“Lo que en verdad duele no es lo que sufre nuestro cuerpo sino el suplicio al que están sometidos nuestros hijos. Como padres nos sentimos impotentes porque no hemos podido rescatarlos, porque para encontrarlos tenemos que pelear contra quienes los tienen. Solo nos falta dar la vida con tal de saber dónde están. El sufrimiento de ellos son las verdaderas puñaladas que atraviesan nuestros corazones y esas sí nos desangran”.A casi cinco meses de los hechos abominables de Iguala Guerrero, don Mario y su esposa Hilda nos sorprenden por su fortaleza y por su forma de explicar lo que para ellos significa la desaparición de su hijo César Manuel. “Ese vacío está lleno de dolor, por eso nada tiene sentido. No hay color, no hay sabor, tampoco sonidos, y el tiempo nos es ajeno, poco nos importa si es de día o de noche. Todo se congela y solo se queda fija la imagen de nuestro hijo. Reaccionamos, cuando vencidos por el sueño sentimos que a nuestro hijo lo están golpeando y que desesperadamente nos pide auxilio”.
Sus palabras florecen de esperanza, a pesar de tantas noticias nefastas plagadas de mentira. Su exigencia de dar con el paradero de sus hijos, ha encontrado eco en los mismos gobiernos del primer mundo, que han dejado de tener como única fuente de información, las versiones de las autoridades mexicanas. La muestra más elocuente fueron las recomendaciones del Comité de la ONU sobre desapariciones forzadas que emplazó al gobierno de México a dar respuestas concretas en un plazo no mayor de un año. La reacción fue furibunda, porque la respuesta de los comisionados no se circunscribió al contenido vacuo del informe gubernamental. Para las autoridades lo que más importa es el mero formulismo discursivo y no las realidades que increpan su inacción e ineficacia. La estrategia del gobierno mexicano de encubrir la trágica realidad mexicana con información fútil ha perdido credibilidad y objetividad. Los más de 23 mil desaparecidos y los nulos resultados en las investigaciones y sanciones a los responsables por este tipo de delitos tiran por la borda cualquier intento de las autoridades de recomponer su imagen maltrecha.
La exigencia de los padres y madres de familia sigue en pie: entrar a los cuarteles militares para verificar si en alguna de las instalaciones castrenses se encuentran sus hijos. En las mismas investigaciones de la PGR hay indicios de que las autoridades militares tuvieron conocimiento de las actuaciones delincuenciales en que incurrieron las autoridades municipales y su vinculo con el crimen organizado, por lo mismo, los padres y madres de familia con plena razón han demandado a la PGR que abra una línea de investigación que se aboque a indagar el involucramiento del Ejército con grupos de la delincuencia organizada y acerca de su responsabilidad en la consumación de los hechos trágicos del 26 y 27 de septiembre en Iguala, donde fueron asesinados tres estudiantes de la normal de Ayotzinapa; tres personas más que se trasladaban a la ciudad de Chilpancingo y 43 normalistas desaparecidos por policías municipales de Iguala y de Cocula.
Ante el escrutinio internacional que está siendo sometido el gobierno de México por parte de los padres y madres de familia, la postura de los empresarios apátridas fue cerrar filas en torno al Ejército, asumiéndose como la clase pudiente que con su poder omnímodo sale en defensa del instituto castrense. Para los empresarios, la lucha de los familiares de los estudiantes desaparecidos es una amenaza a las instituciones y un peligro para la estabilidad política y económica del país. Por lo mismo, el Ejército es el único que les garantiza la paz y no puede estar sujeto a investigaciones que pongan en duda su honorabilidad.
El mismo Presidente de la República Enrique Peña Nieto salió en defensa de los militares al remarcar que el Ejército está por encima de cualquier duda o sospecha. “La grandeza y el prestigio del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea son firmes y permanentes. Todos hemos sido testigos del compromiso social, la vocación de servicio y el profundo amor a México de nuestros soldados y marinos”. El Secretario de la Defensa aprovechó la oportunidad para defenderse junto al jefe supremo de las fuerzas armadas “en ocasiones se nos ha señalado sin agotar los cauces legales o sin pruebas serias para tratar de desprestigiarnos y con ello daña la confianza en nosotros depositada”.
Ante el descrédito de la figura presidencial y la debacle de la administración Peñanietista, el viejo régimen priísta se endurece y con los de arriba cierra filas para mantener su poder infranqueable ante quienes lo increpan y exigen cambios de fondo para desmantelar la estructura delincuencial que se ha enquistado en los tres niveles de gobierno y que ha permitido que los grupos de la delincuencia imponga su ley y sus candidatos.
Las autoridades federales han descalificado a todos los actores que ponen en entredicho su versión sobre los hechos trágicos de Iguala. Han dado la espalda a los padres y madres de familia y han denigrado su lucha, tratándolos como entes manipulables e incapaces de tomar decisiones propias. Tratan de ignorantes a los Eurodiputados y descalifican al Equipo argentino de Antropología forense (EAAF) por cuestionar los resultados de sus investigaciones. Con enojo reclama al Comité de la ONU el contenido de sus recomendaciones.