Tlapa, Guerrero, a 23 de octubre de 2024. Es un día de otoño, cuando las flores brotan en las montañas, le festejan al señor del Nicho, cubriendo con tapetes coloridos las calles por donde pasa en su recorrido. Los habitantes dibujan a Jesús, corazones rodeados de espinas, mariposas, cruces, colibríes y variadas imágenes con sus leyendas de ayuda. Los mensajes recurrentes fueron en torno a la violencia generada por la delincuencia organizada, la violencia feminicida y otras más que ocurren desde los espacios familiares, hasta las intercomunitarios. La apuesta es que todos los ciudadanos y ciudadanas puedan ser promotores de la paz y la justicia.
El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan se suma a esta festividad desde hace 30 años, y aprovecha para resaltar las demandas de verdad y justicia. Desde las 7 de la mañana los integrantes del equipo de trabajo llegan para realizar los trazos en la calle Mina, a la altura de las oficinas. Entre 9 y 10 de la mañana empezaron a rellenar de aserrín que el día anterior pintaron. Al inicio es casi imperceptible, pero poco a poco va tomando forma la imagen. Al finalizar el tapete se apreciaba la frase “Señor del Nicho, sálvanos de los gobiernos que ocultan la verdad”.
Para Tlachinollan es una oportunidad para expresar las demandas de los padres y madres que exigen la presentación con vida de sus 43 hijos desaparecidos. Han cumplido 10 años de incertidumbre sin tener información del paradero de sus hijos. Lo peor de todo es que los gobiernos que han pasado han ocultado la verdad. Lejos de proteger a las familias defienden incondicionalmente al ejército. En el inicio del sexenio de Andrés Manuel López Obrador las familias tenían la esperanza de encontrar a los jóvenes, sin embargo, cuando las investigaciones toparon con el ejército el caso quedó estancado. El diálogo fue entorpecido por las autoridades y finalmente los padres vieron innecesario seguir el diálogo porque no presentaban avances sobre el paradero de los normalistas. El sexenio de la cuarta transformación dejó la herida abierta y las investigaciones pendientes, a pesar de la promesa de Andrés Manuel de encontrarlos.
En otro de los tapetes unas manos tomaban el Sagrado Corazón de Jesús, en el fondo resaltaban las montañas, y en el horizonte resaltaba la frase “Señor del Nicho, líbranos de los huracanes”. Hacía referencia al reciente huracán John que golpeó las comunidades indígenas de la región de la Montaña. Las carreteras y las brechas que conectan el conglomerado de comunidades quedaron trozadas, derrumbadas, obstruidas por los árboles caídos; arrasó con las milpas y quedaron sin luz. Desde el 25 de septiembre las comunidades quedaron completamente incomunicadas. Con el paso de los días, al ver que los gobiernos no reaccionaban, las comunidades con pico y pala empezaron a abrir sus carreteras y en lugares que la barranca o el río se llevó la brecha de terracería. Con ramas de encino y tierra las volvieron a construir rústicamente. Con el trabajo comunitario resolvieron la emergencia causada por el huracán. Las autoridades dejaron abandonada a la Montaña por varios días.
A las 3:30 de la tarde sonaron los cohetes indicando que el Señor del Nicho salía de la catedral de san Agustín. Decenas de personas rodeaban las calles coloridas por los tapetes mientras una fila de personas a cada lado del camino, la mayoría vestidas de blanco con flores y velas, recorrían las vías con cánticos dedicados al santo. La algarabía crecía cuando de repente pedían aplausos para el Señor del Nicho que se acercaba con una multitud de feligreses.
Un grupo de hombres con playeras moradas tenían la comisión de cargar al santo y que el recorrido fuera seguro para evitar accidentes. Algunas penitentes hacían cadenas humanas encima de los tapetes, acostándose bocabajo sobre los pies de la otra. La mayoría eran mujeres jóvenes, señoras, ancianas, niñas y niños y muy pocos señores. Inmóviles aguardaban a que el Señor del Nicho pasara sobre ellas. Inclinaban sus frentes y resistían el polvo del aserrín que ya seco se levantaba con las pisadas de las otras personas. El equipo que resguardaba revisaba que sus posturas fueran seguras hasta que el santo terminara de pasar y pudieran levantarse.
Durante el recorrido pedían al Señor del Nicho que cesara la violencia en el estado. En cada estación pedían que la violencia feminicida termine, la privación de la vida de personas y otras violencias menores en la Montaña. Llamaron a la población en general para que sean promotores de la paz. También pidieron al Señor del Nicho “para que bendiga a los medios de comunicación que transmiten en toda la región y que su vida corre peligro ante la violencia. Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros pueblos y comunidades, que como misioneros tuyos y ciudadanos responsables sepamos ser promotores de justicia y de paz para que nuestro pueblo tenga vida digna, amén”.
Durante todo el recorrido que realizaron los feligreses acompañando al Señor del Nicho, los mensajes de los sacerdotes fueron de paz y de justicia. Se recalcó una y otra vez la construcción de una sociedad sin violencia, pero con verdad y justicia.