Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan
Fueron 4 años que cargamos, no solo con el dolor, si no con las mentiras del gobierno de Peña Nieto. Él se empeñó en borrar de la memoria del pueblo de México a nuestros 43 hijos. Nunca fue sincero. En todo momento trató de poner a salvo su imagen, de quedar bien ante la opinión pública y de simular ante los organismos internacionales, de que su gobierno estaba comprometido con la verdad. Soportamos mucho tanta maldad. No sabemos ni cómo le hicimos para aguantar a tanto funcionario hipócrita, que siempre nos dieron la espalda. Fuimos muy pacientes e hicimos un gran esfuerzo por mantener la interlocución, con la esperanza de que avanzaran en las investigaciones. Sólo le daban vuelta a la verdad histórica. A cuenta gotas nos proporcionaban información de lo que supuestamente estaban investigando, con relación a las líneas propuestas por el GIEI.
Nos desangraron a más no poder, porque su objetivo no era dar con el paradero de nuestros hijos, sino de mantener a toda costa su verdad histórica. Así se despidió Peña Nieto, como un arlequín que siempre repitió lo que a sus intereses convenía. Su gabinete fue copia fiel de las excentricidades de su jefe. Siempre sentimos su desprecio y en todo momento buscaban como restregarnos en la cara, la versión de que nuestros hijos fueron asesinados y quemados en el basurero de Cocula.
Por fin terminó la pesadilla con Peña Nieto y ahora hemos fincado nuestra esperanza en el nuevo gobierno, con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Hemos corroborado que hay voluntad política para dar con el paradero de nuestros hijos. Eso es lo que más anima, porque vemos que hay una diferencia grande entre los funcionarios del gobierno pasado, con las nuevas autoridades que están encargadas de darle seguimiento a nuestro caso. Ha cambiado el trato y también la manera de abordar los temas relacionados con la investigación y la búsqueda. Nunca hubiéramos imaginado que este gobierno estuviera dispuesto a crear una comisión para la verdad y el acceso a la justicia de Ayotzinapa, y que además el mismo presidente de la república firmara el decreto para la creación de esta comisión. Ahora se ha institucionalizado este mecanismo de seguimiento, a través de las sesiones ordinarias que se realizan con los miembros de esta comisión.
Ha sido muy alentador saber que dentro del nuevo gobierno existe también gente que es sensible a nuestro dolor, que tiene un compromiso con la verdad y que hace todo lo que está a su alcance para dar cumplimiento con los acuerdos asumidos en las reuniones de trabajo. Nos da mucho gusto contar con el apoyo de los organismos internacionales, tanto de la Comisión interamericana como de la Alta comisionada para los derechos humanos de la ONU, que han formalizado acuerdos de cooperación y asistencia técnica para darle seguimiento al caso de Ayotzinapa. También nos alienta el hecho de que varias compañeras y compañeros de GIEI estén en posibilidades de participar nuevamente en los trabajos de investigación y búsqueda.
Algo que queremos resaltar, y que el gobierno de Peña Nieto se negó a realizar, fue la formalización de un protocolo de seguimiento para la atención psicosocial de nuestras 43 familias. Se ha implementado una propuesta de acompañamiento a través de un equipo interdisciplinario que brinde atención especial a los pacientes que enfrentan situaciones graves de salud. Como madres y padres no ha sido nuestra prioridad el cuidado de nuestra salud y de un sinnúmero de problemas que enfrentamos a nivel familiar, porque en el centro de nuestra lucha están nuestros hijos. No queremos que las autoridades tengan argumentos o pretextos para dedicar recursos financieros y humanos que desvíen la atención principal de dar con nuestros hijos.
Hemos sacrificado todo, nuestra propia salud y la de nuestros hijos que están en casa, con tal de concentrar nuestras energías para dar con el paradero de los 43. Sabemos que para continuar la lucha, debemos también de atender nuestra situación personal, para no darle oportunidad a quienes nos han hecho daño, y que quieren vernos vencidos. Vernos sucumbir y desfallecer. Las enfermedades nos quieren atrapar entre sus redes. Muchas de ellas son difíciles de curar y vemos que también están cercando nuestra vida. En medio de todas estas dificultades sacamos fuerzas desde lo más profundo de nuestro corazón. Es el amor por nuestros hijos la mejor medicina que tomamos a cada segundo para robustecer nuestro espíritu y recuperar energías para nuestro cuerpo. Ellos son el milagro que nos permiten vivir, son la única razón por la que nos mantenemos de pie, luchando y gritando su nombre en todos los lugares donde marchamos.
Es un gran avance haber recuperado la confianza en las autoridades, es como un alivio que nos deja respirar con más tranquilidad, sin embargo, ya han pasado 6 meses y vemos que todavía los pasos que se han dado, no significan que estemos avanzando como habíamos imaginado.
No solo contamos los 4 años de Peña Nieto. Para nosotros no hay división del tiempo. Es una línea ininterrumpida marcada por el sufrimiento y la desesperación. Desde la noche del 26 de septiembre a esta noche del 26 de mayo del 2019, no hemos podido descansar como nuestro cuerpo quisiera. A pesar de que nos acostamos, la imagen de nuestros hijos merodea en nuestros insomnios. Cerramos los ojos, pero no dormimos. Nos acostamos, pero no descansamos. Comemos pero no nos reanimamos. Platicamos, pero nunca nos concentramos en otros temas que no sea el de nuestros hijos. Lloramos, siempre lloramos. En la noche y en el día, en la calle y en el cuarto de la casa. Con la familia y con los amigos que se han unido a nuestra lucha. Nuestros ojos son testigos de que nunca tenemos descanso, de que siempre habrá una lágrima en nuestra mejilla. ¿Sabes lo que significa sufrir 56 meses de manera ininterrumpida, cargando el peso de la desaparición de nuestros hijos? ¿Te imaginas como estará nuestra mente y nuestro cuerpo que no ha dejado un segundo de pensar en nuestros hijos? ¿Crees que nuestra situación ha cambiado por el solo hecho de que cambió el gobierno?
Para nosotros como padres y madres no hay distinción entre los 4 años de Peña Nieto y los 6 meses que llevamos con el nuevo gobierno de López Obrador. No hay un cambio en nuestro dolor y sufrimiento, al contrario, se agudiza más porque el tiempo se ha vuelto contra nosotros. Seguimos buscándolos en vida, y así nos mantendremos, hasta que nos demuestren con pruebas científicas que ha sucedido lo contrario. Hoy no tiene cabida en nuestra mente que nuestros hijos estén muertos, porque como madres y padres, nunca caeremos en la tentación de declararlos muertos, por la incapacidad del gobierno que no ha podido demostrar con pruebas científicas, dónde están nuestros hijos.
Por eso queremos manifestar públicamente que nuestra paciencia se está agotando, porque es mucho el tiempo que hemos recorrido para encontrar la verdad. Lo que nos preocupa como madres y padres es que las nuevas autoridades hasta la fecha no hayan podido nombrar al fiscal especial para el caso Ayotzinapa.
Cuando nos reunimos con el Licenciado Gertz Manero, lo primero que nos dijo fue que nombraría al fiscal en el mes de marzo. Confiamos en su palabra, sin embargo, llevamos 60 días sin que tengamos la certeza de que su nombramiento será inminente. Enfrentamos una situación crítica, porque la realidad es que seguimos estancados en la investigación. Porque mientras no haya un titular que se encargue de darle un nuevo impulso a las líneas propuestas por el GIEI, por la vía de los hechos, no estamos dando pasos significativos que nos acerquen a la verdad. Además de que no hay fiscal tampoco hay cambios dentro de la misma Fiscalía General de la República (FGR). Aún se mantienen los funcionarios de la administración pasada que se encargaron de afianzar la línea de investigación impulsada por Tomás Zerón y ratificada por José Murillo Karam. No podemos esperar nuevos resultados de las investigaciones, cuando ellos fueron el principal obstáculo para avanzar en las líneas propuestas por el GIEI.
Además de este problema que arrastramos, hemos planteado a las nuevas autoridades que soliciten a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), que proporcione toda la información que tengan en sus archivos, sobre los hechos trágicos del 26 y 27 de septiembre. Hasta la fecha hemos notado que la SEDENA se maneja de manera independiente y no le interesa coordinarse con las demás instituciones gubernamentales. Tiene su propia agenda y utiliza la información que posee de acuerdo a sus intereses. Se ha manejado a discrecionalidad, sin atender el llamado del presidente de la república, de que todas las instituciones tienen que cooperar, en el ámbito de sus competencias, para llegar a la verdad. Es urgente que vuelvan a comparecer los militares que dieron su testimonio sobre la participación del ejército en estos hechos, porque hace falta aclarar muchas dudas y explicar cómo fue su participación y su vinculación con los grupos del crimen organizado.
En la marcha de esta tarde volvimos a recorrer las mismas calles y a gritar la consigna que nos identifica como un movimiento que no se doblega ante el poder y no se rinde ante nadie, para exigir la presentación con vida de nuestros 43 hijos. Como madres y padres, tenemos que seguir gritando a los cuatro vientos, que a pesar de que hemos dado pasos importantes durante estos 6 meses del nuevo gobierno, aún no hay avances. Que por encima de la buena voluntad y el trato digno de los funcionarios, no hemos obtenido resultados tangibles que nos acerquen a la verdad. Por el contrario, vemos reticencias de la SEDENA para proporcionar toda la información que tiene y mucha lentitud del fiscal general para nombrar al titular de las investigaciones sobre el caso Ayotzinapa. No queremos llegar a los 57 meses con la misma cantaleta del gobierno pasado.