Fecha | Jueves 06 de Septiembre de 2012
Medio | El sur
Autor | Carmen González Benicio
Buena Vista, Atlixtac
Los padres de familia de Buena Vista, del municipio de Atlixtac, se mostraron contentos por el anuncio de que tendrán una profesora en su comunidad, luego de 10 años de solicitarla y de caminar kilómetros y horas, al poblado más cercano, para recibir educación preescolar.
El anunció llegó después de la demanda que interpuso el pueblo, por la violación a su derecho a la educación contra la Secretaría de Educación Guerrero (SEG).
Las madres estuvieron pendientes de sus hijos, de lo que la profesora les decía, los regañaban porque no le ponían atención y alguna le llevó su refresco y jugos en agradecimiento de haber llegado a enseñarles las letras a sus hijos, quienes sólo hablan me’pha.
La indígena me’pha Cirila Dircio se mostró contenta de saber que sus hijos Dominika, de tres años, y Javier, de cuatro, recibirán clases en el pueblo y no tendrá que llevarlos en brazos al Centro de Educación Preescolar Indígena (CEPI) Congreso de Anáhuac, en Cacalotepec, porque “me costaba llevarlos cargando, se cansaban, no aguantan a caminar porque sus pies son pequeños”, contó mientras su semblante mostraba orgullo de ver a sus hijos sentados en el aula temporal del preescolar.
Por su parte, Imelda Lara Mateo, quien tiene tres hijos, consideró importante la llegada de la maestra, porque “ya no llevaré a mi hija hasta allá, porque se cansa, hace mucho calor cuando regresamos”, dijo.
Agregó que es fundamental que su hija, Lorena Dircio Lara termine su tercer año de preescolar en la comunidad, porque ya no tendrá que caminar mucho y ella no perderá la mañana llevándola y esperándola para traerla de regreso.
Sin embargo, sabe que cuando salga Lorena caminará nuevamente a Cacalotepec, porque en Buena Vista tampoco hay primaria, pero para eso se apoyará en sus hijos más grandes, “ellos la llevarán y la cuidarán”, declaró.
El padre de familia Gerardo Dircio Tapia manifestó su alegría, porque la profesora se presentó en la comunidad, “ahora ya la vamos a tener cerquita”, porque era mucho tiempo perdido llevar a los niños hasta Cacalotepec.
Contó que él o su esposa llevaban al pequeño Álvaro Dircio Apolinar al preescolar, y para eso su esposa se levanta temprano para hacer la comida y las tortillas que lleva, para almorzar en la comunidad con sus tres hijos, mientras espera que salgan del preescolar y la primaria “se pasa todo el día allá esperando”, dijo.
Platicó que cuando sembraron la tierra sus hijos de preescolar no fueron a clase, porque nadie los podía llevar, “como son dos, su hermanito de primaria no podía llevarlos”.
Salían a las 7:30 de la mañana y llegaban a las 8:40, porque caminaban despacio o lo llevaban en brazos, para regresar a las 3 o 4 de la tarde, en pleno calor.
La falta de educación primaria
Ester Saldaña Doroteo, de 11 años, va en sexto de primaria, se levanta a las 5 de la mañana para que le dé tiempo llegar a la primaria en Cacalotepec, donde entra a las 7 y media de la mañana, para ello hace un recorrido de una hora y media a dos, a pie todos los días, según las condiciones del tiempo.
A su paso se encuentra con dos barrancas que en temporada de lluvias aumentan su caudal, e impiden su camino, aunque una cuenta con un puente colgante de madera, no es seguro por la abundancia del agua.
A su regreso, el calor se vuelve su enemigo ya que tiene que caminar más de tres kilómetros por la carretera de terracería, por donde no pasa ningún vehículo del servicio público. El sol está en lo alto a las 2 de la tarde en que inicia su recorrido, para llegar a su casa a las 3 y media de la tarde. Ahí le ayuda a su mamá hacer las tortillas para comer, luego lavar los trastes y finalmente hacer su tarea.
Esther contó que ese tiempo se hace cuando va sola a Cacalotepec, y aumenta cuando se lleva a sus dos hermanitos, a quienes tiene que cargar e irse más despacio, llevar más comida, dejarlos en el preescolar y recogerlos cuando ella sale para emprender el camino de regreso a su casa.