Este 26 de diciembre le pedí a la Virgen de Guadalupe que le dé fuerza a mi hijo y a los demás jóvenes. Le pedí también que ablande el corazón de quienes los tienen vigilados, para que ya no sigan causando tanto daño. Es claro que el gobierno sabe qué pasó, por eso quiero que la virgen descubra a quienes nos han causado tanto daño.
Sabrán los políticos lo que significa para nosotros pasar dos navidades sin nuestros hijos? En sus casas o en los lugares dónde andan paseando pensarán que por su culpa hay tanta violencia y tantos desparecidos? Con ésta ya son dos navidades que pasamos sin nuestros hijos. Yo no me imagino, ni quiero llegar a una tercera navidad sin mi hijo. No sé si Dios me prestará vida para seguir buscándolo. Quiero que los 43 estén de regreso y que el gobierno en este nuevo año nos hable con la verdad, que nos diga ¿dónde están y quién se los llevó?
Lo único que espero en este año es que todas las mamás y papás encontremos a nuestros hijos. Todos tenemos la confianza en el nuevo equipo de investigación de la PGR y creemos que no nos van a engañar nuevamente. No queremos que se repita lo que nos hizo el licenciado Murillo y su gente, que inventó una historia para apuñalear nuestro corazón.
Los expertos y expertas son nuestra gran esperanza, con ellos y ellas hemos aprendido a caminar con mayor seguridad. Nos han demostrado con hechos que ellos aman la verdad, que luchan para saber dónde están nuestros hijos. Por eso, para nosotras ellos y ellas son como la luna llena de esta navidad, que ilumina nuestras noches de tristeza y nos guía por el camino de la verdad.
Los expertos y expertas nos han pedido un voto de confianza y se los hemos dado. Sabemos que se están coordinando bien con el nuevo equipo de investigación de la PGR. Vemos también que tienen posturas claras y firmes con el gobierno. Son muy respetuosos y cuidadosos con todos. Sabemos que lo hacen para que no se entorpezca la relación con los del gobierno y para que no se vayan a cerrar las puertas que se han abierto en la PGR. Son muy profesionales, pero sobre todo son muy honestos y transparentes. Es lo mejor que hemos experimentado en estos últimos meses y por ellos seguimos confiando en que sabremos dónde están nuestros hijos.
Como madre estoy segura que en este año vamos a saber la verdad. Sobre todo con las nuevas líneas de investigación que están avanzando y que van compartiendo con el equipo de expertos para ya no inventar historias, ni jugar con nuestro dolor. En esta nueva etapa de trabajo, los expertos y expertas nos van ayudar a descubrir todo y nos van a decir quiénes tienen a nuestros hijos y qué autoridades son las responsables. Ese es mi único deseo para este nuevo año: que podamos saber dónde están nuestros hijos para que se acabe tanto sufrimiento.
Cómo recuerdo el primer día que llegué a la Normal, en medio de mi dolor y de mi desconcierto, encontré a personas que estaban a mi lado acompañándome. Bien recuerdo a los maestros y maestras de la CETEG que nos visitaron para brindarnos su ayuda. Nombraron una comisión grande para que nos acompañaran a Iguala. Fueron como nuestros escudos porque las cosas en Iguala están muy revueltas. Los primeros días que estuvimos yendo a buscar a nuestros hijos, varios muchachos que trabajan para la maña nos seguían en motos. En lugar que se escondieran de la policía y del ejército iban al lado de los autobuses y subían con nosotros a las colonias. Notamos que ellos tenían el control de esos lugares. Se comunicaban por celular con sus jefes y hasta con la misma policía. En algunas ocasiones pensamos que nos iban agredir porque los del gobierno se quedaban abajo y no subían con nosotros a los cerros. A los halcones no les gustaba que anduviéramos en el monte porque en esos lugares han matado a mucha gente y ahí mismo los han enterrado.
A nivel nacional tuvimos el apoyo de los maestros de la CNTE quienes se encargaron de hacer la convocatoria a nivel nacional a las organizaciones sociales para que se concentraran en la Normal. La respuesta fue muy grande. Desde el primer sábado que se reunieron en el comedor de la escuela, la gente no cabía. Venían de muchos estados, pero sobre todo del D.F. Sentíamos mucho apoyo, porque no éramos nada más los papás los que estábamos en la escuela, sino que los estudiantes de las Normales y gente de varias organizaciones. En esas semanas las personas que nos visitaban se quedaban para estar con nosotros. Todos los salones estaban repletos. No me explico cómo alcanzaba la comida. Eran filas largas las que se hacían en el comedor y en la cancha para recibir comida y algunas tortillas. Por las noches varias familias de Tixtla, sobre todo de ex alumnos, llegaban en sus carros con cena para compartirla con todos. Era un momento agradable porque en la cancha nos juntábamos todos para platicar sobre nuestros hijos y compartir la cena. Teníamos la oportunidad de escoger, porque traían de diferentes antojitos. Estaban varias horas hasta que se acababa lo que traían o hasta que llegaran los últimos de la noche.
Las reuniones de cada sábado fueron muy importantes porque ahí se juntaban las organizaciones para ver cómo nos iban a apoyar. Ellas eran como el motor que nos daba fuerza para luchar. Con la experiencia que tienen en la organización de marchas y plantones veían qué acciones convenían realizar cada semana. Estas reuniones mostraron el gran interés para hacer un trabajo más amplio con varias las organizaciones del país con el fin de crear una red de apoyo grande para todos nosotros que tenemos hijos asesinados, lesionados y desaparecidos. De este esfuerzo colectivo nació la Asamblea Nacional Popular (ANP), como parte de una decisión política conformada por múltiples organizaciones procedentes de varios estados de la república, entre las que destacan la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, el Sindicato de Telefonistas, el Frente Popular de la Ciudad de México, la Unión de Trabajadores de México, la Coordinadora Nacional Estudiantil.
Estas organizaciones son como las bases que nos permiten avanzar en nuestra lucha. Lo que es la ANP y la plataforma por Ayotzinapa han logrado que cada 26 tengamos mucha cobertura y que las acciones globales continúen realizándose en varios países. Cada mes que pasa para nosotros es de más dolor y desesperación. Quisiéramos que no llegara ese día porque se prolonga más nuestra agonía, sin embargo al ver cómo la gente se reúne en la Normal para planear las acciones y para darle mayor significado a las protestas sentimos más fuerza en nuestros pies, más energía para seguir luchando y muchas ganas para pelear contra todos los obstáculos que nos impiden dar con nuestros hijos. Con estas organizaciones sentimos que vamos sobre rieles porque nos permiten avanzar con la fuerza de la gente que está interactuando en todo momento y participando de diferente manera.
Cada día vemos que surgen muchas ideas y proyectos con la noble intención de hacer más visible nuestra demanda. Eso nos ayuda mucho porque nosotros nunca vamos a poder hacerlo. Todas las iniciativas son bienvenidas porque así vamos enlazando las luchas, vamos haciendo más grande nuestra causa y solo de esta forma vamos cercando al gobierno que quiere imponer su verdad histórica con la ayuda de la televisión. Sigue ignorando todo el movimiento que ha crecido alrededor de nuestros hijos y que no se va a parar hasta que aparezcan.
Desde los primeros días que íbamos a Iguala lo que hicimos fue visitar las cárceles, los separos de las policías, los hospitales, las clínicas, la cruz roja y el SEMEFO, para ver si en esos lugares no se encontraba alguno de nuestros hijos. Ninguno de los encargados nos negó la entrada y varios de ellos nos dieron informes y nos enseñaron sus registros, para que checáramos los nombres de la gente que ahí había estado. Esto no ha sido posible con el Ejército. En todo momento se ha negado a atendernos, más bien se han mostrado agresivos con nosotros. Por eso en varias ocasiones nos hemos organizado para protestar y para exigir que nos dejen entrar. Como padres tenemos derecho a saber y a verificar si dentro de los cuarteles militares se encuentran nuestros hijos. No estamos pidiendo otra cosa más que nos permitan entrar y revisar sus instalaciones, porque han asumido una postura cerrada, de no informar nada, ni permitir que alguien entre al batallón ni que los entrevisten.
Los mismos expertos y expertas han estado solicitando al gobierno federal que les autoricen entrevistar a los elementos castrenses que participaron en el despliegue militar del 26. Nosotros somos testigos de cómo el gobierno cambió de postura. Todo cambió cuando los grandes empresarios empezaron a decir a la prensa que era un error que el gobierno permitiera la entrada de los padres a los cuarteles porque se vulneraba la imagen de la institución. Creemos que lo determinante fue el malestar que hubo entre los jefes militares, porque sentían que el gobierno los estaba dejando solos y que no salía a defenderlos. Desde que fuimos al batallón de Iguala a mediados de diciembre del 2014 se remarcó la postura hermética del gobierno. Así ha sido la tónica en todo lo que va del 2015. El secretario de la defensa nacional y el de la Marina han cerrado filas con el presidente. Ahora son los personajes inseparables que respaldan todas sus iniciativas relacionadas con las reformas estructurales.
No nos sorprende que el mismo gobierno haya actuado de forma parecida con los expertos independientes; primero les dijo que estaban analizando la posibilidad de que entrevistaran a los militares, después dijeron que ese tema no estaba contemplado en el convenio; también comentaron que no se podía porque no eran las autoridades competentes y por último de forma tramposa dijeron que no, porque al final de cuentas a los expertos y expertas no les permitirían que directamente le hicieran las preguntas a los militares, sino a través del ministerio público.
Para nosotros es una mala señal de que el gobierno no quiera investigar al ejército, quiere decir que se mantiene intocable ese pacto de impunidad, esa lealtad institucional que significa encubrir a los violadores de derechos humanos a cambio de que defiendan al presidente y su proyecto económico. Como papás no nos vamos a cansar de denunciar estas acciones delincuenciales del ejército y no vamos a permitir que no se le investigue. En México y en el mundo sabemos que los asesinatos y las desapariciones de nuestros hijos tienen mucho que ver los policías, los militares, la marina y las autoridades civiles de los tres niveles de gobierno, porque son parte de la delincuencia, porque tienen intereses económicos que están ligados con el crimen. Son los Abarca que están en el poder y que no permiten que se sepa la verdad, mucho menos que aparezcan con vida nuestros hijos. Nuestra lucha es para que en este 2016 haya justicia y verdad.