) Oly tenía 17 años, originaria del municipio de Tlapa. Era una niña alegre y muy sociable. Sus sueños e ilusiones se esfumaron. En octubre de 2014, cuando cursaba su tercer semestre del Cbtis, en la fiesta del señor del Nicho, acordaron con sus compañeras realizar una tarea por la tarde en la casa de una amiga. La última vez fue vista a bordo de un taxi con franjas azules. Después encontraron su cuerpo en la salida de Igualita, sobre la carretera. La privaron de la vida con 18 lesiones con arma blanca (machete). Intentó defenderse con las manos porque presentaba cortaduras. Había antecedentes de que su novio ejercía control. Fue sospechoso que haya ido a preguntar a su casa sobre Oly, cuando sabía de los lugares donde se encontraba porque vinculó su cuenta con su celular para tenerla ubicada. Todo el tiempo discutían porque le reclamaba de las comunicaciones que tenía con otras personas. A 10 años y cinco meses no hay líneas de investigación claras. Sus sueños quedaron en el desfiladero de la Montaña (XIX microhistoria) Lina, na savi originaria del municipio de Metlatonoc, Guerrero, tenía 26 años de edad. Tuvo que migrar a los Estados Unidos para mejorar sus condiciones de vida. El 1 de diciembre de 2019 regresó junto con su esposo y sus cuatro hijos a la comunidad de San Pablo Atzompa, municipio de Metlatónoc. El 2 de diciembre la mamá de Lina se enteró de su llegada, cuando le avisaron que había tenido un accidente automovilístico. De acuerdo a la información proporcionada por su yerno, el 1 de diciembre empezó con dolor de cabeza y la llevó a un consultorio particular de la cabecera municipal. Sin embargo, después de que regresaron volvió a sentirse mal y ante su desesperación Lina tomó el vehículo que tenían en su casa, pero se fue al voladero. La versión de su esposo no fue creíble para la familia porque Lina no sabía manejar. La mamá no le creyó a su yerno, pero reclamó el cuerpo de su hija. Cuando fue el sepelio el yerno no llevó a los niños para despedirse de su madre. El caso se inició por el delito de homicidio por tránsito terrestre. Se encuentra en la etapa de investigación. En medio del abandono, el feminicidio de Amalia (XX microhistoria) A pesar de la pobreza la niña Amalia de 14 años seguía adelante. Sus padres la dejaron desde pequeña al lado de su abuela paterna de la tercera edad. Creció brincando en las orillas de un riachuelo de la colonia Na savi de San Sebastián, en la cabecera de Cochoapa el Grande. En uno de sus cumpleaños su abuela le regaló un celular con el que hacía las tareas que le dejaban en la secundaria técnica, estaba cursando el segundo año. Tenía dos semanas que los hijos de don Jesús se lo habían quitado. Durante la pandemia, el 11 de junio de 2020 su amiga Genoveva la fue a sacar del domicilio para ayudarla a recuperar su celular. Amalia no regresó a dormir a la casa de su abuela. Al día siguiente apareció su cuerpo expuesto y lleno de lodo en una barranca, con huellas de agresión sexual. Se defendió de los agresores. Sin embargo, la asesinaron con 14 puñaladas en diferentes partes de su cuerpo. Se aprovecharon de su situación de vulnerabilidad. La síndica municipal de Cochoapa el Grande levantó un acta de acuerdos entre los papás de los jóvenes involucrados y el papá de Amalia, donde se harían cargo de los gastos funerarios, sin saber de la magnitud del feminicidio de la niña. A la fecha no se cuenta con órdenes de aprehensión en contra de los feminicidas. Las autoridades siguen ausentes. Más información: https://www.tlachinollan.org/cuerpo-de-lodo/ La última noche de Sinaí (XXI microhistoria) Sinaí, nahua de 23 años, originaria de Tlatzala, municipio de Tlapa. Una noche de octubre del 2021, mientras Sinaí dormía junto con sus hijas en el cuarto que rentaba en la colonia San Nicolás Vista Hermosa, en Tlapa, entraron unos hombres para terminar con su vida. Todo pasó rápido y en silencio. Cuando su niña mayor despertó, se dio cuenta de que su mamá estaba tirada en el piso, en la puerta. Su niña, con lágrimas en los ojos y asustada, salió a buscar ayuda con sus vecinas. Rumbo al hospital, Sinaí agonizaba. En el Hospital General pensaba en la posibilidad de orfandad en que quedarían sus dos niñas de 5 y 3 años, pero tenía una leve esperanza de que alguien pudiera pudiera protegerlas. Fueron nueve lesiones con arma blanca en diferentes partes del cuerpo, pero la herida mortal fue en la vena yugular que provocó una hemorragia. Su hija señaló a los responsables. Lo inaudito es que sus vecinas ocultaron a sus agresores. El fiscal y los policías ministeriales ya los tenían ubicados, sin embargo, la carpeta de investigación se quedó sin datos de prueba. Más de 3 años sin justicia para Kenia y Abelina (XXII microhistoria) Las hermanas Abelina y Kenia desde niñas eran muy unidas, pero nunca imaginaron que les sorprendería la muerte a la misma hora, después del crepúsculo. Crecieron en la comunidad nahua de Tlalquetzalapa, municipio de Copanatoyac, Guerrero. En sus viviendas precarias jugaban en medio de los remolinos de tierra que generaban las corrientes de viento que bajaban de las montañas. Con el tiempo las dos hermanas realizaron su familia, pero su amistad predominó fuerte. Kenia tenía una relación con Fernando N. Tuvo tres hijos, la más pequeña tenía seis meses. En los últimos años vivió violencia. Su pareja la golpeaba y la maltrataba verbalmente. Las agresiones subieron de tono y por eso acudió a Ciudad Judicial para denunciar a Fernando N, hijo de un ex presidente municipal de Copanatoyac, donde ha aumentado la violencia por ser controlado por un grupo de la delincuencia organizada. Abelina era madre de tres hijos. Se fue por más de cinco años a Estados Unidos para hacer un patrimonio y a su regreso se dedicó a la cría de ganado. La tarde del fatídico 26 de julio de 2022, Kenia acudió a una fiesta en la cabecera municipal de Copanatoyac con Fernando N. Con las copas su pareja empezó una discusión, le quitó el celular y a la bebé que tenía en brazos. La empezó a golpear, pero como pudo salió apresuradamente para refugiarse en la casa de su hermana Abelina en Tlalquetzalapa. Fernando llamó por teléfono a los familiares de Kenia, pero como no tuvo respuestas la fue a buscar a la casa de Abelina, donde no era bienvenido por ser violento. Cuando tocó la puerta, acompañado de otras personas, le dijeron que hablarían en otro momento, pero insistió en llevarse a Kenia, aun cuando no quería. La hermana le dijo que se retirara, sin embargo, el agresor molesto porque Abelina de 35 años le dijo que se retirara le disparó y luego se fue contra Kenia de 29 años. Fue un doble feminicidio, desde hace 3 años y siete meses las autoridades no han podido detener a Fernando. Los familiares exigen justicia. Conoce más : https://www.tlachinollan.org/en-la-montana-de-guerrero-no-se-castigan-los-feminicidios/ https://www.tlachinollan.org/a-19-meses-sin-justicia-para-abelina-y-kenia/ Share This Previous Article¡Yanderi, nunca vamos a dejar de buscarte! Next ArticleNiñas y jóvenes protestan contra los feminicidios en Tlapa 22 horas ago