Este domingo 15 de julio los pueblos na savi, me’phaa y mestizos del municipio de Ayutla de los Libres dieron una lección de verdadera democracia a los partidos políticos, a los gobiernos municipales y estatal, así como a las mismas autoridades electorales, al concluir un proceso de consulta ejemplar sobre el modelo de elección municipal y la integración del órgano de gobierno, donde participaron representantes de 107 comunidades y 33 colonias. Todas ellas representadas por un titular y un suplente, incorporando el principio de equidad de género. Esta asamblea estuvo respaldada por más de cinco mil ciudadanas y ciudadanos que llegaron a la cabecera municipal para demostrar su verdadero poder y su capacidad organizativa, como nuevos sujetos políticos que ya no están dispuestos a vivir bajo el yugo de los partidos y el trato despótico y discriminatorio de los gobernantes mestizos.
A pesar de que en Ayutla se han librado batallas históricas que han tenido repercusión nacional, como el Plan de Ayutla que fue una proclama política apoyada por los liberales Juan N. Álvarez e Ignacio Comonfort el 1° de marzo de 1854 contra la dictadura de Antonio López de Santa Anna, donde el llamado fue para establecer un gobierno republicano y democrático orientado a reorganizar el país, la realidad es que el municipio de Ayutla sigue atrapado en las redes de la discriminación y exclusión social. Los gobiernos mestizos han impuesto un estilo caciquil en la forma de ejercer el poder en la región al grado que esta municipalidad forma parte de los 20 municipios más pobres del Estado, donde habitan más de sesenta mil personas, siendo más del 70% la población que pertenece al pueblo na savi, por una parte, y al pueblo me´phaa, por otra. Su territorio tiene una superficie de 735 kilómetros cuadrados. La mayoría de las comunidades están incomunicadas, sus caminos son intransitables y difícilmente los enfermos pueden ser trasladados a la cabecera municipal. Por eso, el municipio de Ayutla está dentro del rango de marginación “Muy Alto”. La mayoría de estas localidades son pequeñas, al grado que las poblaciones más grandes, apenas rebasan los 1000 habitantes, es un enclave eminentemente rural que ha sufrido los estragos de la militarización y una política de contrainsurgencia, por considerar a esta región como un foco de la guerrilla.
La masacre del Charco acaecida el 7 de junio de 1998, donde 11 personas fueron ejecutadas por elementos del ejército mexicano en el interior de la escuela primaria Caritino Maldonado cuando pernoctaban varias autoridades comunitarias que habían asistido a una reunión donde acudieron miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), forma parte de la violencia institucional castrense. Así la caracterizó la Corte Interamericana de Derechos Humanos al emitir las sentencias en favor Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú, mujeres del municipio de Ayutla y de Acatepec que fueron víctimas de tortura sexual perpetrada por elementos del ejército. Estas atrocidades no han sido investigadas por las autoridades civiles, por el contrario, sigue vigente el modelo de seguridad impuesto por el ejército a través de una guerra de baja intensidad. Deliberadamente, se ha mantenido a las comunidades en el abandono porque consideran que con esta estrategia debilitarán su organización y diezmarán su fuerza como sujetos colectivos para que no ejerzan su derecho a la libre determinación.
Los pueblos indígenas de Ayutla padecen los peores índices de marginación: carecen de centros educativos y hay un déficit de maestros y maestras del sistema bilingüe. Sus servicios de salud son demasiado precarios, y el escaso personal médico que se encuentra adscrito a algunas comunidades sólo se hacen presentes en algún día de la semana, su trato es discriminatorio y no tiene interés en brindar una atención respetuosa a los pacientes indígenas. No existen servicios básicos, la falta de acceso al derecho al agua forma parte de la violación sistemática de la mayoría de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales. El abandono al campo es secular, no hay ningún proyecto orientado a revertir la escasez de alimentos y a enfrentar los graves problemas de desnutrición infantil. Es un paisaje desolador ante tanta pobreza, contrastada con la inversión militar y con las concesiones mineras que se han otorgado en la región, con el fin de mantener vigente el modelo extractivista en el Estado.
La montaña de agravios que han enfrentado mujeres y hombres na savi y me’phaa que se ven obligados a caminar más de ocho horas las escarpadas montañas que tienen amurallada a la cabecera municipal donde los mestizos sobreexplotan a niñas, niños y mujeres indígenas que se ven obligados a trabajar en las casas de los patrones a cambio de mal comer y de tener un rincón donde dormir.
Tanto el gobierno federal y estatal se han desentendido de la tragedia que enfrentan los pueblos indígenas de Guerrero. Los 19 municipios de la montaña siguen padeciendo los estragos que dejó el gobierno colonial. Se mantienen vivas estas relaciones asimétricas, marcadas por el racismo y la discriminación. A pesar de tantas luchas libradas y sangre derramada de los indígenas, impera en los gobernantes mestizos y los funcionarios formados en la cultura occidental, la idea nefasta de que hay que civilizar a la población originaria para que pueda salir del atraso. Esta visión colonialista es la que se ha institucionalizado en las políticas de exclusión social, control político y sometimiento económico. Los mismos partidos se han transformado en grupos de poder que fortalecen cacicazgos regionales e imponen un modelo de democracia partidista que no tolera la participación de los pueblos indígenas como sujetos políticos. En la práctica las cúpulas partidistas y muchos de sus seguidores se han transformado en el principal obstáculo de la democracia, porque la decisión libre y autónoma que ejercen los pueblos como parte de su derecho colectivo a la libre determinación es descalificada e impugnada de manera sistemática ante los tribunales electorales. Los partidos políticos por su ambición de poder y el monopolio para elegir a sus gobernantes han sido desenmascarados como institutos donde prevalece la intolerancia política, el monismo jurídico y la discriminación étnica.
En Ayutla los grupos de poder mestizo se han opuesto permanentemente a que prospere la iniciativa de que se elijan las autoridades bajo el régimen de sus propios sistemas normativos. No sólo están abanderados por los partidos políticos, el mismo Tribunal Electoral del Estado se ha erigido en una instancia que de manera recurrente desacreditó la lucha legítima de los pueblos a contar con un sistema de elección basado en sus usos y costumbres.
La persistencia en su lucha y la razón jurídica que les asiste a los pueblos indígenas de Ayutla han dado un paso que es histórico a nivel estatal y nacional por poner en práctica su derecho a elegir a sus autoridades de acuerdo con sus formas de gobierno indígena. La asamblea comunitaria es la máxima autoridad, es la instancia donde se eligen a los representantes de la comunidad, bajo este mismo modelo es como los pueblos eligieron hoy, en el marco de la Asamblea Municipal de Representantes a seis personas que integraran el órgano de gobierno como parte de lo que hoy denominaron el Consejo Municipal Comunitario. Son cuatro hombres; dos del pueblo na savi y dos del pueblo me’phaa y dos mujeres de la población mestiza quienes tienen la encomienda de convocar a reuniones con los demás representantes comunitarios para integrar la estructura del nuevo gobierno comunitario que el 30 de septiembre entrará en funciones, una vez que logre definir en la asamblea quienes coordinaran las comisiones de este Consejo. Lo que se logró con la participación de los 275 representantes que asistieron en esta asamblea, fue que dos miembros del pueblo na savi conformen el área de gobierno, dos mujeres de la población mestiza coordinarán el área de seguridad y justicia y dos hombres del pueblo me’phaa se encargarán del área de finanzas. Existe una visión innovadora de lo que ellos llaman la jerarquía circular donde ningún representante será más, pero tampoco será menos que los demás, todas y todos tendrán la misma jerarquía y poder, y por lo mismo gozarán del mismo sueldo. La Asamblea General es la que avalará o sancionará las decisiones que tomen sus representantes, para asegurar que cumplirán cabalmente con el mandato del pueblo.
Para los pueblos na savi y me’phaa hoy es un día memorable por eso las bandas de música y danzas tradicionales bajaron a la cabecera municipal a celebrar su triunfo. No fue para menos porque, así como lo hicieron hace más de dos siglos para sacar a Santa Anna del poder hoy lo hacen de manera pacífica y legal quitándole el monopolio del poder a los partidos políticos y sus caciques que han hecho de la discriminación y exclusión social su gran negocio. Esta derrota de los líderes políticos y los patrones racistas en contrapartida fue celebrada de manera festiva por los na savi y me’phaa que han soportado en silencio el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, la violencia caciquil y la guerra declarada por el ejército.
Los indígenas de Ayutla lograron a pulso una lucha que pudo vencer a los mismos partidos políticos y la visión racista de los diputados, funcionarios electorales y líderes políticos que ven en este modelo de democracia comunitaria un peligro para sus cotos de poder y una amenaza al modelo hegemónico fincado en la partidocracia que supedita al ciudadano a los intereses de las cupulas partidistas. Con gran sabiduría acumulada por los siglos de resistencia y trabajo generoso dentro de las asambleas comunitarias los pueblos indígenas conquistaron con la ley en la mano su derecho a elegir a sus autoridades teniendo como plataforma jurídica el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de Naciones Unidas, la americana y la misma Constitución Política de nuestro país. Lo innovador de este movimiento es que la democracia en México y en Guerrero tiene un nuevo rostro, con la conformación del Consejo Municipal Comunitario decidido en una asamblea municipal donde la nueva figura de este gobierno será un consejo integrado de manera plural por tres coordinadores representados de manera equitativa los me’phaa, na savi y mestizos. Se inaugura una nueva etapa en esta gesta por la democracia de alta intensidad forjada desde la base comunitaria. Una democracia que no excluye las lenguas y culturas na savi y me’phaa, y que integra dentro de este pluralismo político y jurídico los sistemas normativos de los pueblos indígenas y sus formas de gobierno comunitario. Los pueblos indígenas siguen innovando a pesar de tantas adversidades y tratos cruentos causados por gobiernos caciquiles que son los responsables de la violencia que hoy vivimos y de la colusión que se ha institucionalizado entre el crimen organizado y los agentes del Estado. La esperanza vuelve a renacer en esta región olvidada con la lucha festiva de los pueblos indígenas de Ayutla que hoy alzaron la voz y tomaron en sus manos el destino de su municipio. Hicieron patente la máxima consigna del movimiento zapatista ¡Nunca más un México sin nosotros!
Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan”