Texto y foto: María Isaías J. Reyes / Colectivo xtája
La intención de este texto es contar cómo se concibe a la mujer desde el pensamiento mè’phàà y su relación con el Numba mè’phàà. Se le considera como la reproductora y cuidadora de la vida.
Mujer y Luna
En la lengua mè’phàà a la mujer se le dice a’gò y a la luna gòn’, palabras que provienen de la misma raíz lingüística. Esta relación está construida a partir de que a la luna se le considera como la reproductora de la vida en la tierra y mares; la luna camina los tiempos de sembrar, cosechar, controla las mareas, el agua, es la indicadora del tiempo y también es la que lleva el calendario de la vida en la tierra. Es por eso que gòn’ permite que la vida se reproduzca y por eso, creemos que los abuelos construyeron la lengua, al ver que la mujer tenía el mismo hacer, porque ella es la dadora de la vida del xàbò mè’phàà, por eso la mujer es la luna en la tierra en la filosofía mè’phàà, de ahí la importancia de la mujer en el territorio.
En la vida cotidiana de xàbò mè’phàà, en su trabajo nombra el tiempo con las fases lunares. La relación que tienen las mujeres con gòn’ (luna) en las faces que hace, como la luna llena, luna creciente, luna tierna, es cuando la mujer siente los cambios en su cuerpo, cuando ella se le va a bajar la regla, su cuerpo puede sentir dolor, una la siente más cuando es la luna tierna, así lo contó la señora Teresa Rodríguez Olivera (+), 2016, en la comunidad de Santa Cruz el Rincón.
Las abuelas cuentan que, cuando las mujeres están en sus embarazos deben tener cuidado con el gòn’ (luna), cuando se acontece un eclipse lunar les puede afectar sus embarazos, no tienen que salir a ver el eclipse lunar, deben de protegerse de ella. Su familia debe salir a golpear algo que genere ruido para ayudar a gòn’ (luna) o proteger la mujer embarazada, porque si no lo hacen se cree que la luna comerá el niño. Por ejemplo; se cree que cuando nace adà con cuerpo incompleto, lo que más se ve es en los señores y niños es cuando nacen con un defecto en los labios, dicen que la madre no se cuidó cuando hubo un eclipse lunar. Estos pensamientos significan que la mujer y gòn’ se complementan, porque tienen una relación con todo lo existente en su cosmovivencia, así podemos decir que el cuerpo de las mujeres es astral.
La mujer que hace pueblo
Para ellas la vida ya se empieza a conocer en la gestación. Los xàbò xíñu’ (abuelo, abuela) cuentan que cuando un àdà[1] está en la formación de gestación ya siente los pensamientos de sus papás.
Cuando la mujer mè’phàà está embarazada se dice jagò edè[2] (carga el pensamiento) y cuando está dando luz se dice na’ni (hace) xuajen (pueblo), que está haciendo pueblo, por ello la mujer es la que hace comunidad, es el origen del pueblo. Xàbò mè’ṕhàà que nacerán son los que traen el pensamiento, por tanto, aprenden la palabra (ajngáa) para ser xuajen (pueblo) y la responsabilidad de ser pueblo. Esto implica la posibilidad del diálogo entre nosotros y otros. El nosotros está presente en la lengua mè’phàà en la categoría ló (nosotros). Será la mujer mè’phàà, la que amamantará con la lengua y enseñará a relacionarse con el territorio el nuevo xàbò mè’phàà.
A’gò, tierra y placenta.
Durante el embarazo de a’gò mèphàà (mujer mè’phàà), participa su familia como la cuidadora de la vida, pero también está presente la mujer partera, su trabajo es cuidar y encaminar a su compañera mujer en sus lunas hasta que se haga pueblo (el bebe nazca).
Sin embargo, cuando la mujer partera recibe adà, también recibe xtáragàwuan (la placenta), para los pueblos la placenta es delicado. En la interpelación de la palabra xtáragàwuan, xtá (piel) ragàwan (tu tortilla), xtágàwuan (piel que alimentó) adà, al recibir esa piel la familia tiene un cuidado especial, es considerada como tsukáa (sagrada) y la envuelven con un trapo limpio, no debe ensuciarse, se le entrega limpio a Akùun mbàa (deidad tierra). Por eso en la filosofía mè’phàà, se dice que cambias de madre porque te gestaste durante nueve meses dentro de a’gò y ahora con la placenta que te alimento y cuido en tu crecimiento será enterrada en la tierra para que te alimente y cuide durante tu vida en el Numba (mundo) mè’phàà. Cuando el hijo del pueblo nace, lo bañan, le entierran su xtágawuan a Àkùun mbaa (tierra), eso significa que lo purifican y lo bendicen para entrar a otro mundo. Donde establece la reciprocidad con À’kùun mbàa (dios tierra) a través de los rituales, los cosmos establecen el equilibrio para su caminar de la vida con sus cosmos, deidades y territorio.
Àkùun Ñee y xàbò mè’phàà
Las enseñanzas que parten de las memorias, historias y narrativas simbólicas[3] que son contadas por nuestros xàbò xíñu’ nikhíi (abuela, abuelo), el ritual Àkùun Ñee, para xabò mè’phàà la deidad es la madre agua, asociada con la fertilidad, que hace muchos años vivió en persona como nosotros. Ella fue una mujer que no tuvo hijos, pero un día encontró a dos niños y los crio, los encomendó a trabajar hasta que un día estos niños por sus travesuras la mataron, ellos la enterraron en un ojo de manantial. Otros dicen que la enterraron en una ciénaga, ahí revivió. Para los xàbò mè’phàà, ella sigue buscando sus hijos para castigarlos. Ellos narran que se pide Akùun Xtóakuiya o Akùun Ñee (Temazcal) para que perdone a sus hijos, permita vivir a los hijos presentados a ella. Ya que para ellos el ritual representa su mundo. En la vida de xàbò mè’phàà, este ritual es representado a la deidad en temperamento de frío y calor, para su vida. Eso hace que haya un equilibrio en su territorio.
Sin embargo, el cuidado de la mujer después del parto no debe trabajar durante un mes o en cuarenta días, ella no tocará (la silla, la escoba) ni tomar agua fría y algunas frutas que le afectará a su cuerpo. Para el cuerpo de la parturienta se toma baño de temazcal de agua tibia con hierbas. La mamá o alguna otra mujer de mayor edad es la que acompaña para enseñar a la nueva mamá qué debe hacer cuando el bebé se enferma. La mujer parturienta se cuida, su cuerpo es sagrado, por eso tendrá el cuidado, se debilitó, al luchar dar nueva vida.
Xàbò mè’phàà cuando llega al nuevo mundo, donde su xtáagawuan (piel que alimentó) se le envuelve, se le entierra Akùun mbaa (dios de la tierra), significa que son sagrados y tiene una relación especial y específica con la tierra. Pertenece a la tierra de sus hermanos, los que han nacido antes de él o ella (los hermanos consanguíneos, con su familia y con su pueblo) de esta forma él pertenece a su nuevo mundo.
Final y reflexión
Para los pueblos mè’phàà la mujer es importante, las categorías de su hacer pueblo nos explica el tiempo de la luna y tierra, que están relacionada con fertilidad. Dentro de su cosmovisión las mujeres son la connotación de la lengua y transmisoras de ella. Pienso que antes nuestros abuelos y abuelas respetaban el hacer de la mujer. Pero con el tiempo de cambios y procesos de colonización hacia su cultura fue que ya no le dieron valor a sus conocimientos y su lengua. Además, entender el tiempo que dio cambio el proceso de incorporación de un patriarcado colonial que vino cambiar la vida de los pueblos originarios. Poco a poco se olvidan quienes son, las mujeres van perdiendo su importancia dentro de la cosmovisión, hay limitaciones al sistema de seguridad social, salud en cuestiones a distancia geográfica, servicios culturalmente inadecuado, falta de intérpretes, falta de infraestructura adecuada, las faltas de respeto a sus derechos culturales y exclusión que le afecta.
Pero a su vez no hay distinciones de género que, en estos días de reivindicación de la mujer, muchas feministas blancas se ponen a pelear por una lengua incluyente en español. Si se pusieran aprender otras formas de entender y relacionarse con el mundo, no digo que aprendan el mè’phàà, fuera bueno, pero con que se permitan aprender de otros saberes, nombrar en otra concepción y relacionarse con el mundo. Pensamos que pudieran superar los debates, muchas veces estériles, sobre el lenguaje incluyente. Pensar desde la filosofía de que la mujer como sagrada es importante, tendríamos otra perspectiva, y la violencia cambiará por la emancipación.
[1] Adà significa niña o niño.
[2] Ede viene de ada (niño), ede que quiere decir cabeza, una de las partes con la cual se piensa y siente en el pensamiento me phaa, pero ede y ada provienen de la misma raíz lingüística, por ello, se convierte en pensamiento de los ancestros el feto.
[3] La tradición occidental, le ha llamado mitos, cuentos, los hacen pasar como un conocimiento ficticio. Pero para los pueblos indígenas, explica todo el filosofar de los ancestros y el por qué se tiene que realizar ceremonias rituales para buscar el equilibrio con la vida, por eso como dice el filósofo Enrique Dussel, nuestras narrativas son simbólicas, porque tiene una relación con el mundo en que vivimos…