No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

OPINIÓN | Camarada Antonio

                                                               Camarada Antonio

Toño no quiero ni puedo apartar el recuerdo

de tu presencia en los salones de la UPN.

No se me olvida tu persistente participación en clases.

Siempre tenías para todos, un comentario, una duda, una opinión.

Un ¡oiga profe!

que nos hablaba de tu inquietud rebelde,

de tu innato deseo de aprender.

Tu saludo siempre cálido y tu sonrisa inseparable

delataba tu sencillez y la franqueza de tu ser.

En todo momento te revoloteaban ideas

De cómo ser un estudiante coherente con lo que piensa.

Sensible a una realidad que nos avasalla por tanta injusticia

Que lastima por tanta infamia del gobierno,

que permanentemente pisotea los derechos de los más pobres.

Tu flamante boina roja

Te volvió inconfundible, porque nos diste a entender

En quién te inspirabas y cuáles eran los sueños que te impulsaban a luchar.

Tengo presente cómo en el corredor del ayuntamiento,

En los momentos de calma leías el cuaderno verde del Che.

Una antología personal del gran revolucionario

Que releía los grandes poemas de Neruda, León Felipe,

César Vallejo y Nicolás Guillén.

Retomabas lo que el Che decía

“he tenido mis momentos de abandono

O mas bien de pesimismo…

Cuando eso ocurre como una cosa transitoria de un día

Yo lo soluciono con unos mates y un par de versos”.

Con gusto leías el poema de Neruda

“amo el amor que se reparte

En lecho, besos y pan.

Amor que puede ser eterno y que puede ser fugaz.

Amor que quiere libertarse

Para volver amar.

Amor divinizado que se acerca

Amor divinizado que se va.

Amor hacia donde vaya llevaré tu mirada

y hacia donde camines llevarás mi dolor.

Fui tuyo fuiste mía. Qué más? Juntos hicimos

Un recodo en la ruta donde el amor pasó.

Fui tuyo fuiste mía. Tu serás del que te ame,

Del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.

Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.

Vengo de tus brazos. No sé hacia dónde voy.

…Desde tu corazón me dice adiós un niño.

Y yo le digo adiós.”

Sin olvidar la lucha y el estudio

Te diste tiempo para conversar

Para cantar, para amar.

Siempre abriendo proyectos

Con tu vocación de abrecaminos,

Con ese optimismo incansable

Que contagiaba a quienes con timidez

Se acercaban al palacio para mostrar su solidaridad.

Fuiste pueblo como la gente de la Montaña.

Escuchabas a todos

Comprendías a todos

Lo hacías con cordura y cuerdamente.

Trabajabas siempre,

De noche de día.

Pese a las calumnias y las alarmas

Tu confianza era siempre indestructible.

Llevabas la alegría siempre ilesa

De la gente que sabe cumplirle a la gente.

Toño, pobres de nosotros

Que nos hemos quedado

Sin tu fraternidad en esta tierra amarga.

No se me borran la sonrisa, tu saludo amable de “hola profe”,

El gesto de un joven sencillo e inquieto.

Tu boina roja y tus cuadernos y libros

Bajo el brazo.

No pudimos hablar de lo que se veía venir.

Simplemente había una indignación compartida

El deseo de hacer sentir lo que le duele a la gente que sufre.

De buscar las alianzas con las organizaciones y los pueblos,

De dar la batalla por los 43 desaparecidos y de mirar el futuro

Con la conformación de los consejos populares.

Subiste a la colonia del Tepeyac

Para atender el llamado de los colonos,

Para no permitir más tropelías de los policías desalmados,

Para asegurar que los maestros y maestras regresaran a casa

Sin ser golpeados.

Te aferraste a la vida luchando

Y el gobierno canalla

Se encargó de arrancarte de esta tierra.

Toño, para los que luchamos no has muerto.

En esta Montaña florece ya tu ejemplo

Camarada has sabido sembrar en estos intrincados caminos

La digna rebeldía de las y los montañeros que no se arredran

Para continuar luchando en las trincheras del pueblo.

Nos diste un ejemplo señero

De ayudar a cada uno en su combate

De luchar para salir de esta negra pesadilla.

Nos enseñaste a tender la mano de amigo

A dar consuelo y a imprimir valor y esperanza

A lo que soñamos.

Tuvimos la dicha de compartir en el piso de tierra

la tortilla y el pan que se multiplicaba entre los amigos y amigas de la Montaña.

Toño contigo no hay muerte ni derrota.

Para nosotros aquí en esta escarpada Montaña seguirás radiante,

con tu sonrisa inconfudible

Con tus reflexiones filosóficas,

con tus llamados a la lucha

Con tu abrazo fraterno

Y tu corazón comunitario.

Toño nos enseñaste a encender el futuro con unas pocas brasas

Y a ver la vida como la ven y sufren los de abajo

A saber cantarle al dolor y a luchar por la justicia,

Hasta el último momento.

 Abel Barrera H.

Salir de la versión móvil