Consejo de Comunidades Damnificadas Opinión | Las siembras del hambre Centro de Derechos Humamos de la Montaña Tlachinollan El gran problema que enfrentamos con todos los gobiernos es que promueven programas para el campo, sin tomarnos en cuenta. Son los funcionarios de la ciudad los que siguen tomando decisiones desde el escritorio para supuestamente otorgarnos los mejores beneficios. Las mismas oficinas están en la capital del estado y en los municipios más grandes de cada región. Los responsables de aplicar los programas no son campesinos, y probablemente ninguno de los empleados sabe sembrar en las faldas de los cerros. Por eso todo el tiempo tenemos que pelear, porque no hay entendimiento, mucho menos comprensión y sensibilidad de parte de quienes supuestamente están para atendernos y brindar el mejor servicio. No toman en cuenta que como trabajadores del campo, no tenemos un ingreso fijo que nos ayude a solventar los gastos que se requieren, para realizar los trámites en las cabeceras municipales. Somos nosotros y no los funcionarios los que tenemos que dar vueltas a la ciudad para obtener algún beneficio. La mayoría de las veces nos sale más caro el caldo que las albóndigas. Por eso nos cansamos y nos enojamos, porque estas gentes están muy lejos de comprender la realidad que vivimos, más bien, no les interesa saber cual es nuestra situación. Así lo sentimos cuando vamos a sus oficinas, siempre nos ignoran, y cuando nos dirigen la palabra solo es para regañarnos y ofendernos. Los que vivimos en la parte baja de la montaña, desde el mes de abril empezamos a limpiar nuestras parcelas; recogemos el rastrojo, tumbamos los arbustos y quemamos toda la hierba para preparar el terreno. Antes de sembrar, en el día de San Marcos, acostumbramos presentar la ofrenda en nuestras parcelas. En muchas comunidades se organizan para subir al cerro, donde los sabios que aprendieron el arte de hablar con nuestras deidades, presentan la ofrenda del comisario, quien lo hace en nombre de toda la comunidad. Estos rituales son muy antiguos, forman parte de las costumbres más importantes que nos heredaron nuestros antepasados. Ellos nos enseñaron a respetar la naturaleza, porque también es un ser sagrado. Aprendimos que el territorio es todo lo que existe a nuestro alrededor: la tierra donde trabajamos, los cerros, el bosque, las barrancas, los ríos, los manantiales, los vientos, los relámpagos, las estrellas y hasta el mismo aire. Todo eso es nuestro y por eso lo cuidamos y lo respetamos. Para los funcionarios nuestras creencias y costumbres no valen, y mucho menos tienen importancia, las consideran atrasadas, por eso nos ven como gente sin razón. Nunca van a comprender que nuestro pensamiento tiene también fundamentos filosóficos y científicos, que poseemos capacidades para percibir y ver el mundo desde otro ángulo del universo. Desconocen que hemos desarrollado una sensibilidad para tratar a la tierra como nuestra madre. Es muy difícil que la visión de una persona que se educa en las ciudades pueda entender la vida en el campo. A pesar de estas limitaciones que tienen los funcionarios para comprender el mundo rural, los gobiernos siguen con los mismos esquemas centralistas y verticales, para implementar políticas y programas sin tomar en cuenta nuestro parecer. La siembra del maíz en la montaña se remonta a la civilización mesoamericana. No sólo se trata de una práctica agrícola, sino que es parte de nuestra cultura y nuestro patrimonio. Por eso entre los pueblos indígenas, el maíz es una planta sagrada, que garantiza nuestro sustento familiar. Por ser una planta milenaria, hemos acumulado una gran sabiduría sobre cómo domesticarla y obtener una diversidad genética para que se adapte a todos los ecosistemas. Aunque muchos no lo quieren reconocer, nuestra vida depende del maíz. La gente de la ciudad desconoce que la grandeza de nuestro pais se cimenta en esta cultura. No sólo nuestra dieta alimenticia tiene como principal producto el maíz, sino que nuestra misma idiosincracia lleva la marca imborrable de esta planta civilizatoria. Muchas comunidades que habitamos en climas cálidos sembramos el maíz del 10 al 15 de mayo, con el fin de que nazca la milpa en las primeras lluvias de la temporada. Es lo que llamamos la siembra a secas, porque depositamos el maíz en la tierra que aún no está húmeda, esperando que a los pocos días caigan las primeras aguas. Dejamos que la milpa crezca más de una cuarta, y es entonces cuando tenemos que aplicar la primera dosis de fertilizante. Para nosotros los primeros días de julio son claves para poner el agroquímico, porque es cuando la planta está creciendo. Ahora no lo hemos podido hacer porque el fertilizante no llega. Desde los primeros dias de junio estamos dando vueltas a las oficinas de la Secretaría de Agricultura, para saber cuando van a surtir las bodegas de fertilizantes. Los de Zapotitlán Tablas fueron los primeros que protestaron cuando se dieron cuenta que todos los productores iban a recibir un paquete de fertilizante, independientemente de que hayan registrado dos o tres héctareas. Ahí decidieron detener al delegado regional del gobierno federal. Se lo llevaron junto con el presidente municipal al bloqueo que hicieron en el crucero de Tlatlauquiltepec. Ahí los tuvieron 4 días y 4 noches, como medida de presión, para que las autoridades garantizara la entrega completa del fertilizante y agilizara su traslado. La gente permaneció 22 días y 22 noches, bloqueando la vía de Chilapa a Tlapa, hasta que llegó el último trailer a sus bodegas. Por su parte varias comunidades de Acatepec y de Atlixtac se incorporaron al bloqueo para establecer una interlocución con los funcionarios federales y programar la entrega del fertilizante. En la comunidad de Totomixtlahuaca municipio de Tlacoapa, retuvieron al presidente municipal con todo su cabildo, debido a que más de 600 productores no se encontraban contemplados dentro de la lista de beneficiarios. Fue en la ciudad de Chilpancingo donde se establecieron los acuerdos con los funcionarios federales para garantizar la entrega completa del fertilizante. A pesar de que el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador dió como plazo el 15 de julio para concluir con la entrega completa del fertilizante, en varias regiones del estado no se cumplirá con la orden que dio. La presencia del secretario de agricultura Victor Villalobos a la ciudad de Chilpancingo fue insuficiente para agilizar la distribución del fertilizante. Esto quedó de manifiesto con la multiplicación de las protestas de los productores en varias regiones del estado. La descoordinación es lo que más sobresale entre las diferentes instituciones encargadas de implementar el programa. Los beneficiarios no tienen un interlocutor confiable que les pueda informar con veracidad cuántos paquetes les serán otorgados, y en qué fechas podrán recibirlos. Lo que prevalece es la desinformación y la falta de comunicación al interior de las mismas instituciones. Se suplantan funciones en algunos municipios entre el personal de los caders y los servidores de la nación. En varias comunidades los productores hasta la fecha no saben si recibirán el fertilizante. Algunos cuentan con vales, pero siguen sin ser corregidos como fue la instrucción del secretario, para que se les garantice la entrega completa del fertilizante. Otros no han recibido los vales y no tienen la certeza de que se les otorgará por que no lograron cumplir con todos los requisitos. La mayoría sigue gastando dinero que no tiene para ir a las bodegas y cersiorarse de que el fertilizante no llega. La gran angustia es que la milpa no espera y que si en estas dos semanas no llega el fertilizante, todo su esfuerzo será en vano. La situación no sólo es complicada sino compleja, por que además de las protestas y tomas de trailers, existe la amenaza del hambre. Las familias saben que las siembras del maíz y el tlacolol es deficitaria. Cosechan de trescientos a quinientos kilos, cuando hay buen temporal y suficiente fertilizante. Ahora las lluvias se han retrasado y el fertilizante no llega, pero además el número de bulto no les alcanzará para la segunda aplicación, que es clave por que es cuando carga la planta para que dé elotes. El escenario pinta mal porque la milpa no espera, mucho menos hay forma de controlar las lluvias. La naturaleza tiene su propio ritmo y los campesinos saben en que momento se tiene que realizar determinados trabajos. Por eso la desesperación de muchos ha llegado al extremo, de tener que confrontarse con las autoridades y tomar las vías de comunicación para que las autoridades reaccionen y tomen medidas acordes a la urgencia. Lamentablemente no se han tomado las mejores decisiones y el traslado del fertilizante sigue llegando a cuenta gotas, con este ritmo lo más probable es que la entrega del fertilizante no culminará en el mes de julio, cuando la milpa empiece a ponerse amarilla y a perder su consistencia. No sólo se pone en riesgo una mediana cosecha en esta temporada de lluvias, sino que se agudizaran los problemas en el campo y el hambre cabalgará en la montaña, cobrando más vidas de las que año con año se pierden, a causa de la indolencia de las autoridades. Share This Previous ArticleCOMUNICADO | Exigimos participación en la elección del titular de la Fiscalía de Derechos Humanos, transparencia en el proceso y un perfil idóneo Next ArticleCarta Pública | Fiscalía de derechos humanos: central en el combate a la impunidad 16 julio, 2019