Opinión OPINIÓN | El respeto a nuestros territorios es la paz Centro de derechos humanos de la Montaña, Tlachinollan En las tierras comunales de Cacahuatepec la lucha por nuestro territorio es histórica. Es una lucha ejemplar que nos hizo crecer como pueblo porque aprendimos a defendernos contra el gobierno. En todo momento hemos tenido que librar muchas batallas; contra la CFE, los gobernadores, los policías, el ejército y los gravilleros. Todos nos han agredido y se han unido para despojarnos de la tierra que nos heredaron nuestros abuelos. Los que viven en las ciudades siempre nos han despreciado y nunca han respetado nuestra forma de vivir en comunidad. Los políticos de todos los partidos solo nos miran cuando necesitan apoyo para sus campañas. Los empresarios siempre buscan sacar la mejor tajada de sus negocios. Por ejemplo los que viven del negocio de la arena y la grava tratan de adueñarse de más tierras, cuando ellos saben que no lo pueden hacer porque son comunales. Nadie vela por los derechos de los demás y a ninguno le preocupa cuidar lo que nos da vida como el bosque, el río, las plantas, los arroyos. Solo queremos extraer beneficios de la naturaleza pero nunca realizamos acciones que la protejan. Nosotros, aunque no lo crean, hemos cuidado el río Papagayo porque es el que nos da vida a todos los acapulqueños, sobre todo a los empresarios. En nuestras mismas tierras están los pozos de agua que surten a gran parte de los hoteles y a varias colonias del puerto. Por nuestros pueblos pasan los camiones que sacan arena y grava del río sin que pidan permiso a las autoridades comunales. Todo lo arreglan con los grandes políticos en Acapulco, a los verdaderos dueños nos ignoran. Por eso cuando supimos de la construcción de una presa hidroeléctrica dijimos abiertamente ¡No a la Parota! Nos organizamos más de 20 comunidades para impedir la entrada de los camiones y la maquinaria de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Por asumir esta postura el gobierno se enojó y no nos perdonó lo que le hicimos. Empezó a perseguir a nuestros líderes. Los encarceló y armó una campaña para señalarnos como peleoneros. No pudieron doblegarnos, mucho menos nos atemorizaron. Lo que pasó con este problema es que ayudó a despertar la conciencia de la gente, de defender nuestra tierra y de impedir que nos sacaran de los lugares donde vivimos. Lo que hizo el gobierno fue dividirnos y también relegarnos. Se propuso construir la presa ignorando lo que decíamos. Empezó a realizar asambleas simulando una consulta con el fin de contar con la autorización de los dueños de las tierras. Como opositores a la presa, el gobierno nos bloqueó para que no entráramos en las asambleas que realizaban para autorizar la presa. Los policías se encargaron de reprimirnos y los taxistas de Acapulco fueron los encargados de acarrear a la gente de otros núcleos agrarios. Dimos una pelea limpia al gobierno y ni con toda su policía nos pudieron ganar. Todo el dinero que derrocharon para derrotarnos fue en vano, porque pudo más nuestra postura firme. En todo momento les demostramos que la razón y el derecho estaban de nuestro lado. No hubo ninguna duda, porque los 6 juicios agrarios que interpusimos, los magistrados resolvieron a nuestro favor. Les hicimos ver que la sabiduría de los pueblos es más astuta y efectiva. Pudimos combinar la organización de las comunidades contra la presa la Parota, con la defensa jurídica, la denuncia en los medios de comunicación y la solidaridad de los organismos internacionales. Quiero decirles que ser comunero no es nada fácil, porque tienes que cumplir con mucha obligaciones. Para que tengas derecho a la tierra no solo hay que estar en el padrón, tienes que dar servicio por varios años a la comunidad, hay ocasiones en que tienes que desempeñar un cargo y aquí nadie te paga, todo es gratuito, porque todo lo que hay en el pueblo también es gratis: el agua, la leña, la madera, las frutas, las plantas medicinales, el solar y la misma parcela. Eso es lo que nos define como comuneros o comuneras, por eso no es cualquier cosa, tenemos que defender nuestra tierra y nuestra comunidad. Cuando alguna empresa o el mismo gobierno quiere atentar con lo que es nuestro, nos organizamos para impedirlo. A pesar de esta cultura que tenemos, para los funcionarios del gobierno somos unos simples campesinos que no sabemos de leyes y por lo mismo nuestra opinión no cuenta. Nos han tratado siempre como sus peones, como seres inferiores que estamos destinados a trabajar en la parcela. Creen que no podemos aspirar a más y nos dan a entender que necesitamos del gobierno y de los ricos para que lleguen a nuestras tierras a salvarnos. Por eso no nos piden permiso para meterse a nuestro territorio. Llegan como si fuera a su casa. Así hizo la CFE: metió su maquinaria y empezó a construir túneles para construir la cortina. No nos quedó de otra que retener y sacar a los trabajadores. A los ingenieros le enseñamos a respetar a nuestra madre tierra y le dijimos que mejor se fuera para que no se metiera más en problemas. Como comunidades nos organizamos para cuidar nuestros territorios. Las compañeras instalaron plantones para impedir la entrada de los trabajadores de la empresa. Cada domingo empezamos a convocar a reuniones para informar cómo iba nuestra resistencia contra la presa y cómo organizarnos mejor para hacer frente a la decisión de las autoridades de meterse a nuestras tierras para iniciar el proyecto hidroeléctrico. El movimiento de resistencia del CECOP nació del corazón del pueblo. Nos ha costado sangre porque en esta lucha larga han asesinado a 4 compañeros. El gobierno en lugar de investigar y castigar a los responsables, giró varias órdenes de aprehensión contra los dirigentes. Detuvo dos veces a Marco Antonio Suástegui que fue trasladado a un pena de Tepic , Nayarit para impedir que lo visitarán sus familiares y amigos y que no contara con una defensa adecuada. Para desmovilizar a las mujeres encarcelaron a nuestra compañera María de la Luz Dorantes, quien logró demostrar mucho temple porque a pesar de tanto sufrimiento que padeció, no abandonó la lucha y más bien sigue ahora al frente de la CRAC. Como CECOP es importante decir que luchamos no solo para defender nuestro territorio, también velamos para que haya seguridad y para que reine la paz en nuestros hogares. Contamos con nuestros policías comunitarios que dependen de la casa de justicia de San Luis Acatlán. Con el apoyo de los coordinadores y coordinadoras vamos aplicando el reglamento para que haya orden en los bienes comunales de Cacahuatepec y esto con muchas dificultados lo estamos logrando. Lo que pasó este miércoles 8 de marzo con la llegada de más de 100 policías de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) fue una agresión directa al CECOP, porque vinieron a desafiar a nuestros policías, al rodear la casa de enlace de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) y al portar armas de uso exclusivo del ejército. ¿A qué vinieron? ¿Quién los mandó? ¿Con qué derecho entraron si no son de la comunidad? ¿Qué les da más derecho a policías que no son de la comunidad para querer someter a los policías locales? Como comunidades ese tipo de policías no estamos acostumbrados a ver. Mucha gente se asustó al observar el armamento que traían y por la forma como llega con muchas camionetas y la manera cómo se comporta con la gente. Como CECOP decimos que esa policía no la solicitó la comunidad, por lo mismo, demandamos que respeten nuestro territorio, a nuestros policías y al pueblo mismo. Aquí hemos podido defendernos de quienes pretenden hacernos daño y quieren imponer proyectos que no nos benefician. Como CECOP y CRAC somos un solo frente. Juntos estamos defendiendo nuestro territorio, nuestra agua y nuestra tranquilidad. Ya no queremos más violencia, ya no queremos más divisiones, tampoco queremos más agresiones de grupos ajenos a la comunidad. Queremos que el gobierno respete nuestras decisiones, nuestras asambleas, nuestra lucha y la memoria de nuestros caídos. No queremos más provocaciones ni incursiones de gente extraña que viene a defender intereses de grupo, que busca dividir más a las comunidades, desmovilizarlas para impulsar la construcción de la presa la Parota. No nos vamos a confrontar con la UPOEG porque el CECOP no nació para pelear contra las organizaciones, su razón de ser es defender su territorio contra los proyectos extractivistas promovidos por el gobierno; es impedir que se construya la presa hidroeléctrica la Parota y fortalecer la organización comunitaria para hacer valer sus derechos colectivos. Por esta razón la presencia de la UPOEG en el territorio donde el CECOP ha enarbolado un movimiento emblemático a nivel continental contra las represas y que ha sido inspiración para otros pueblos que luchan contra los megaproyectos, representa una amenaza externa que atenta contra el derecho a la libre autodeterminación y al respeto al territorio de los bienes comunales de Cacahuatepec. 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