Como sucede con la mayoría de las familias humildes de Guerrero, en la comunidad de El Pericón, municipio de Tecoanapa, en la región de la Costa Chica, Alexander Mora Venancio, nació en la casa paterna atendido por una partera, el 25 de abril de 1995, el día de san Marcos, la deidad prehispánica de la lluvia y del trueno. Fue el penúltimo de los ocho hijos que procrearon don Ezequiel Mora Chora y doña Delia Venancio Niño. En esa comunidad de 1841habitantes, Alexander desde muy pequeño se incorporó a las arduas labores del campo. Aprendió a chaponar, sembrar, zacatear y pizcar al lado de su papá y de sus hermanos mayores. Supo lo difícil que era ganarse la comida con el sudor de su frente. Comían lo que cosechaba la familia y los únicos ingresos que sostenían a los 10 miembros de la casa, los obtenía don Ezequiel como chofer de un taxi colectivo de la ruta de Tecoanapa a Ayutla.
A la edad de 14 años perdió a su mamá. Ante la imposibilidad de que don Ezequiel pudiera atender a sus tres hijos menores, Aníbal, Alexander y Zaena, la abuelita Brígida Chora se hizo cargo de ellos. Este apoyo mutuo que hay entre las familias del campo es lo que le permitió a don Ezequiel a que la mayoría de sus hijos pudieran concluir los estudios de nivel medio superior. Solo Godofredo, el hijo mayor, logró ingresar a la universidad y estudiar derecho, sin embargo, la precaria situación económica le impidió concluir la carrera.
El equipo Juventus fue la pasión de Alexander. Jugaba como medio o como delantero, según pintaba el rival. Sus amigos de El Pericón y sus compañeros de la Normal lo recuerdan como un jugador entrón y muy hábil. Desde que iba a la telesecundaria ya sobresalía como un buen prospecto para este deporte. En la preparatoria popular de El Pericón, brilló con luz propia como estudiante y como jugador. Confiado en su capacidad intelectual, el año pasado acudió a la Normal de Ayotzinapa para presentar el examen. En este primer intento quedó trunca su aspiración porque no aprobó el examen. Se regresó al Pericón y se inscribió a la licenciatura de desarrollo regional, perteneciente a la Universidad Autónoma de Guerrero, que se encuentra en la comunidad vecina de las Ánimas. No obstante esta opción de estudiar otra carrera, Alexander no cejóen su sueño de ser maestro en educación física. Se preparó mejor para el nuevo examen y tuvo la oportunidad de mostrar sus conocimientos y habilidades, logrando ahora sí quedarse en la Normal Rural de Ayotzinapa.
Para don Ezequiel, “su chocoyote” era su gran orgullo, porque tuvo la fuerza suficiente para no decaer y mantenerse firme en su afán de estudiar en Ayotzinapa. Alexander luchó contra todo y se las ingenió para trabajar en el campo y obtener algún ingreso, con el fin de sostener sus estudios. Cuando supo que había aprobado el examen, con gran satisfacción le comentó a Zaena, su hermana menor, “ahora sí ya estuvo, voy a poder estudiar para maestro y cuando yo termine te voy apoyar”.
Alexander es uno de los 43 estudiantes desaparecidos el pasado 26 de septiembre por parte de policías municipales de Iguala y de Cocula, quienes de manera cobarde utilizaron sus armas para matar a tres de sus compañeros y a otras tres personas más, con el respaldo de los grupos delictivos que están al servicio de las autoridades municipales de los dos municipios. De acuerdo con las investigaciones de la PGR, tres de los detenidos, de los 15 acusados que tienen la misma calidad de ser los autores materiales de estos crímenes, han declarado que esa misma noche recibieron de manos de los policías, en el lugar conocido como Loma de Coyote, a un número indeterminado de jóvenes,a quienes los trasladaron en dos camionetas de redilas y se los llevaron al basurero de Cocula, donde supuestamente los 43 estudiantes desaparecidos fueron quemados.
Ante la complejidad del caso los padres y madres de los 43 jóvenes desaparecidos pidieron el apoyo del Equipo Argentino de Antropología Forense, para que fueran sus peritos y se encargaran de realizar todos los estudios científicos de los cuerpos y de los restos encontrados por la PGR con relación al caso de sus 43 hijos desaparecidos.
Las muestras provenientes de algunos restos que fueron recuperados en el basurero de Cocula, y que de acuerdo con información de la PGR, también se obtuvieron muestras encontradas en la vera del río San Juan, fueron seleccionadas y enviadas a la universidad de medicina de Innsbruck, Austria. Este procedimiento implico que personal del equipo argentino acompañara al personal de la PGR hasta Innsbruck, para verificar que el laboratorio recibía las mismas muestras recabadas y registradas en México.
En menos de tres semanas los científicos de esa universidad enviaron los primeros resultados y fue el pasado jueves 4 de diciembre, cuando el equipo argentino recibió la información del análisis de esas muestras. El laboratorio de genética de esa universidad confirmó que una de las muestras enviadas da con la identificación de Alexander Mora Venancio, uno de los 43 estudiantes desaparecidos de la normal de Ayotzinapa. De acuerdo con el comunicado de prensa del equipo Argentino “esta información se alcanzó antes de lo esperado porque la muestra en cuestión se encontraba en mejores condiciones de preservación. Por esa razón fue posible la recuperación de un tipo de ADN (nuclear) que puede ser altamente afectivo en términos de identificación humana y que permite obtener resultados más rápidamente que otros tipos de ADN”. Mientras tanto el resto de las muestras continúan siendo analizadas en el laboratorio de Innsbruck intentando métodos adicionales que implicarán mayor tiempo para la obtención de los resultados.
La prueba enviada por los científicos de Austria abona a la certeza y a la verdad que tanto se requiere en estos momentos tan aciagos e inciertos para las 43 familias que enfrentan con gran dolor la desaparición de sus hijos. Ante estos datos irrefutables el Equipo Argentino tuvo a bien hablar con el papá de Alexander Mora Venancio, don Ezequiel Mora, para proporcionarle toda la información recibida y explicarle el procedimiento que se realizó para dar con estos resultados. En la misma noche del viernes 5 de diciembre se compartió esta información con los demás padres y madres de familia. Con sumo respeto el equipo Argentino acompañado de las y los abogados que acompañan a los papás y mamás, y con la presencia del Comité estudiantil de la Normal se presentaron los resultados de las muestras analizadas por los científicos de Innsbruck.
Con gran aplomolos papás y mamás recibieron la noticia al filo de la madrugada del sábado. Se trataba de una información adversa, sumamente trágica. El amor por la verdad; de dar con el paradero de sus hijos; de contar con certezas para poder asumir con gran valor los resultados, hizo que los padres y madres se acuerparan, que ubicaran en su justa dimensión estos datos científicos, que no cayeran en el fatalismo, ni en conclusiones generales sobre el paradero de los 42, y que asumieran una postura firme de exigirle a las autoridades que continúen con la búsqueda con vida de sus hijos. Para ellos y ellas la teoría de la PGR aún es débil por las inconsistencias de la investigación. Las declaraciones de los tres detenidos acusados como autores materiales no son precisas en cuanto al número de jóvenes que fueron llevados al basurero. Tampoco la hora que refieren de la entrega de los muchachos no es congruente con la línea del tiempo sobre los distintos eventos suscitados en la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre. Por lo mismo, se trata de una investigación inacabada en términos probatorios para determinar el paradero de los 43 estudiantes.
Por lo mismo los padres y madres han exigido a las autoridades que por ningún motivo den carpetazo a la investigación, por no ser concluyente, pero además, de acuerdo con el estándar de protección aún deben determinar el paradero de los 42 estudiantes. La postura de los padres y madres de familia es emplazar a las autoridades para que continúen con la búsqueda con vida de sus hijos, mientras tanto, ellos y ellas han emprendido por su cuenta esta búsqueda, asumiendo los riesgos que ello implica.
El mensaje del presidente Enrique Peña Nieto de que “hay que superar Iguala” es una señal funesta que busca dar carpetazo y sepultar también el dolor de las madres y padres de familia; de colocar fuera de la legalidad a todo el movimiento social que se ha solidarizado con su lucha y que exige justicia y verdad, implicando con ello una transformación de las estructuras delincuenciales del estado.
Mientras tanto, don Ezequiel ha regresado a su casa para estar con sus familiares. Todos ellos y ellas son víctimas de esta violencia ejercida y consentida por las autoridades. Hicieron añicos los sueños de su hijo Alexander. En la casa de piso de tierra y de solo dos habitaciones donde nació Alexander y sus 7 hermanos, no solo hay pobreza y olvido. Hay dolor, rabia, indignación y mucho sufrimiento e impotencia. Al igual que los demás padres y madres, don Ezequiel, no está vencido ni resignado. En nombre de su hijo seguirá luchando para que aparezcan los 42 jóvenes desparecidos, porque hoy a más de 70 días los papás y mamás de los 43, han aprendido a ser papás y mamás de los 43 hijos. Ya no hay un hijo que este solo con su padre y su madre, todos comparten lo que a cada quien por separado les pasa. Hoy todos comparten el dolor de don Ezequiel y lloran la muerte de Alexander, pero también todos y todas comparten esa fuerza y esa esperanza de seguir buscando vivos a los 42 hijos.
Un compañero de Ayotzinapa tuvo como último recuerdo de Alexander la invitación que le hizo para ir a jugar con el Juventus del Pericón el día de los muertos, el 2 de noviembre, porque iba a ser la feria de su pueblo y en el torneo soñaba con ser campeón. Su mayor ilusión fue poder compartir este triunfo con sus compañeros de Ayotzinapa. Sus sueños de forjarse como maestro en educación física son ahora los sueños del cambio que nace desde el corazón de las luchas que están protagonizando los jóvenes de México.
Son 8 estudiantes que pertenecen al municipio de Tecoanapa. En esta región en enero de 2013 en este municipio junto con el de Ayutla, las comunidades campesinas se organizaron para enfrentar a los grupos de la delincuencia organizada. Crearon grupos de policías ciudadanos, que fueron bautizados como grupos de autodefensa, que en menos de dos semanas lograron desmontar la estructura delictiva que se encontraba empotrada dentro de las corporaciones policiales de los municipios, logrando detener a más de 50 personas, en su mayoría jóvenes, acusados de pertenecer a las bandas del crimen organizado.