El pasado 11 de julio de 2024 las calles de Tlapa se convirtieron en caudales de ríos crecidos que inundaron viviendas, arrastraron carros y a personas que fueron reportadas como desaparecidas. Al filo de las 8 de la noche los desesperados gritos de María Guadalupe pedían auxilio para encontrar a sus familiares que fueron llevados por las grandes corrientes de agua. Después de 4 horas aproximadamente pudieron rescatar a su mamá, a su hermano y su hermanita, pero a su papá Netzaí Ramírez Leal no pudieron encontrarlo.
Fue una noche tétrica para la familia de Netzaí, sus hijos y su esposa estaban convalecientes en el Hospital General, mientras él estaba desaparecido. Al día siguiente las colonias y comunidades se solidarizaron con la familia para las acciones de búsqueda, acompañadas de las autoridades municipales y estatales. Realizaron un recorrido a lo largo de la ribera del río Tlapaneco desde la Barranca de los Chivos hasta Ixcateopan. Las búsquedas se han centrado en los remolinos de agua, entre el arenal y los márgenes del río. En estos días ha sobrevolado un helicóptero de Tlapa a Xochihuehuetlán, pero sólo para reconocimiento territorial. A pesar del esfuerzo de las autoridades son insuficientes los trabajos de búsqueda porque se tiene que profundizar. Han pasado 6 días sin saber del paradero de Netzaí.
El jueves 11 de julio a las 9 de la noche, cuando disminuyó la lluvia, se activaron las autoridades para atender el desastre y con las máquinas trabajaron más de tres horas para rastrear las calles y barrancas, así como los derrumbes en la carretera Tlapa-Chilpancingo. Los estragos más marcados fueron en la colonia San Nicolás, Caltitlán y Constitución, donde las viviendas quedaron inundadas. Las casas que están en las inmediaciones del río Jale fueron afectadas, además de arrasar con los puestos de comerciantes que permanecían en el cauce.
La colonia Tlachinollan, ubicada en la salida de Tlapa, también sufrió los destrozos de la lluvia. La principal calle quedó con tierra y piedras encima. Un carro fue arrastrado a unos metros. A medio día de este 12 de julio aún quedaba el riachuelo escurriendo rumbo al río Tlapaneco, mientras en el río Jale los comerciantes vendían sus productos en medio del lodo combinado con las aguas negras. Ante los daños causados se instaló un refugio temporal en la delegación de la colonia Caltitlán para las familias que fueron inundadas sus casas.
En los momentos más cruentos María Guadalupe Rivera pidió ayuda porque su mamá, su papá, su hermano y su hermanita habían sido arrastrados por las corrientes del agua en la calle Cuauhtémoc, en la Colonia San Nicolás. Sin embargo, a las 12 de la noche la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil Guerrero y el Gobierno Municipal de Tlapa de Comonfort informaron que ya habían localizado a seis personas reportadas como desaparecidas y que fueron trasladadas al Hospital General para recibir atención médica. A esta misma hora María Guadalupe escribió en su perfil de Facebook: “Mi mamá, mi hermano y mi hermanita están bien, solo falta encontrar a mi papá”.
La noche transcurrió en medio de la angustia, sin saber el paradero de Netzaí Ramírez Leal, papá de María Guadalupe. El pensamiento incontrolable ahondaba el insomnio, pero al pasar los minutos los ojos resecos fueron vencidos por el sueño. La incertidumbre creció en tumbos en la mañana del 12 de julio porque no había noticia de Netzaí. Su esposa y sus hijos convalecientes aún estaban en el hospital solos con la impotencia de no poder hacer nada por su situación de salud.
Las búsquedas empezaron después en la Barranca de los Chivos y a lo largo del Río Tlapaneco. Las autoridades municipales, Protección Civil, personal de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos, Tránsito Estatal, dos binomios de la Unidad Canina de Búsqueda y, sobre todo, personas solidarias de colonias y comunidades recorrieron hasta las riberas del río que pasa por las comunidades de la cañada. Al filo de las 2 de la tarde no habían encontrado a Netzaí.
A las 5 de la tarde del viernes 12 de julio las búsquedas continuaban en dos brigadas recorriendo la ribera del Río Tlapaneco. Autoridades y vecinos de la colonia San Nicolás, la comunidad de El Otate, Ixcateopan, Tlaquiltepec y Alpoyeca se sumaron a las actividades de búsqueda. Se escudriñó en los ramales, en las piedras y en la arena cualquier huella del desaparecido, y la maquinaria solo desenterraba los vehículos que fueron arrastrados por el agua. Las horas de incertidumbre se hacen eternas. María Guadalupe ha realizado el llamado a la población para encontrar a su papá.
Desde el 13 de julio las autoridades se han sumado a las búsquedas como la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CNBP). Han ubicado algunos lugares con drones. Las y los buscadores se han metido a las aguas profundas del río. Entre los escombros de construcciones de cemento y las ramas han pasado una y otra vez. A seis días de que Netzaí fue arrastrado por las corrientes del agua no han logrado encontrarlo. Es necesario que las autoridades municipales y estatales profundicen la búsqueda hasta encontrarlo. Es lamentable que Netzaí siga desaparecido. Las búsquedas han sido insuficientes.
Esa noche del 11 de julio, a las 8 de la noche las nubes se desgajaron en lluvias torrenciales; fueron rollos de agua que como cascadas caían en la tierra y en el asfalto. Las gotas de agua eran más gordas de lo normal. Rápidamente las calles se llenaron, en las partes empinadas empezó a escurrir en pequeños riachuelos, pero 10 minutos después eran ríos con sus corrientes embravecidas. Las barrancas crecieron que eran impasables, la gente quedó cercada con el miedo. Desde sus casas observaban lo que el agua se llevaba. Fue alto el riesgo.
Los desastres no siempre son completamente naturales, porque las fuerzas de la naturaleza son violentas, más bien, es una construcción social del riesgo y la desigualdad social. A reserva de un estudio a profundidad, en breve Tlapa está situado en un terreno montañoso. La única planicie de la ciudad es en la ribera del río Tlapaneco, sin embargo, el resto de los caseríos está en los cerros como la colonia Constitución, Los Zapotales, Las Mesas, Emiliano Zapata, San Antonio, Santa Anita, Jardín de Niños, El Tepeyac, Mirasol, entre las más cercanas y donde terminan las cordilleras que vienen del fondo de las montañas. Estos mismos lomeríos hacen barrancas, habitadas en su mayoría por familias indígenas, que van a dar al río Tlapaneco.
Esta geografía complicada hace peligroso el hábitat y más en temporadas de lluvias. Por lo mismo esta vez los estragos que causaron las lluvias fueron lamentables. Sólo para ejemplificar, el agua de la lluvia baja por las barrancas y calles desde la colonia Constitución y la 5 de Mayo, pasa por la colonia Figueroa, Buena Vista, Fovissste y la San Nicolás, y todo desembocó en la Barranca de los Chivos. Unas colonias se interconectan con otras hasta llegar a la ribera del río, así está distribuida la ciudad.
El problema de urbanización es también civilizatorio. El presidente Gilberto Solano Arreaga pretende convertir a Tlapa como otras ciudades en desarrollo, pero sin antes hacer una revisión rigurosa de la infraestructura para proteger a las familias ante cualquier desastre. Es un error de visión. Es imperativo ahora que las lluvias sacaron a colación algunas fallas como el de la basura. Los escombros en los causes generaron que el agua buscara una salida y fue un caos. En el río Jale fue evidente el riesgo que corrieron los comerciantes, así como las familias que viven en las orillas. Es responsabilidad de las autoridades locales y estatales buscar una manera de proteger a las familias que viven en esos lugares.
La desigualdad social atraviesa por estos graves problemas de urbanización. En los últimos años la población de Tlapa ha crecido. Es el centro económico y político de la región de la Montaña. Su mercado regional mueve los flujos económicos, incluso los mismos grupos de la delincuencia organizada tiene jugosas ganancias controlando la venta de carne y otros mercados. Este movimiento no sólo en el aspecto económico, sino en la salud, educación y oportunidades de trabajo hace que las familias compren su pedazo de terreno para vivir.
El solar más barato sólo se encuentra en las periferias a 60 mil pesos. En la Soledad están a 120 mil pesos, pero con casa asciende a 2 millones de pesos. En la Aviación oscilan entre 600 mil a 800 mil pesos, mientras que en el centro oscila de 2 a 5 millones de pesos. Es mucho más caro que un departamento en la Ciudad de México (CDMX) de 400 mil pesos en las periferias; en el 2022 en The New York Times, segun la plataforma de datos Statita, el precio promedio de la vivienda en la CDMX fue de aproximadamente 2,9 millones de pesos. En la Condesa, Polanco y Roma entre los más altos estaban a 465 y 555 dólares.
La condición económica de las familias que en su mayoría son de comunidades indígenas sólo les alcanza para un terrenito entre las barrancas y lomeríos accidentados. No les queda otra. Con mucho trabajo consiguen dinero para irla pasando, alimentando a los hijos e hijas. Los programas sociales de gobierno siguen siendo paliativos que no alcanzan a solventar los gastos de la vida diaria, más todavía para que vivan dignamente. Los desastres naturales solo sacan a flote las vulnerabilidades de una sociedad. La construcción social de riesgo se asocia a la vulnerabilidad y la desigualdad. La forma de organización social puede estar dispuesta a aceptar o no los riesgos, pero significa que estamos cerca de la forma en que percibimos los riesgos culturalmente. Es fácil identificar un desastre natural, sea terremoto o huracán, sin embargo, uno podría imaginar por esto que el hambre por la escasez de alimentos es generada por un huracán, cuando no es así. Lo que sucede es que solo se profundizan los problemas existentes en una sociedad o en determinada ciudad o comunidad.
La urbanización de Tlapa y su distribución de infraestructura permite que en temporadas de lluvias el agua busque salidas para llegar a una planicie. Más allá de que está construido sobre cerros y barrancas hay condiciones de pobreza muy marcadas. Las familias más ricas están en las colonias céntricas y las que están sumidas en la pobreza están en las periferias. Hay una desigualdad profunda. Además, es una ciudad que no cuenta con una planificación acorde a la peligrosa geografía en la que se encuentra. El cambio climático condensa aún más el problema, con cerros semidesérticos. Las advertencias de las fuerzas naturales se están haciendo cada vez más evidentes. Los tres niveles de gobierno tendrían que buscar mecanismos de protección al medio ambiente y a las poblaciones con vulnerabilidad. Es necesario un cambio de relación humana con la naturaleza en tiempos que se vislumbran caos.