No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

NOTA INFORMATIVA | Los culpables siguen afuera

Fecha | Viernes 16 de Diciembre de 2011

Medio | Reforma

Autor  | Daniela Rea

 «Me siento distinta, me siento fuerte, me siento todo, todo, todo lo que puede ser», dijo Valentina Rosendo orgullosa, radiante, acompañada de su madre María Cantú, y de su hija Yenis, quien tenía apenas 3 meses de edad cuando militares atacaron a su madre en la montaña de Guerrero.

Ante el Secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, la Procuradora Marisela Morales y el director general de Derechos Humanos de la Secretaría de la Defensa Nacional, Rafael Cazares Ayala, la indígena relató el daño, las 8 horas a pie hasta llegar a la agencia del Ministerio Público con su bebé en brazos, las amenazas de los militares y del presidente municipal para que no denunciara, el rechazo de su comunidad al saber que había sido violada.

A mitad de su discurso dejó de leer el papel escrito a mano.

Lo sostenía y miraba fijo al auditorio. Tenía el cuerpo estremecido porque recordar el daño le duele profundo.

Guardó silencio y el auditorio la respaldó con aplausos.

Valiente, inquebrantable, digna, ejemplar, le decían desde el público, la describían los oradores en la ceremonia.

«A lo largo de 9 años esa verdad llegó hasta aquí, hoy. Esta lucha va a ayudar a otras mujeres que no denunciaron o sí denunciaron pero quedó archivado y no se ha investigado. También no denunciaron por miedo, por vergüenza, o porque no hablan español», señaló.

La palabra de Valentina se impuso después de ser puesta en entredicho por las autoridades durante largos años.

«Hoy ante ti los más altos funcionarios y funcionarias del Estado mexicano reconocen que siempre hablaste con la verdad», le dijo Abel Barrera, director del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan, y sus palabras desataron más aplausos.

El representante de los militares permanecía con gesto serio y las manos rígidas sobre sus rodillas.

Mientras los oradores continuaban Marisela Morales se acercó a Valentina y le dijo unas palabras al oído.

Le pidió que confiara en ella, la invitó a conocer su oficina para atestiguar que están trabajando en su caso, le prometió justicia. Valentina la espera desde hace 9 años y la ceremonia de ayer fue apenas una mínima reparación.

Minutos antes, el antropólogo Barrera explicó que para los indígenas me’phaa la justicia es una palabra que está conformada por tres más: el perdón público, el castigo y la reconciliación.

Lo que ocurrió ayer es apenas el perdón público pronunciado por Poiré, junto con las promesas de que habrá justicia.

Mientras el funcionario pronunció su discurso, Valentina lo miró de reojo, incrédula.

Sigue a la espera de que los militares que la violaron, los que le dijeron mentirosa, sean castigados. Espera también podere 0volver en paz a su comunidad.

La ceremonia terminó con aplausos que se extendieron por varios minutos. Antes de abandonar la sala, Valentina advirtió que su lucha no ha terminado.

«No, todavía no. Todavía sigue, porque todavía están los responsables afuera, todavía no están donde deben de estar. Pero estamos poco más de avance y hay esperanza».


El camino

2002

Febrero 16. La indígena Valentina Rosendo es violada y torturada por militares en el estado de Guerrero.

2003

Nov. 10. Ante la negativa de autoridades mexicanas a brindarle justicia, organizaciones civiles llevan el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

2009

Agosto 2. LA CIDH demanda al Estado mexicano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

2010

Agosto 31. La Corte declara al Estado mexicano responsable de violaciones a derechos humanos y ordena 16 medidas de reparación del daño.

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