Inés Fernández y Valentina Rosendo NOTA INFORMATIVA | Estado pide perdón por violación de militares Fecha | Viernes 16 de Diciembre de 2011 Medio | El Universal Autor | Thelma Gómez Durán Reconoce su culpabilidad en abuso contra mujer indígena Nueve años esperó Valentina Rosendo Cantú para que las autoridades reconocieran que dijo la verdad, para tener un poco de la justicia que se le negó. Esta indígena de la montaña de Guerrero que no se quedó callada, que no se cansó de denunciar en M éxico y en los tribunales internacionales que militares la violaron y torturaron cuando tenía 17 años, ayer escuchó al secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, decirle en nombre del Estado mexicano: “Señora Valentina, a usted, a su hija, les extiendo la más sincera de las disculpas por los hechos ocurridos hace casi una década”. Valentina tomó aire. Sin dejar de mirar al secretario, sin soltar el extremo de su delgado rebozo blanco, levantó la ceja cuando Alejandro Poiré la llamó “ejemplar” y repitió: “El Estado mexicano reconoce su responsabilidad. Deseamos que para usted, para la pequeña Yeni, para todos sus familiares, este acto se traduzca en una mínima restitución de justicia que contribuya a la reconstrucción de su proyecto de vida”. Con estas palabras, el Estado mexicano cumplió sólo una parte de la sentencia que recibió de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH), organismo al que tuvo que recurrir Valentina, en agosto de 2010, al no encontrar justicia en su propio país. Sentada junto a Valentina estaba su hija Yeni. Ella sólo tenía tres meses cuando los soldados del 41 batallón de infantería violaron a su mamá. Ahora, con 10 años, sólo atinó a mirar sorprendida a toda esa gente que atiborró el auditorio del M useo M emoria y Tolerancia, a todos los que emocionados aplaudían y gritaban “Bravo, Valentina”. Valentina llegó a esta cita calzando huaraches, vestida con una falda negra con flores bordadas y una blusa blanca. La acompañaron su madre, su hermana, su abuelo y otros habitantes de su comunidad, Caxitepec, Guerrero. También estuvieron los abogados, la psicóloga y los peritos que estuvieron con ella en su búsqueda de justicia. Varios de ellos lloraron al escucharla. Valentina Rosendo recordó que las autoridades la llamaron mentirosa, que por no quedarse callada recibió amenazas y tuvo que salir de su comunidad. Lamentó que en peregrinar, algunas personas, como su esposo, la abandonaron. Y agradeció a quienes la acompañaron en estos nueve años: “Gracias a ellos estoy con vida”. La mujer que hace casi una década no hablaba bien español ayer habló fuerte y claro: “Sigo luchando. Sigo con frente en alto, con dignidad de mujer indígena. Soy orgullosa de quien soy. A los nueve años de lucha estoy aquí. A lo largo de nueve años de resistencia, de alzar la voz, esa verdad llegó hasta aquí hoy”. M ás de un minuto de aplausos la cobijaron cuando terminó su discurso con “un mensaje para las mujeres: luchar es seguir adelante, romper la cadena de la impunidad”. Su voz la escucharon la titular de la Procuraduría Social de Atención a Víctimas del Delito, Sara Irene Herrerías; el director general de Derechos Humanos de la Defensa Nacional, Rafael Cázares; el secretario de gobierno de Guerrero, Humberto Salgado, y la procuradora general de la República, M arisela M orales, quien se comprometió a cumplir con lo ordenado por la Corte: investigar el caso de manera exhaustiva. Abel Barrera, director del Centro Derechos Humanos de la M ontaña Tlachinollan, organización que acompañó a Valentina, no podía ocultar su felicidad. Barrera recordó que el cumplimiento de la sentencia de la CoIDH incluye, entre otras cosas, la protección de Valentina y su familia, así como la sanción de los militares responsables de la violación. Valentina espera que eso ocurra rápido: “La lucha no se acaba. Todavía sigue porque los responsables están afuera, no donde deberían estar”. Ella no quiere esperar nueve años más. Share This Previous ArticleNOTA INFORMATIVA | Valentina Rosendo, el orgullo de ser mujer Next ArticleNOTA INFORMATIVA | Los culpables siguen afuera 16 diciembre, 2011